La pandemia coloca a la inversión sostenible en la plataforma de despegue

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Sushmit Katkale, Unsplash

El COVID-19 ha puesto a prueba muchas cosas, una de ellas la inversión ASG, un examen que ha pasado con nota. Sobre esta evolución y el futuro de los flujos de inversión tras esta reválida debaten varios gestores en un desayuno organizado por FundsPeople y patrocinado por DNB AM.

“Este periodo lo que ha hecho es reafirmar que vamos por el buen camino, y que los fondos temáticos con enfoque ASG se han establecido de manera definitiva con una visión a largo plazo.”, afirma Eduardo Ripollés, Desarrollo Negocio Institucional de Mapfre AM. Ahora el reto, según explica, es poder presentar temáticas que estén acordes con las necesidades sociales y de inversión; un desafío que la gestora ya ha comenzado a abordar: “Más allá de las soluciones medioambientales o de buen gobierno que están funcionando y consolidándose, creemos que por el lado social debemos profundizar en el desarrollo de ideas relacionadas con la salud y el bienestar que complementen nuestra apuesta por la inclusión social”. Explica que la gestora cubre las tres letras de la ASG con Mapfre AM Capital Responsable (A), Mapfre AM Inclusión Responsable y Mapfre AM Compromiso Sanitario (S) y Mapfre AM Good Governance (G).

Los datos durante estos últimos meses de incertidumbre avalan que los fondos ASG han tenido un comportamiento mejor que los índices tradicionales: “Más rentabilidad y menos volatilidad es una combinación ganadora”, sintetiza. Y los resultados no pasan desapercibidos, al menos para el inversor institucional, otra cosa es el retail, otro desafío por delante: “Ahora el reto es convencer al inversor particular de la necesidad de incorporar estos criterios en la toma de decisiones de inversión para que lo deje de ver como una inversión temática, ya que va a estar incorporado en cualquier decisión de inversión de cartera tradicional”, afirma Eduardo Ripollés, que reflexiona sobre otra pieza del engranaje, la medición del impacto de las inversiones: “Los inversores cualificados ya lo están pidiendo. Será una exigencia que complementará la ecuación de rentabilidad al incluir la rentabilidad sostenible (medioambiental y social) a la puramente financiera. En la gestora estamos trabajando no solamente a nivel interno sino colaborando desde el lado académico con la Universidad de Siena en Italia. Nuestro objetivo es seguir desarrollando nuestra propia metodología y nuestra medición de impacto, tanto en activos líquidos como en alternativos”.

La inversión ASG lo ha hecho muy bien en estos tiempo convulsos, pero este buen hacer no es nuevo. “Nosotros gestionamos carteras puramente sostenibles desde el año 2014 y lo que hemos encontrado es que en este tiempo los resultados en términos de rendimiento han sido algo mejores que los de las carteras tradicionales con unas menores volatilidades, siendo la distribución de activos de ambos tipos de carteras iguales”, afirma Salomé Bouzas, analista de inversiones de Tressis SV, que también reconoce que “la inversión sostenible necesitaba exhibir ese buen comportamiento en un momento importante, un momento en el que la gente estuviese prestando atención a los mercados porque el primer compromiso con nuestros clientes es maximizar la rentabilidad siempre respetando el perfil de riesgo. Pero creo que es otra megatendencia en sí misma”, asegura.

Una muestra de ello es la actitud general de la sociedad, que cada vez pide a las empresas de forma más contundente que se hagan responsables de las consecuencias ambientales de sus actos, del bienestar de sus empleados y que sean modélicas y responsables. “Estamos más concienciados y un problema en este sentido puede ser un riesgo reputacional crítico para una compañía”, explica Salomé Bouzas. Y una cosa lleva a la otra: “Ningún gestor de carteras quiere verse envuelto en una situación que implique un elevado riesgo reputacional, por lo que cada vez están más comprometidos con integrar los criterios ASG en su análisis y, al final, poderoso caballero es don dinero, y si los inversores premian a las compañías que cumplen se convertirá en una palanca muy importante para darle el último empujón que le falta a la inversión ASG”. “A nivel bursátil un buen análisis ASG puede ayudarnos a levantar banderas rojas que eviten que caigamos en casos como, sin ir más lejos, el de Wirecard en junio”, explica.

Armando Cuesta, socio fundador de Ilana Capital y gestor del Abante Biotech Fund en Abante Asesores, asegura que “la única manera viable para que una empresa tenga éxito a largo plazo es desarrollando su negocio de manera sostenible. Se ha demostrado que invertir teniendo en cuenta factores ASG en el proceso de due diligence aumenta los rendimientos financieros a largo plazo y la volatilidad es menor”. Comenta que en el caso del Abante Biotech Fund utilizan los ODS de Naciones Unidas como una directriz sobre qué priorizar, “siendo el ODS 3 (buena salud y bienestar) el de mayor aplicación para nosotros, si bien, todos los objetivos están interrelacionados”.

El universo de inversión del fondo cubre compañías de biotecnología de pequeña y mediana capitalización que se enfrentan a desafíos muy específicos desde una perspectiva ASG. “Con frecuencia, nuestras compañías de cartera se caracterizan por un pequeño número de empleados que trabajan en un laboratorio, lo que tiene importantes consecuencias desde una perspectiva ASG”. En primer lugar, según explica Armando Cuesta, dado su pequeño tamaño, es difícil acceder a datos relevantes de ASG a partir de los informes anuales. En segundo lugar, dada la falta de producción de medicamentos interna que suele caracterizar a estas empresas, el impacto climático y ambiental es menos importante. “Por tanto, es necesario crear un sistema propio de ASG en este sector si el inversor desea tener una referencia más clara del impacto social de su inversión”. En su caso cuenta que han creado una política de screening negativo que excluye a empresas que desarrollan su actividad de forma que no consideran adecuada. A continuación, valoran las empresas en cuatro aspectos a partir de un scorecard propietario: grado de la innovación; desarrollo de productos seguros y éticos; cuestiones relativas al gobierno corporativo, y acceso a la salud. Con todo ello paremetrizan el impacto social que hace cada empresa del fondo.

Mikko Ripatti, senior client portfolio manager de DNB AM, cierra el debate. Explica que el primer fondo ASG de la gestora se lanzó en 1989: “Tal vez tardó un poco más de lo esperado, pero ahora la ASG ha venido para quedarse. Los inversores demandan ya y exigirán en el futuro que los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza se tomen en consideración. Y no hay que olvidar que ASG no significa sacrificar ingresos”.