Los argumentos a favor de los ETF, en tres gráficos

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TRIBUNA de Andre Themudo, miembro del equipo de ventas de BlackRock Iberia. Comentario patrocinado por BlackRock.

Estoy convencido que están más que familiarizados con el concepto de los fondos de inversión, y es muy posible que tengan en sus carteras varios productos de gestión activa ya trabajando para su jubilación. Pero puede que no conozcan tan bien otro vehículo de inversión que en los últimos años está copando muchos titulares en la prensa española y que cada vez más inversores, ya sea institucionales como particulares, han comenzado a utilizar en gran medida: los fondos cotizados o ETF.

¿Qué son los ETF?

Tal y como he comentado anteriormente, el uso de los ETF es cada vez mayor, pero ¿se sabe exactamente qué son y cuáles son sus beneficios? Empecemos con una definición lo más básica posible.

Los ETF o fondos cotizados combinan determinadas características habituales de los fondos de inversión y de los títulos individuales. Al igual que los fondos de inversión, la mayoría de los ETF están compuestos por numerosas acciones, bonos u otros activos. Y, del mismo modo que un fondo indexado, un ETF busca replicar la rentabilidad de un índice de referencia específico, como el S&P 500 o el Russell 2000. Además, como las acciones individuales, los ETF se negocian en un mercado de valores a lo largo de toda la jornada.

Los ETF no son productos nicho

Hace más de dos décadas que existen, pero su popularidad en Europa realmente ha despegado en los últimos cinco años aproximadamente. Hoy en día, inversores de todo tipo —desde particulares a instituciones sofisticadas— han contribuido a impulsar los activos gestionados en este tipo de fondos.

Parte de su atractivo, entre otras cosas, reside en la flexibilidad. A diferencia de los fondos de inversión, que solo pueden comprarse o venderse una vez al día a un precio establecido al cierre del mercado, los ETF pueden negociarse siempre que el mercado esté abierto, como las acciones. Los inversores también pueden operar con ellos como lo hacen con las acciones —por ejemplo, adoptando posiciones cortas o comprando con préstamo de margen—, y no hay requisito de inversión mínima.

Gracias a unos costes inferiores, es posible retener un porcentaje superior de lo que se gana

Una ventaja todavía mayor de los ETF reside en los beneficios, dado que las comisiones en los costes suelen ser muy inferiores a las de los fondos de inversión, lo que hace que el inversor disponga de más dinero para generar rentabilidad. De hecho, como ejemplo, los ETF iShares Core presentan, de media, alrededor de una décima parte del ratio de gastos netos de la mayoría de los fondos de inversión. El efecto de este ahorro de costes puede ser considerable, sobre todo con el paso del tiempo o cuando las rentabilidades de mercado escasean.

Y otra ventaja potencial: los ETF suelen tener un tratamiento fiscal relativamente ventajoso y realizan menos distribuciones de plusvalías, por lo que el ahorro se produce en todos los planos: al inicio de la inversión, con el paso del tiempo y a nivel tributario.

La reducción de las comisiones y de la tributación se traduce en más dinero para invertir

Gracias a unas comisiones más bajas y a una tributación más eficiente, los ETFs de iShares pueden ahorrarle casi 60.000 dólares en una cartera de $250.000 dólares a lo largo de 10 años.

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Los ETF facilitan el acceso y permanencia en el mercado

Es prácticamente imposible controlar los altibajos de los mercados, y perderse los repuntes puede salir caro. En el ejemplo que tenemos aquí, perderse solo las cinco jornadas más rentables de los últimos veinte años habría costado más de 160.000 dólares, y perderse las 25 mejores jornadas podría haber anulado casi un 75% de las ganancias potenciales. Por tanto, en lugar de intentar adelantarse al mercado, podría tener más sentido sencillamente estar en el mercado de un modo inteligente.

Perderse las jornadas más rentables puede mermar su rentabilidad

Inversión hipotética de 100.000 dólares en el índice S&P 500 durante los últimos veinte años (1996).

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Comodidad, conveniencia en cuanto a costes y diversidad de opciones entre las que elegir. Tres razones por las que más inversores deberían plantearse cimentar la base —el núcleo— de sus carteras a largo plazo con ETF.