La EAFI versus la banca tradicional

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Imagen cedida

Todos los pioneros y sus ideas innovadoras han chocado siempre con el sistema establecido pero, al final, han sido asimiladas como algo normal y, si me apuran, casi imprescindibles y sin las que no entenderíamos la forma de vida actual.

En los años 40 en Estados Unidos, cuando en el seno del Dinner's Club se creó la tarjeta bancaria como forma de pago, esta se circunscribió al uso de un núcleo reducido de asociados adinerados y permitía pagar sólo en establecimientos concretos. Por supuesto, su difusión al público en general se calificaba de ciencia ficción.

¿Imagina usted su mundo actual sin una tarjeta de crédito como forma de pago habitual? ¿Hizo eso desaparecer el dinero físico o la oficina bancaria? La respuesta es, en ambos casos, negativa. Se impuso la convivencia y la colaboración.

Pues con las EAFI y la banca tradicional pasa algo similar. Es difícil imaginar que una figura, aún hoy por hoy "quijotesca", pueda convivir en el sistema financiero español con la mastodóntica estructura bancaria, pero así será. No nos cabe duda.

Eso sí, desde las EAFI hemos de realizar una labor pedagógica muy intensa aún, frente a clientes y bancos (por las lógicas y comprensibles reticencias iniciales de algunos banqueros y de algunos clientes), pues siendo modelos muy diferentes, aunque condenados a entenderse, pueden convivir perfectamente y en colaboración, consiguiendo un cliente más educado financieramente, atendido en un marco de profesionalidad, transparencia y protección excepcional y, sobre todo, mucho más satisfecho.

El mercado de los servicios financieros es, aparentemente, el principal de nuestra actividad, pero las EAFI, donde estamos sin ambages, en el mercado de la tranquilidad del cliente, de facilitar procesos, de formular preguntas –incómodas a veces– y presentar soluciones siempre profesionales, transparentes y adecuadas. Y todo ello para mayor garantía del cliente, en el marco de la supervisión rigurosa, puntual y exigente de la CNMV.

La relación entre cliente-asesor es la base de un buen asesoramiento financiero, que se basa en un elevado grado de confianza mutuo (con unos derechos y obligaciones por cada parte). En el marco de una EAFI, debemos velar por los intereses del cliente como si fueran los suyos propios. Por ello, debemos siempre ofrecer independencia y objetividad en todas las recomendaciones, contemplando siempre el largo plazo y, lo más importante, crear, cultivar y mantener una estrecha relación con el cliente.

Somos como un notario que debe dar fe, filtrar, seleccionar y traducir a algo entendible para el cliente la información y recomendaciones de inversión que recibe de su proveedor financiero habitual, emitiendo un dictamen profesional independiente sobre cualquier aspecto que le preocupe.

El asesoramiento debe ser, por prescripción legal, específico e individualizado. Es decir, no basamos nuestras recomendaciones en datos genéricos y abstractos, sino que acoplamos el perfil e intereses del futuro inversor al producto financiero que idealmente se acoja al mismo, mediante un estudio personalizado. Tras el descalabro económico y reputacional ocasionado por la crisis financiera internacional, las EAFI tenemos como objetivo recuperar la confianza de los inversores en el sistema financiero aplicando profesionalidad, ética y  sometimiento de nuestra actividad a unas estrictas normas de conducta.

La labor pedagógica alcanza también, y para garantizar la viabilidad de la figura, acostumbrar al cliente al retribuir al profesional por los servicios realizados. Si usted va a su médico o su abogado y tras plantearle una consulta compleja éste le da una solución y al salir de la consulta le dice que no ha de pagar nada, ¿se atreverá a seguir su consejo? Desde luego, yo no. Las soluciones gratuitas suelen salir caras.

Y los buenos profesionales, por experiencia, transparencia y prestigio han de ver retribuidos justamente su trabajo. Desde luego con total información y sin pagos indirectos por parte de terceros. Es en ese marco si entre todos seguimos poniendo los mimbres de excelencia, dedicación e ilusión profesional que, me consta, guían a las EAFI existentes en nuestro país, estaremos escribiendo el prólogo de un mañana financiero que mejorará cualitativamente el sombrío y decepcionante pasado que dejamos atrás.