La ortodoxía Keynes-Friedman y su efecto secundario global

Los Gobiernos de las economías más desarrolladas, tras el estallido de la crisis subprime y bancaria, y ante el escenario de deflación que se avecinaba, optaron por aplicar una dual y ortodoxa terapia o “terapia Keynes-Friedman”. Así, y en primer lugar, la aprobación de fuertes paquetes de inversión pública (e incentivos fiscales) (Keynes) en el animo de frenar el deterioro económico, si bien, dichas medidas, se sabía desde el origen, tendrían un elevado y asimétrico impacto en el déficit fiscal e inmediato aumento del endeudamiento de cada nación.

En segundo lugar, el aumento de la masa monetaria o genéricamente llamadas expansiones cuantitativas (Friedman). Esta flexibilización cuantitativa nace de las reflexiones del Nobel Friedman y Schwartz en “A Monetary History of the United States” (1963) sobre las causas últimas de la Gran Depresión, en donde una de las conclusiones fue que en situaciones de deflación, y a corto plazo, variaciones a la baja en la tasa de crecimiento del dinero puede tener consecuencias devastadoras ya en los precios ya en la producción real. Así, y como es bien sabido, la Depresión de 1929, de recesión paso a catástrofe.

Si bien ambas políticas eran presuntamente las más adecuadas a la coyuntura existente, si parece existir un aspecto trascendente que no fue considerado en profundidad por el G20: el grado de globalización de la economía mundial actual no es el mismo que en 1929. Así, y en un mundo redondo, las medidas mencionadas sugerían, desde su adopción, que tal vez actuaciones singulares de cada país en materia fiscal y monetaria pudieran conllevar algún tipo de consecuencia no deseable o “efecto secundario”. Para bien o para mal, “el enfoque metodológico común y el actuar singular”, posible hoja de ruta propuesta por la Administración USA (a instancias de la Reserva Federal o Bernanke) prevalecio dentro del G20 frente a cualquier otra.

Bernanke ha actuado de manera coherente a su famosa frase pronunciada en el Discurso 8 de Noviembre del 2002, en el 90 cumpleaños de Friedman, en la cual inculpaba a la Fed en parte del desastre económico USA posterior a 1929 por razón de la restricción monetaria, (“You're right, we did it. We're very sorry. But thanks to you, we won't do it again”). El Discurso contiene las claves de la actuación monetaria de la Fed, y otros Bancos Centrales, durante los tres últimos años. En términos estrictos, y en el marco de la consideración realizada sobre la hoja de ruta, la Fed ha actuado de manera brillante durante la crisis. Las criticas de algunos economistas (Nobel Stiglitz y otros) muestran el abismo intelectual existente dentro de la Ciencia Macroeconómica. La Fed ha buscado la política monetaria óptima para intentar restablecer el crecimiento económico y empleo USA. Toda política monetaria tiene dos aspectos clave, lograr el óptimo en los tipos de interés y lograr el óptimo de inflación, siendo los tipos de interés reales negativos y la expansión cuantitativa (para compra de bonos con el objetivo último de mantener bajos los tipos de interés a largo plazo) las acciones monetarias adecuadas ya que satisface acercarse a ambos óptimos. Pero para lograrlo, hace falta un ingrediente, inflación positiva. Pero la creación de inflación no esta exenta de peligros. Hace meses el Presidente la Fed de Sant Louis Bullard destacaba sobre la política monetaria USA que “el aumento indeseado de la inflación es el riesgo más sobresaliente”. La Fed ha actuado sabiamente, no obstante, y tristemente, se olvido o no quiso recordar un pequeño detalle, en un mundo redondo, las actuaciones en política monetaria de la primera economía del mundo y moneda reserva, también son redondas. La Fed ha actuado sabiamente de acuerdo a los intereses netamente americanos. Tal vez el mundo esperaba un algo más de las Autoridades de esta nación, nación causante de la crisis.

La rápida subida de la inflación, nacida de forma endógena (y exógena) a la terapia Keynes-Friedman aplicada por los países G20, tiene y tendrá un efecto secundario global delicado. Modifica la inflación diferencial de todos los países. En esta nueva economía global, en donde sus fundamentos todavía están por escribirse, el problema, como he escrito en repetidas ocasiones, no es la inflación en si misma sino la inflación diferencial y su impacto asimétrico entre países. La inflación diferencial, variable inexistente en la macroeconomía neoclásica, es hoy la fuerza competitiva más sobresaliente de la macroeconomía, más aún que la productividad relativa, ya que pilota las variaciones del PIB de cada nación. La competitividad exterior de cada nación viene dada no solo por su nivel de producctividad relativa (modelo Solow global) sino tambien y especialmente por el nivel relativo de precios y la variación de este en el tiempo o inflación diferencial. Estas son las dos grandes fuerzas que afectan el crecimiento de cualquier nación a corto y medio plazo.

Con la aparición de la inflación, y alterada de manera rápida la inflación diferencial de cada país, la crisis mundial ha cambiado de rumbo. La crisis ha entrado en una nueva fase hasta la fecha desconocida. La inflación actual esta teniendo diversos orígenes. Por un lado la nacida de la depreciación de las monedas fuertes tras las expansiones cuantitativas, los déficits fiscales y endeudamientos públicos excesivos (estos últimos, aumentando el riesgo soberano, debilitan las monedas). Por otro lado la nacida de nuevos conflictos relevantes como el impacto de la “Primavera Arabe” en los precios de la energía o la depreciación exagerada del yuan chino. Sin ningún animo de acotar el tema del origen y trasmisión de la inflación, ya que es el tema más complejo de la macroeconomía, la inflación, ya venga de un origen u otro, se ha colado como es tradicional y de manera inicial en las commodities (alimentos y energía) y ahora se esta centrifugando a nivel mundial. Con el tiempo el incremento de precio de las commodities alimentará la subida de precios de otros bienes y servicios y afectará los mercados monetarios.

Esta inflación afectara de manera asimétrica a las naciones o bien según sea el nivel relativo de renta per capita de cada una de ellas. El drama esta empezando. Al final tal vez ocurrirá un hecho sorprendente, las tendencias actuales se invertirán. Ceteris paribus, con el tiempo, y según evolucione la inflación global al alza, las economías más desarrolladas, con sistemas productivos flexibles y eficientes, y así mayor control a mediano plazo del fenómeno inflacionario, (se supone que sus deficits públicos y endeudamiento disminuirán), verán apreciarse sus monedas y lograrán crecimientos económicos positivos y aumento del empleo (excepción de la UE que con problemas internos graves e irresolubres sobre el Euro es posible se transforme en una eurozona distinta a la que hoy conocemos). Por el contrario, las economías emergentes y menos desarrolladas, con estructuras productivas rígidas y menos eficientes y, por tanto, menor control de la inflación, verán depreciarse sus monedas, disminuir su renta per capita real relativa y aumentar el desempleo, todo ello motivado y proporcional a su futura peor inflación diferencial relativa. La Reforma del Sistema Monetario mundial planteada por el FMI, Banco Mundial, y Presidencia francesa del G20, engordar la canasta del SDR, y seguimiento de desequilibrios exteriores….indiferente. La economía USA saldrá reforzada tras esta segunda fase de la crisis y mantendrá su liderazgo económico mundial.

La ortodoxa terapia Keynes-Friedman tiene efectos secundarios.

¿Pondero el G20 que coste social tendrá todo ello a nivel mundial?.