Lo nuevo frente a lo viejo: por qué la innovación es una megatendencia de crecimiento para Fidelity

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Fidelity International realiza todos los años una encuesta a su extensa red de analistas que permite a la firma detectar con mayor facilidad tendencias de crecimiento. La última edición de la Encuesta a Analistas 2016 ha tomado el pulso a los expertos de Fidelity a través de un cuestionario compuesto por 48 preguntas, pensadas para detectar el sentimiento de los analistas a partir de cinco factores clave y poder determinar perspectivas sobre clases de activos a doce meses vista.

La principal conclusión es que el sentimiento se ha moderado de forma sensible en todas las regiones del mundo: los analistas de Fidelity han cuantificado con una nota media de 5 en una escala del 1 al 10 sus sensaciones sobre el crecimiento mundial. Según la firma, esta caída del optimismo puede atribuirse a que “los fundamentales de las empresas ya no registran una mejoría en el cómputo global”.

El sector que goza de mejores perspectivas es el de tecnología, seguido por consumo básico, asistencia sanitaria y telecomunicaciones. Esto revela una de las grandes megatendencias que Fidelity defiende desde hace tiempo bajo el lema “lo nuevo frente a lo antiguo”. Se refiere a la división creciente entre modelos de negocio de la vieja y la nueva economía, al deteriorarse los fundamentales de las compañías de la primera clasificación frente a las que se ubican en sectores innovadores y con un fuerte componente tecnológico. 

La firma ha elaborado un informe que aborda esta megatendencia en profundidad, también denominada “la revolución de la información” o “tercera revolución industrial”. Sus expertos afirman que “la informática en la nube, el Internet de las cosas, la realidad virtual, la inmuno-oncología y las pruebas genéticas podrían ser algunas de las grandes historias de innovación de esta fase y deberían abrir diversas oportunidades a los inversores”. Desde la gestora aportan algunas evidencias: tanto el Nasdaq como los índices de biotecnología registraron máximos históricos en 2015, mientras que la contribución del segmento de tecnología a los beneficios corporativos del índice MSCI AC World batieron máximos inéditos. Paralelamente, la capitalización bursátil de las tecnológicas y biotecnológicas estadounidenses superó al conjunto de cotizadas de la eurozona. Desde la firma consideran que, aunque en algunos casos las valoraciones justifiquen cierta cautela, en conjuntoexisten muchas oportunidades apasionantes”.

Mapa de la innovación: Asia versus EE.UU.

El primero punto que disecciona el análisis de Fidelity es la reducción de la brecha de innovación entre EE.UU. y Asia continental, especialmente en el caso de China. Desde la gestora indican que los inversores deben prestar atención a factores como la solicitud de patentes (encabezada por empresas chinas como Tencent o Huawei) o el incremento del gasto en I+D como porcentaje del PIB chino, que ha pasado del 0,5% en 1995 hasta el 2% en 2013. Con todo, China aún tiene un largo camino por delante para alcanzar a competidores en innovación como Corea del Sur y Alemania, que dedican respectivamente un 4% y un 2,9% a la inversión en I+D como porción de sus respectivos PIB.

El inversor tampoco debe menospreciar la voluntad reformadora de las autoridades chinas, que han incluido de forma sistemática en sus planes quinquenales los segmentos de nanotecnología, energía y materiales limpios, biotecnología y tecnologías de la información y las comunicaciones como objetivos estratégicos. En esta línea, el objetivo de la iniciativa "Made in China 2025" impulsada desde Pekín es mejorar la calidad de la producción china y situar al país como líder en innovación, realizando así esfuerzos en áreas como robótica y automatización, procesamiento del agua, tecnología médica o desarrollo de la inteligencia artificial. Para el éxito de la iniciativa, desde la gestora consideran esenciales “la desregulación y la reforma de las empresas públicas, así como el éxito en la lucha contra la corrupción”.

La nube, cada vez más rentable

Aunque el concepto de nube goza de implantación desde hace años, las aplicaciones comerciales han aparecido recientemente, principalmente de la mano de start-ups. “El almacenamiento de datos digitales está sustituyendo al físico en un grado cada vez mayor, como demuestra el auge de Netflix y Spotify”, ponen como ejemplo los expertos de Fidelity. Éstos calculan que el gasto en servicios públicos de tecnologías de la información en la nube supondrá 127.000 millones de dólares en 2018, una tasa seis veces superior a la del mercado general tecnológico. Asimismo, estiman que dentro de dos años los servicios públicos de tecnología en la nube representarán más del 50% del desarrollo global en software y almacenamiento.

La informática en la nube conlleva otros efectos materiales, como la reducción de los materiales necesarios para producir un PC (un 68% de media), mientras que la memoria RAM es ahora 250.000 veces superior. Dicho de otra forma: en 2011, los fabricantes de PC solo utilizaron, en términos agregados, 54 veces más materiales para crear 38 millones de veces más capacidad de procesamiento que en 1981. Además, la desmaterialización está siendo cada vez más evidente en otros sectores y en el nivel macroeconómico. Por ejemplo, en EE.UU., la cantidad de recursos naturales extraídos por dólar de PIB ha disminuido casi un 75% en los últimos 90 años.

Desde la gestora consideran que, dentro del sector de la informática, tendrán un billete ganador en la revolución de la nube “aquellas compañías que puedan ofrecer soluciones de software avanzadas y seguras a las empresas, de tal forma que estas últimas no tengan que gastar tanto en hardware”. En cambio, consideran probable que los perdedores sean “aquellos fabricantes de equipos originales (OEM, en inglés) que se especializan en la venta de equipos de centros de datos internos a grandes empresas”.

¿Qué es la economía colaborativa?

Esta expresión de moda – para definir modelos de negocio como Uber o Airbnb- describe a las empresas que permiten que los dueños de inmuebles y/o capacidades los compartan a través de mercados en línea, abarcando un buen número de start ups con servicios que van desde el asesoramiento empresarial hasta el cuidado de mascotas. “El creciente deseo de "compartir", o alquilar, en lugar de poseer, podría alterar sustancialmente lo que consumimos y cómo lo consumimos, provocando disrupciones significativas (aunque variadas) en los sectores”, comentan desde Fidelity.

La principal dificultad que detecta la gestora para las empresas basadas en la economía colaborativa tiene que ver con las leyes actuales sobre competencia en los distintos países en los que operan. Por ejemplo, Uber está encontrándose con la fuerte oposición del gremio de taxistas en países como España (Madrid) o EE.UU. (Nueva York), con acciones legales de por medio. “Una consideración cuidadosa del probable panorama legal que afecta a las empresas de la economía colaborativa será tan importante en los próximos años como evaluar la viabilidad de sus modelos de negocio”, señalan los expertos de Fidelity. No obstante, afirman que “el éxito de Uber y Airbnb ha sentado un precedente atractivo e impresionante que preparará el terreno para más disrupciones en otros sectores. Por el momento, el capital riesgo está liderando la entrada en el sector pero, a medida que más empresas crezcan y salgan a bolsa, aumentarán las oportunidades para los inversores convencionales”, concluyen.