Los Indicadores de Desequilibrio Global y el G-Zero

Kamil Molendys, Unsplash

Ministros de Finanzas y Gobernadores de los Bancos Centrales del G20 se han reunido hace días a fin de “reafirmar su voluntad en asegurar una consistente y coordinada respuesta a los retos existentes, señalar las causas originarias de la crisis, y restaurar el crecimiento económico global sobre una base más sólida”. Para ello se han consensuado algunas variables macroeconómicas (indicadores) para dar seguimiento a los desequilibrios económicos mundiales. Las variables y/o focos de inestabilidad escogidos son: endeudamiento público y déficit fiscal, balanza comercial, flujos netos de inversión, transferencias, y tasa de ahorro y endeudamiento privado. ¿Son relevantes los desequilibrios consensuados y definidos por el G20?.

Las variables definidas por el G20, sin duda, están cargadas de notoriedad. Sin embargo es sorprendente observar que el Comunicado Final del reciente G20 no habla, ni tan siquiera una vez, del principal problema económico del mundo, descrito y debatido en el Foro Económico de Davos que termino tan solo semanas antes o a finales de Enero 2011. En el Foro de Davos se presentó un documento, a la consideración de expertos y asistentes, con los 37 riesgos más preocupantes que afronta la sociedad global, siendo el primero y principal la disparidad económica en términos de distribución de riqueza e ingreso mundial, o, desconvergencia económica. Es curioso que a los presentes en este último G20 se les haya olvidado “incluir” lo que hace tan solo un mes debatían de manera acalorada en el Foro de Davos. Ahí están las declaraciones públicas realizadas por Nicolas Sarkozy (Presidente del G20), John Lipsky (FMI) y tantas otras declaraciones de líderes mundiales.

Las variables definidas por el G20, sin duda, están cargadas de notoriedad. Sin embargo, los desequilibrios definidos por el G20, y arriba mencionados, ni son el origen de la crisis actual, ni ninguna de las piezas en el sistema de centrifugación de la presente crisis sistémica. Son desequilibrios transitorios entre naciones ricas nacidos del imperfecto sistema monetario vigente y de la ineptitud económica de Gobiernos y Presidentes concretos.

Da la sensación que el papel del G20 en la creación de un orden económico mundial estable sigue sin ser asumido por sus socios. Parece que la actual geopolítica mundial es trasversal y asimétrica a un orden económico global, justo y estable. Pero cuanto mayor sea el desequilibrio entre rentas mundiales o países pobres y ricos (del cual cuelgan otros problemas, inmigración alimentario…), mayor será el riesgo de un colapso humanitario, social y económico sin precedente histórico.

¿Será cierto, como decía Nouriel Roubini en Davos “que el G20 se ha convertido en el G-Zero”?. No lo creo. La estrategia de G20, y a la vista de esta última reunión, pudiera estar bien predefinida. La estrategia macroeconómica del G20 parece se apoya en un único objetivo: no modificar ni un milímetro el status quo monetario o financiero mundial existente muy a pesar de los resultados no óptimos para casi dos tercios de la población mundial. La hoja de ruta para lograrlo combinaría, tal vez, ideas del Secretario del Tesoro USA T.Geithner y del Director Gente del FMI J.Lipsky, o bien, intentar embridar a golpes de martillo (que no de Ciencia) algunos de los desajustes exteriores de las naciones desarrolladas para a continuación, y una vez conseguido, modificar el sistema monetario mundial alrededor de la Propuesta ampliamente reiterada por Lipsky (un SDR más gordito, del que tal vez cuelgue alguna que otra commodity y que este tal vez relacionado con el oro). Lamentablemente la Propuesta de Lipsky será nuevamente contraria y lesiva al principal problema mundial, la desconvergencia económica, y, también, para todas y cada una de las economías emergentes por razón del efecto de riesgo relativo sobre ellas.

El G20 parece desea ganar tiempo para finalmente, adaptando un poco la forma no modificar nada de fondo. Pero, cuidado, como dicen los mexicanos: “camarón (gamba) que no nada, se lo lleva la corriente”.

Gonzalo Perez-Seoane, presidente WM