La letra pequeña de invertir en ETF sostenibles

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Jonas Verstuyft on Unsplash

El verdadero interés por la inversión socialmente responsable no llegó hasta el año pasado, pero su aterrizaje en las carteras fue explosivo. En 2017 2.900 millones de dólares entraron en fondos con esa filosofía de inversión. De ellos, al menos la mitad fueron a parar a ETFs. Estos vehículos combinan las dos preocupaciones de los inversores hoy en día: comisiones bajas y un enfoque sostenible. 

Y esto último es precisamente lo que preocupa a expertos como Ovidiu Patrascu, analista de Schroders. En una reciente entrada en el blog de la gestora lanza la pregunta de si estos vehículos pasivos se están promocionando para explotar las preferencias del inversor por soluciones de bajo coste y simples más que por ofrecer los beneficios financieros que se espera de ellos. 

Como bien remarca Patrascu, a diferencia de otros ETFs, cuya construcción se basa en factores como la capitalización, el sector, etc., los indicadores ESG (environmental, social y governance) son el resultado de una serie de juicios y análisis muy variados y con conclusiones diferenciadas. Dicho análisis es caro; “muchas veces más de lo que un producto de bajo coste pasivo se puede permitir”

Una alternativa más económica para estos ETFs es servirse de los ratings que ofrecen proveedores externos como MSCI, Sustainalytics o Thomson Reuters. Como material complementario para un gestor, Patrascu ve utilidad en ello, pero en cuanto a depender de un único punto de vista no ve sentido en su uso para determinar el atractivo de una compañía. “Pero esto es esencialmente lo que reciben los partícipes de un fondo pasivo ESG”, defiende. “A pesar de la percepción de transparencia, muchos productos pasivos detallan sorprendentemente poco acerca de cómo implementan de verdad factores ESG”. 

Se aprecia una falta de consistencia entre la puntuación ESG que cada proveedor de datos emite. Eso significa que las carteras de los fondos pasivos serán radicalmente distintas entre sí según el proveedor elegido por la gestora. Por lo tanto, aquellos inversores interesados en ganar exposición a los best-in-class por factores ESG obtendrán resultados muy diversos dependiendo del proveedor de origen.

Otro problema que surge es en la gobernanza. Una parte de los inversores con criterios ESG lo hace porque confían en que sus gestores empujarán por una mejor gobernanza en las empresas en las que invierten. Pero es complicado lograr cambios si se carece de conocimientos especializados sobre la industria y sobre cómo negocios individuales pueden verse afectados por factores sostenibles. Un problema menor, defiende Patrascu, en el caso de los fondos de gestión activa.