La reinvención de los fondos garantizados

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Imagen cedida

La industria de fondos de inversión ha sufrido en los últimos años importantes salidas de partícipes a causa de diversos motivos. Por un lado, y ante las caídas bursátiles, ha primado en el mercado la estabilidad frente a la volatilidad y la incertidumbre. Además, los fondos de dinero y los fondos de renta fija a corto y largo plazo se han visto afectados por las campañas de captación de depósitos, lanzadas por algunas entidades financieras. Así, desde enero de 2006 hasta abril de 2012 se han producido en el conjunto de los fondos reembolsos por valor de 102.570 millones de euros. Como cifra comparativa, basta decir que el saldo actual del total de fondos alcanza los 127.456 millones de euros.

Sin embargo, hay una categoría de fondos que ha conseguido crecer de manera significativa. Los fondos garantizados no referenciados a la renta variable han captado 18.179 millones de euros en el periodo citado.

El éxito de esta categoría de fondos se debe a que los ahorradores buscan productos de refugio, así como a la confianza que otorga el aval de la entidad financiera. Para bancos y cajas, la comercialización de este tipo de productos ha supuesto una fuente rentable y estable de ingresos.

A lo largo de los últimos meses, esta categoría de fondos se ha visto afectada por dos tendencias que cabe destacar: la bajada de ratings y el aumento de las necesidades de capital de las entidades financieras.

A causa de las bajadas de ratings, se han lanzado cada vez más fondos con  garantía externa, en detrimento de los de garantía interna. La garantía externa supone que la gestora garantiza un determinado nivel de valor liquidativo a cada uno de los partícipes de forma individualizada. La garantía interna, en cambio, se la otorga al propio fondo de inversión.

Tras esta circunstancia se encuentra la Circular 6/2010, de 21 de diciembre, de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que exige a las gestoras que quieran otorgar una garantía interna un rating mínimo de A- por S&P y Fitch o A3 por Moody’s. De forma adicional, si alguna de estas calificaciones se sitúa por debajo de los niveles citados, al menos las otras dos han de estar por encima.

Lo que sucede es que, en la actualidad, y tras las continuas rebajas de rating, tan sólo unas pocas entidades logran el rating mínimo exigido por esta norma. Aquellas que no alcanzan ese mínimo tienen la opción de contratar el servicio de garantía interna a una tercera entidad o de ofrecer una garantía externa. La mayoría de las entidades se inclinan por la opción externa, ante las posibles repercusiones negativas que puede acarrear la primera opción en la reputación de las entidades que la elijan.

¿Qué pasa con el cliente?

En cuanto al cliente, la desventaja de una garantía externa estriba en que, cuando la entidad abona la diferencia entre el valor garantizado y el valor alcanzado por el liquidativo del fondo, esta cantidad tributa como rendimiento de capital mobiliario en el ejercicio en el que se recibe, sin que exista alternativa alguna de retrasar la tributación. Además, la garantía externa también es menos atractiva para la gestora. Por un lado complica las tareas administrativas, puesto que los abonos se realizan a cada partícipe, en lugar de hacer un único pago al fondo. Por otro, también conlleva limitaciones en la normativa.

Consciente de estos inconvenientes, la CNMV está estudiando modificar la normativa sobre el rating exigido a los garantes internos. La principal novedad sería que sólo se exigiría el rating mínimo a aquellos garantes de fondos que fueran a superar los límites de exposición a derivados. De esta manera, se dejaría el camino libre a una garantía interna sin que existiera límite de rating del garante.

Creciente requerimiento de capital

La segunda tendencia que está viviendo el sector financiero es el creciente requerimiento de capital. Esta circunstancia está motivada por los mayores ratios exigidos por la normativa de Basilea, por un lado, y por otro, por las fuertes provisiones requeridas por los sucesivos decretos que ha aprobado por el Gobierno.

De esta forma, el capital de las entidades financieras se convierte en un bien escaso y muy valioso, que éstas gestionan de forma muy meticulosa frente a la exposición a aquellos productos que lo consumen. En este sentido, las garantías otorgadas a fondos de inversión (garantía interna) o directa a participes (garantía externa) engrosa la partida de Activos Ponderados por Riesgo. Por esta razón, diversas entidades han empezado a lanzar fondos con objetivo de rentabilidad no garantizado. Se trata de fondos con una estructura de cartera idéntica a los garantizados de rendimiento fijo, pero que no ofrecen garantía de rentabilidad.

Buena parte de los clientes que reciben ofertas de este tipo de productos reaccionan en primer lugar con preocupación, especialmente si estaban habituados a recibir una garantía por parte de la entidad. Sin embargo, la incertidumbre desaparece tan pronto como se les explica que las carteras de los productos se constituyen exactamente igual, tanto con garantía como sin ella.

El cliente ha de entender que la rentabilidad del fondo se obtiene por la evolución  de los activos que hay en cartera y que el valor liquidativo alcanzará el objetivo de rentabilidad –o, en su caso, el garantizado por la entidad-, siempre que la cartera esté bien estructurada, tanto en lo que se refiere a la duración como al vencimiento de los activos. La garantía de la entidad financiera tiene valor sólo si se produce el impago por parte del emisor de los activos en cartera o si existe una mala estructuración de la cartera.

Por todo ello, es especialmente importante estudiar el folleto de los fondos con objetivo de rentabilidad, para comprobar la calidad de los activos que aglutina. Si la cartera está compuesta por títulos del Gobierno o avalados por éste, la garantía de la entidad financiera pierde relevancia ante la solidez del propio emisor.

No me gustaría finalizar sin recalcar la relevancia que supone contratar productos con gestoras que garantizan una dilatada experiencia en el lanzamiento de este tipo de fondos. Gestoras que cuentan con un equipo profesional estable, que no han tenido que recurrir a la garantía de la entidad financiera.

En suma, estos dos factores de (1) exigencia de rating al garante y (2) el consumo de capital, han reinventado estos productos hacia los Fondos con Rentabilidad Referenciada y No Garantizada. Esta nueva categoría creada en 2008 ya cuenta, con datos de 2012, con 56 fondos de inversión, con un patrimonio total de 1.481 millones de euros.

Productos muy convenientes para ahorradores de largo plazo pero de perfil conservador, a quienes recomendamos prudencia a la hora de seleccionar tanto la estrategia como la experiencia y fiabilidad del equipo gestor.