Las materias primas: beneficiarias de la catástrofe en Japón

Los bancos centrales siguen manipulando a corto plazo los mercados con inyecciones de liquidez, dejando de lado los efectos que sus decisiones puedan traer a largo plazo. Ahora, el banco central japonés está inyectando cantidades enormes de dinero en los mercados para “estabilizarlos”, pues la crisis ha provocado que haya menos consumo, menos producción y menos bienes en Japón. La reacción correcta sería bajar la masa monetaria para evitar la creación de inflación; así, habría que estimular el ahorro con intereses altos para poder reconstruir la infraestructura y los numerosos daños, pero hoy en día es más fácil simplemente seguir imprimiendo billetes. El problema es obvio, ya sea en Japón o en otras partes del mundo: en el futuro habrá que pagar la cuenta con más inflación.

En 1990 Japón tenía las cuentas del Estado equilibradas, una tasa de ahorro del 15%, un paro del 2% y el gobierno tenía menos del 20% de deuda con respecto al PIB. Después 20 años de políticas keynesianas con despilfarros, rescates de bancos y manipulaciones de mercados, Japón ha logrado nada menos que estar al borde de la quiebra. La deuda del gobierno se encuentra en el 225% del PIB – un récord mundial – y el país está repleto de infraestructura sobre-dimensionada y bancos zombis. Puede que esta catástrofe tenga importantes consecuencias en la economía de un país ya de por sí frágil.

Hoy en día no tiene tanto sentido analizar la situación fundamental (demanda y oferta); por desgracia, tenemos que dedicar nuestro tiempo a tratar de predecir cuáles serán las acciones o medidas intervencionistas que tomarán los políticos y los bancos centrales. Detrás de este panorama creo que los bancos centrales, que coordinan sus medidas entre sí, van a inundar los mercados con más liquidez por la crisis en Japón. Esto es claramente inflacionista, lo que beneficiará a las materias primas.

El Banco Central Europeo ya dejó entrever que “reconsidera” una subida de tipos de interés. En EEUU la Fed ya es el mayor comprador de bonos estatales, con el resto de las compras en manos principalmente de los bancos centrales de Japón y China. Es probable que los japoneses corten o suspendan estas compras, porque necesitan los recursos para reconstruir su país. Igualmente los chinos pueden decidir apoyar más a su vecino en vez de comprar tanto de EEUU. En conclusión: probablemente la FED tenga que comprar aún más deuda estatal (¡porque no hay otros compradores!) lo que implica más potencial inflacionista.

En resumen, pienso que los países desarrollados han cruzado un punto de no retorno y sólo tienen dos opciones: inflar su masa monetaria o quebrar. La catástrofe en Japón amplifica solamente las medidas inflacionistas, lo que sube los precios de las materias primas. Además en Japón se necesitarán materias primas para la reconstrucción, más petróleo y gas natural para sustituir las necesidades energéticas a falta de las plantas nucleares dañadas. Sobre todo los metales preciosos se benefician de este panorama tan delicado.