La travesía del desierto

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Imagen cedida

Se acabó 2008. Por fin, que dirían algunos. Y ahora 2009...

Que el año pasado ha sido dramático para la industria de inversión colectiva es un hecho cierto. Los datos de Inverco así lo reflejan con caídas del 30% del patrimonio gestionado. Este escenario se repite igualmente en la mayoría de países de nuestro entorno, con especial incidencia en Irlanda y Luxemburgo. Lo primero que se nos viene a la cabeza para analizar la situación actual es compararla con períodos previos de crisis financieras y económicas. Aquí es dónde, a priori, empiezan a surgir los problemas. Se habla abiertamente hoy en día de lo excepcional de esta crisis, de la falta de referencias en la historia económica moderna de situaciones comparables debido, principalmente, a la globalización de las economías y a los niveles elevados de apalancamiento existentes en la actualidad.

Esta excepcionalidad de la situación, de excesos, en definitiva, afecta a todas las industrias, incluida la de la inversión colectiva, provocando a corto plazo situaciones y actuaciones que, a primera vista, serían poco racionales. En un informe publicado por Exane, con datos de Thomson Datastream, se destaca como, por primera vez en 18 años, el volumen de activos en fondos monetarios supera al de fondos de renta variable, y que el volumen de fondos monetarios se acerca al 40% de la capitalización del mercado de renta variable americana, cuando la media histórica es del 18%. Esto de por si no sería extraño, salvo por el hecho que la rentabilidad esperada de estos activos será del 0% en 2009. Como dijo The Economist recientemente “cash is king”. Esta actuación confirma la característica fundamental de esta crisis, la confianza. “No quiero rentabilidad, quiero preservar capital. Más adelante, ya veremos” piensa la mayoría de inversores. Es por todo ello que, tras un período de travesía del desierto donde lo importante será la supervivencia, digamos 2008-2009, y en el momento en que se vuelva a instaurar la confianza, Dios lo quiera, ese dinero volverá al mercado y a la industria de inversión colectiva.

En dicho momento nuestra industria será más pequeña, pero aún así, habrá ganadores. Gestoras especialistas con buenos historiales de rentabilidad y que sigan fielmente una estrategia con sus clientes. Incluso en años como el 2008 hemos tenido gestoras que han conseguido aumentar claramente sus activos bajo gestión.

Otro aspecto importante de esta crisis, más común a períodos precedentes de caídas en los mercados financieros, es la clara decepción por la gestión activa. Encontrar buenos gestores no es fácil, y más si hacemos esta afirmación después de 2.008, pero no lo duden, los hay.

A finales de 2.008 The Times publicó una lista con los 10 mejores gestores de los últimos 100 años, algunos de ellos gestores de fondos en la actualidad. A nombres como Benjamín Graham, John Templeton y Philip Fisher se les unen gestores como Warrent Buffet, Neil Woodford y Robin Geffen.

Cada uno de ellos tiene sus características, pero la mayoría comparten los mismos principios. Suelen ser inversores contrarios a la opinión predominante en el mercado, lo que les lleva a tener fuertes apuestas ajenas a los índices. Buscan las tendencias futuras del mercado e invertir sólo en aquello que conocen. Han sufrido, y sufrirán, períodos de comportamiento relativo muy negativos ( 2.008 es un buen ejemplo), pero, y ésta es la última característica, tienen TIEMPO y PACIENCIA para recoger los frutos de su estrategia, algo que hoy en día brilla por su ausencia en nuestra industria.