La última crisis griega explicada en cuatro gráficos

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dayblakelydonaldson, Flickr, Creative Commons

Después de la reunión del eurogrupo del lunes, hoy la UE celebra otra cumbre que muchos perciben como la última oportunidad real de Grecia para alcanzar un acuerdo con sus acreedores. Las siguientes fechas clave en este apretado calendario son el 30 de junio – vencimiento de un préstamo de 1.600 millones del FMI y expiración del segundo tramo del rescate- y el 20 de julio, cuando Grecia debe devolver la primera mitad de los 7.200 millones que le prestó el BCE. No son ni mucho menos los únicos compromisos financieros a los que el país debe hacer frente de aquí al final de año, como puede verse en el siguiente gráfico aportado por Fidelity Worldwide Investment: en los próximos meses, los griegos deberán satisfacer al FMI, al BCE, al BEI, a sus bonistas, a los gobiernos de la eurozona que le prestaron dinero, a los inversores privados y al mecanismo de estabilidad financiera europeo (EFSF)

“Se tendría que llegar rápidamente a un acuerdo al estar cerca el final del programa existente de rescate y hay el riesgo de que los bancos griegos pierdan el acceso a la financiación del BCE”, indica en este contexto Dierk Brandenburg, analista de deuda soberana de Fidelity. Su punto de vista es que “la posición de la deuda gubernamental es segura porque suponen sólo una pequeña  de la estructura de capital griega, a diferencia del gran sector de deuda oficial, que ya ha sido reestructurado”. Se refiere a que, después de la quita de 2012, los siguientes bonos fueron emitidos con unos contratos estructos regidos por la ley internacional y con cláusulas de acción colectiva para evitar la aceleración del pago o la redenominación salvo en caso de que sea en interés de los bonistas. “A parte de un pequeño pago en julio, el siguiente pago de cupón está previsto para 2016. Especialmente tras una salida de la eurozona, el gobierno griego tendría incentivos para mantener esos bonos y asegurar su acceso a la financiación externa”, concluye Brandenburg. 

Esto no es 2012

En caso de que las negociaciones fracasasen, la postura de la gestora es que, a diferencia de la debacle de 2012 (dos elecciones generales, un segundo rescate y una quita de deuda), en este hipotético caso “la eurozona estará en posición de mitigar el contagio a otros mercados financieros a través de los mecanismos de financiación y el QE del BCE”. La diferencia en este contexto es que no sería posible “librarse del precedente sentado por una Grexit para otros miembros de la eurozona si sus economías sufrieran otra recesión severa”. Además, desde la gestora creen que se necesitarían más pasos hacia una mayor coordinación política y fiscal en la zona euro. 

Un vistazo a los mercados de renta fija también muestra diferencias respecto a la crisis de la deuda soberana de 2011: en esta ocasión, el repunte de los tipos de la renta fija periférica ha sido modesto, por tres razones: el apoyo del QE del BCE, la mejora generalizada en la eurozona del entorno macro y de la posición fiscal de los países miembro, y que tanto el BCE como los países europeos están mejor preparados en esta ocasión para el evento de Grexit que en crisis previas. 

Se puede observar la misma dinámica en los movimientos de la renta variable: en esta ocasión, la reacción no ha sido tan violenta como en 2012: “Es improbable que los mercados globales de renta variable se vean afectados fundamentalmente por el comportamiento griego, pero en el muy corto plazo podría verse volatilidad basada en el sentimiento”, indican desde la gestora. Además, sus expertos subrayan que actualmente Grecia representa menos del 1,5% del PIB de la la eurozona, y su mercado bursátil es todavía más pequeño en comparación con los índices europeos y globales, como puede observarse en este otro gráfico. 

Paras Anand, responsable de renta variable europea, coincide en que “el riesgo de contagio económico en la eurozona puede ser mitigado no sólo por la escasa participación en deuda griega de inversores que no sean instituciones, pero también por la reconstrucción del capital del sector financiero en la región”. El experto indica que, en caso de acuerdo, “es necesario considerar la probable longevidad de Syriza incluso si se alcanza un acuerdo ‘aceptable’. Las divisiones dentro del partido pueden crecer y los votantes aprenderán que no hay soluciones económicas rápidas”. 

Tampoco es una situación comparable con Chipre

“El objetivo será mantener a Grecia en la eurozona si impaga. A diferencia de Chipre, puede que no funcione. Grecia es una entidad económica mucho más grande, con fronteras terrenales y un sistema financiero mucho más poroso. Por consiguiente, es probable que una crisis de deuda se convierta en una crisis de tipo de cambio que podría haberse evitado”, reflexiona Dominic Rossi, director de inversiones global de renta variable. 

No obstante, Rossi cree que esta crisis se contendrá: “La economía griega es pequeña, comercia al mínimo con otros países. Sus mercados financieros son igualmente pequeños, con la deuda soberana en manos de instituciones políticas más que en inversores privados. Por tanto, el margen para un contagio es bajo”.