Las ventajas e inconvenientes de jurar lealtad al value, según un gestor value jubilado

Jean Marie Eveillard
Funds People

Hay pocos libros sobre inversiones tan recomendables como En Bolsa, invierta en valor. Es la obra que acaba de publicar Jean-Marie Eveillard, quien pasará a la historia por ser uno de los pioneros en practicar la inversión value. Y lo hará como una eminencia gracias a los resultados obtenidos al frente del First Eagle Global, fondo de renta variable global con el que entre 1979 y 2004 generó una rentabilidad neta del 4.400%, frente a la del 1.500% del MSCI World. Es decir: quien hace 38 años le hubiese confiado 1.000 euros de manera fiel, 25 años después los habría visto convertidos en 44.000 euros, 29.000 más de lo que le hubiese generado una estrategia indexada. Pero Eveillard ni mucho menos se regodea en estos resultados. De hecho, apenas los menciona. Sólo un lector ávido los podrá encontrar en el apéndice de su obra, escrito en un tamaño de letra que casi obliga a usar gafas.

Lo más interesante del libro de Eveillard es que cuenta, en un lenguaje claro y sencillo, sus vivencias como gestor. Lo hace de manera libre, rompiendo los corchetes que a veces imponen los departamentos de marketing. No esconde sus errores. Más bien al contrario. Habla más de ellos que de sus aciertos. “Equivocarme es lo que me ha permitido aprender a no volver a errar”, afirma en una entrevista con Funds People. Haberlo hecho hubiera ido en contra del objetivo principal por el que se decidió ponerse a escribir: decir alto y claro que la inversión value es una metodología de inversión que tiene sentido y que funciona a largo plazo pero, al mismo tiempo, advertirles a todos aquellos que creen y están dispuestos a seguir su filosofía que el camino está lleno de peligros que pondrán a prueba su resistencia y convicciones.

Peligros para un gestor value

“A lo largo de su carrera profesional, los gestores value tendrán que enfrentarse a presiones tanto internas como externas, que pondrán incluso en peligro su propio puesto de trabajo. Siempre dije que prefería perder la mitad de mis clientes a perder la mitad de sus inversiones. Lo primero ocurrió a finales de los 90. Me negué a invertir en tecnología y nuestros fondos se quedaron rezagados durante tres años. Muchos de nuestros clientes nos dieron la espalda. Lo segundo no sucedió cuando la marea cambió y estalló la burbuja. Tan importante como lo que tienes en cartera es lo que no tienes. A veces, se necesita tiempo para que el mercado reconozca a un buen inversor, mientras que los adeptos a la autopromoción acumulan activos rápidamente, aunque de forma temporal”.

La burbuja de las puntocom le hizo perder activos pero, antes, otra burbuja –la de Japón de principios de los 90- le catapultó a la fama. En 1990, un año bajista, el hecho de no tener exposición directa al mercado nipón, entonces el segundo mayor del mundo, hizo que su fondo bajase sólo un 1%, frente al desplome del 17% del MSCI World. “Hoy la bolsa nipona sigue cotizando un 25% por debajo de los niveles de entonces”, subraya esbozando una sonrisa.

Por su experiencia, el truco a la hora de seleccionar buenas inversiones a largo plazo está en no dejar de lado una de las características intrínsecas del negocio, ya sea una fortaleza o una debilidad. “Uno tiene que sentirse satisfecho con las cifras que lee. Para un gestor value, la inversión comienza y a veces termina por el análisis de la información publicada por la empresa. Si el análisis no es satisfactorio, los documentos deben ir a la papelera y el inversor pasar a otra cosa”.

Para Eveillard, las trampas de valor no existen. “En realidad, son errores. Yo me he equivocado con algunas inversiones, por ejemplo con Swissair. La lección que aprendí fue que más vale que uno tenga razón sobre el valor de los activos de la compañía. Esto es especialmente importante cuando la empresa está muy endeudada”.

En su etapa como gestor, Eveillard solía pagar de 6 a 8 veces el ratio EV/EBIT para empresas que consideraba buenas, de 8 a 10 para los negocios realmente atractivos y de 10 a 12 veces para los excepcionales. Sin embargo, no cree que ésta tenga que ser la norma a la que deba adherise Matthew McLennan como su sucesor en el First Eagle Amundi International. “Cada gestor value debe seguir su propio camino. Cuando lo fichamos supimos que sería una buena elección. Además, era un buen director de personas en el campo de la inversión, cosa que yo nunca llegué a ser. Me llevo bien con él y creo que los First Eagle Funds están en muy buenas manos”. Prueba de la confianza que tiene en McLennan es que Eveillard conserva todas las inversiones en los fondos, un montante que alcanza las ocho cifras y que representa buena parte de su patrimonio. “Los actos son más importantes que las palabras”.

Similitudes y diferencias con Matthew McLennan

Esto no quiere decir que su visión sea exactamente la misma que la de McLennan. “Él se muestra más abierto a las compañías tecnológicas y tiende a vender las posiciones cuando se acercan a su valor intrínseco. ¿Esto es mejor o peor? No lo sé”, reconoce. En lo que sí coinciden es en cuestiones esenciales como, por ejemplo, que una adecuada combinación en la cartera de acciones, liquidez y oro es la fórmula perfecta.

De hecho, la estructura de los First Eagle Global Funds sigue respondiendo a este patrón. El peso que históricamente ha tenido en la cartera el metal amarillo ha sido un rasgo característico del First Eagle Amundi International. El ex gestor cree que el 10% es lo recomendable. Por debajo de ese porcentaje lo ve irrelevante y por encima pura especulación. “Actualmente, su presencia es más necesaria que nunca por la protección que ofrece ante la aberración de la política monetaria aplicada por los bancos centrales. A veces es importante escuchar esa vocecilla top down que todo inversor value lleva  en su interior”.

La última vez que Eveillard analizó una empresa fue hace 25 años. “Mi día a día ahora consiste en ir a la oficina, leer los periódicos y mantenerme informado sobre las posiciones que hay en cartera. Es una semi-jubilación perfecta”. Al contrario que otros muchos gestores, Eveillard nunca ha tenido ninguna intención de morirse en la mesa. Ahora disfruta de la vida neoyorkina junto a su mujer, aunque en First Eagle siguen contando con su experiencia y talento a la hora de debatir ideas.