La financiación de la empresa familiar

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Imagen cedida

TRIBUNA de Juan Jesús Gómez Cubillo, socio de Consilio Asesores Patrimoniales Independientes.

Las nuevas normativas bancarias (Basilea II y III) han restringido las actividades de riesgo que los bancos pueden acometer, han incrementado los requerimientos de capital y, en definitiva, han hecho que los bancos tradicionales financiadores de pymes se hayan retraído y financien sólo a grandes empresas o a pymes con muy bajo perfil de riesgo y con elevadas exigencias de garantías

La próxima semana tendrá lugar en Madrid una jornada que bajo el título Alternativas de financiación de la empresa familiar congregará a empresarios y a directivos de empresas familiares para abordar la actual problemática, no sólo en España sino en toda Europa, de la insuficiencia de financiación bancaria. Organizada por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) y la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar de Madrid (ADEFAM) contará con la presencia de reputados gestores de fondos de deuda privada y de private equity, así como de profesionales de Garrigues y de Consilio que abordaremos también otras cuestiones relevantes para los empresarios familiares como son los mecanismos de protección del patrimonio y cómo lograr su crecimiento.

La crisis financiera supuso en EE.UU. la reconfiguración del mapa de entidades financieras contando como evento más destacado la quiebra de Lehman Brothers, uno de los hasta entonces más poderosos bancos de inversión de Wall Street. Bear Stearns o Merrill Lynch hubieron de ser rescatados y adquiridos por JP Morgan y Bank of America respectivamente. Y los dos clásicos, Goldman Sachs y Morgan Stanley, se transformaron en bancos comerciales para poder recibir en forma de depósitos las ayudas que el Tesoro americano les obligó a aceptar para ahuyentar  los miedos del mercado que se temía una cascada de quiebras bancarias. En Europa, la crisis financiera tuvo su episodio más relevante en una crisis de deuda soberana que en 2010 y 2011 puso contra las cuerdas el proyecto europeo. Episodios como la nacionalización del holandés  Fortis Bank, del francés Natixis o del alemán Hypovereinsbank, fueron anecdóticos frente a la posibilidad de salida de Grecia del euro y la ruptura del mismo.

Entonces vino la crisis bancaria española que, en 2012, obligó al gobierno español a pedir el rescate parcial para reestructurar el sector financiero. Algunos países como Italia aún no lo han hecho y están alargando el proceso en demasía para evitar que los inversores particulares cosechen pérdidas, asumiendo el Estado parcialmente el coste de la reestructuración. En cualquier caso, ya se trate de España, con un sector bancario saneado en su práctica totalidad o de otros países europeos, con bancos más vulnerables, la crisis ha pasado factura al modelo de hacer banca y esta actividad ha reducido su perfil de riesgo. Las nuevas normativas bancarias (Basilea II y III) han restringido las actividades de riesgo que los bancos pueden acometer, han incrementado los requerimientos de capital y, en definitiva, han hecho que los bancos tradicionales financiadores de pymes se hayan retraído y financien sólo a grandes empresas o a pymes con muy bajo perfil de riesgo y con elevadas exigencias de garantías. Por su parte, la concentración bancaria (y España es quizás el paradigma) tampoco ha ayudado a que las empresas encuentren financiación por cuanto se ha reducido la competencia y el número de actores, con lo cual existe una menor variedad de alternativas a la hora de diversificar la financiación.

Las alternativas

Según datos publicados por AIMA (Alternative Investment Management Associaton), en EE.UU. los bancos tan sólo aportan un 20% de la financiación. Ello contrasta con Europa donde este ratio sube hasta el 85%. Es evidente que las pymes europeas tienen un problema si los bancos se muestran más restrictivos en el acceso al crédito. Un 65% de la financiación en EE.UU. es proporcionada por el denominado shadow banking (financiación “parabancaria”, proporcionada por entidades sin ficha bancaria). En Europa este tipo de financiación sólo representa el 15%. Quizás el caso más llamativo sea el de los denominados préstamos directos (o direct lending) que, mientras que en EE.UU. suponen un 15% de la financiación, en Europa tan sólo suman el 0,50%. Es precisamente la actividad de direct lending, una de las que, en nuestra opinión debería tener un mayor recorrido en Europa y en España en particular y ofrecer una alternativa a pymes que ven cómo sus proyectos de crecimiento o sus inversiones se ven penalizadas por una financiación insuficiente o demasiado rígida.

Esta tendencia a la que anteriormente nos referimos puede apreciarse en la evolución de la financiación no bancaria en Europa: siguiendo la información publicada por S&P European Leverage Lending Review, frente a un 60% de nueva financiación proporcionada por los bancos europeos en 2010, en 2016, esta proporción se redujo al 20%. La financiación no bancaria para nuevos préstamos creció hasta el 70% desde el 30% del que partía en 2010. Otro tipo de financiadores han venido sustituyendo a los bancos en un proceso que no ha hecho más que empezar. Además, frente a la clásica financiación bancaria senior (de mayor prelación) o junior (de menor prelación), los actores no bancarios han desarrollado toda una suerte de fórmulas de financiación en préstamos directos que han pretendido adaptarse a las necesidades de las pymes: la deuda mezzanine (como híbrido entre deuda y capital) o la financiación unitranche (que incluye en un único préstamo tramo senior y tramo junior) así como la financiación leasing ligada a maquinaria o instalaciones.

Más allá de la pura financiación

En España se han levantado entre 2015 y 2016 fondos de private equity para invertir en pymes, por importe de tres mil  millones de euros, según datos de Webcapitalriesgo. El programa Fond-ICO que ha destinado mil doscientos millones a co-invertir con fondos de capital riesgo en empresas medianas y pequeñas ha sido, sin duda, un incentivo para ello. Pero también los inversores internacionales han contribuido de forma determinante a este record de captaciones por parte de los fondos para invertir en pymes españolas: España y su extraordinaria historia de recuperación económica han sido un potente imán para la atracción de capital. Todo ello ha propiciado que en el periodo de referencia el número de operaciones en el mercado de pymes haya pasado de 7 en 2013 a 32 en 2015 y a más de 40 en 2016.

¿Cómo pueden beneficiarse las pymes españolas de ello? Sin duda, la robustez de un sector de financiación privada de empresas es uno de los parámetros para medir la profundidad y el desarrollo de una economía. Los fondos de private equity aportan además de capital, capacidades de gestión empresarial, conocimiento de otras geografías, apoyo para la mejora de procesos y, en muchos casos, preparar a la compañía para su siguiente etapa de crecimiento. Un buen gestor de private equity, puede ser el socio ideal de una pyme para favorecer una estrategia de internacionalización o para apoyar una estrategia de crecimiento en base a adquisiciones. Además, puede ayudar en un proceso de transmisión generacional ofreciendo liquidez a aquellos miembros de la familia que no deseen seguir involucrados en el negocio. Por último, pero no menos importante, en determinados casos, la salida a bolsa es algo natural dentro del desarrollo corporativo de la compañía. Dar entrada a un fondo de private equity, puede ser una buena decisión para preparar la cotización en el parqué. Los procedimientos internos, los sistemas de información, la estructura financiera, la implantación de procedimientos de control interno o la mejora del gobierno corporativo son áreas en las que un gestor de private equity puede aportar experiencia y capacidad, permitiendo que el empresario se centre en el negocio y que el socio financiero asuma el rol de ayudar en la transformación de una buena compañía privada en una compañía pública, esto es cotizada, con los requerimientos de información, transparencia y gobierno corporativo que aparte del regulador los inversores potenciales van a exigir.

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