La SEC podría alargar el plazo de aprobación de nuevos ETF

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Alykat, Flickr, Creative Commons

El pasado 24 de agosto, las bolsas mundiales vivieron una sesión que muchos compararon con el famoso Black Monday de 1987. Entre las razones del pánico bursátil, la preocupación sobre la desaceleración de la economía china. Y entre los sospechosos de haber alimentado la volatilidad, los fondos cotizados (ETF), sobre todo aquellos productos apalancados que replican el VIX, un índice que mide la expectativa de volatilidad del mercado a 30 días a partir de las volatilidades implícitas de una gran variedad de las opciones del índice S&P 500 (leer más).

Según una fuente que cita Reuters, la Securities and Exchange Commision (SEC) estadounidense está analizando los datos de negociación de ese día para determinar cómo podrían evitarse estos bruscos episodios de volatilidad. Algunos expertos temen que el regulador decida alargar los plazos de aprobación de nuevos ETF –que actualmente rondan los seis meses– como medida de prevención.

Durante el evento ETF Bootcamp organizado por ETF Trends en Nueva York la semana pasada, varios abogados especializados en el sector recordaron que existen precedentes: tras el flash crash de 2010, en el que las bolsas estadounidenses perdieron un billón de dólares en cuestión de minutos, la SEC prácticamente dejó de aprobar nuevos fondos cotizados hasta determinar cuál había sido el grado de responsabilidad de estos productos.

Los expertos señalan además que el nuevo celo del regulador podría frenar la introducción de fondos cotizados de gestión activa, un segmento aún minoritario –solo representa el 1% del mercado de ETF– en el que ya han puesto un pie grandes gestoras como iSharesFidelity, Franklin Templeton Investments, PIMCO, State Street Global Advisors o T. Rowe Price.

Énfasis en la gestión de la liquidez

Los acontecimientos de los últimos meses han llevado a la SEC a poner en consulta nuevas normas para mejorar la gestión de la liquidez de fondos de inversión y ETF, con el objetivo de garantizar los reembolsos y minimizar la disrupción del mercado en momentos de turbulencias.

Las normas propuestas obligarían a los fondos a desarrollar programas de gestión del riesgo de liquidez, mantener un mínimo de liquidez de tres días y evaluar la liquidez de sus posiciones. Los fondos, por su parte, podrían aplicar el denominado swing-price, por el que el coste del reembolso se traslada parcialmente al inversor que vende sus participaciones, lo que contribuye a proteger el valor liquidativo del fondo y, por tanto, al resto de partícipes.