La crisis financiera y el funcionamiento holístico de la economía

El año 2009, desde un punto de vista bursátil, ha resultado ser sorprendente. Caída brutal en febrero-marzo hasta mínimos de 12 años. Recuperación fulminante, sin volumen y a velocidad de vértigo. Y, finalmente, alto resultado positivo. Increíble. Queda para los historiadores de la economía descifrar quién fue él valiente que, con loable maestría, sostuvo al mercado bursátil de Nueva York el 6 marzo de 2009 al entrar el S&P 500 en la cotización 666, para acto seguido catapultarlo con solvencia al rally más importante desde hace más de 50 años. Desde el punto de vistaeconómico, los datos indican una cierta estabilización financiera general, si bien no exenta de grandes retos latentes que pueden alterar, con rapidez, el status quo actual. La economía mundial cabría describirla en un estado de equilibrio, si bien, equilibrio inestable. El aspecto más preocupante está en que los niveles actuales y esperados de crecimiento económico del G20 son netamente insuficientes para propiciar un verdadero proceso de creación-recuperación de empleo (objetivo prioritario de la Cumbre de Pittsburgh). El desempleo es ya el aspecto más crítico desde la perspectiva política y social y la preocupación asciende en sentido vertical. Así, por ejemplo, en la Unión Europea, la asimetría existente entre países fuertes y frágiles se hace cada vez más patente, todo lo cual pudiera devenir en afectar seriamente la unidad y credibilidad de la UE como bloque económico. Del riesgo económico, al riesgo político. La historia se repite con frecuencia. Fracasada la teoría económica de los socialistas históricos (marxistas), se extinguió su doctrina y utopía política.Pero, ¿hacia dónde nos dirigimos? Como casi siempre en macroeconomía, los expertos están divididos. Unosoptimistas, otros pesimistas, y otros, alrededor del promedio.Es al menos notable que ya nadie pone en duda que estamos ante la crisis económica mundial más seria desde 1929, y es evidente que la coordinación de los esfuerzos públicos y el llamativo volumen de ayudas monetarias desplegadas “han parado el golpe”. Pero ¿qué ocurrirácuando se agoten las ayudas públicas y sus efectos se diluyan? ¿Pasará factura el descomunal déficit fiscal, el galopante nivel de endeudamiento público mundial, y/o la política de expansión monetaria promovida desde EEUU, y aceptado por todos los Gobiernos?Para acercarnos a las incertidumbres que plantea la macroeconomía mundial actual, y, que sin duda tendrán repercusión sobre los mercados de renta variable en 2010, previamente es necesario intentar acercarnos a la dinámica de las crisis financieras, y lógicamente, con ello, a la dinámica presente y probable de la crisis actual. No obstante, y, para ello, es imperioso abandonar el enfoque intelectual de la doctrina económica neoclásica. Para esta doctrina las crisis financieras son fenómenos inevitables, cíclicos, y nacidos de la naturaleza humana. Alan Greenspan comentaba recientemente:“They financial crises are all different, but they have one fundamental source. That is the unquenchable capability of human beings when confronted with long periods of prosperity to presume that it will continue….” (8 de septiembre de 2009, BBC). Pero ¿qué es una crisis financiera? De manera sencilla cabría definirla como un proceso económico convulsivo caracterizado por: la inestabilidad creciente de alguno, algunos o todos los mercados de activos financieros (monetario, cambiario, bursátil, crediticio e inmobiliario), dando lugar a una fuerte pérdida de confianza entre los distintos actores que componen los mercados (ya en el valor de los activos, instituciones o bien en el propio sistema), y, finalmente acompañados de graves efectos colaterales sobre la economía productiva. Ahora bien, y con independencia del mayor o menor éxito de la definición, para comprender la dinámica de las crisis financieras es útil disociar entre “causa formal” y “causa eficiente”. La causa formal de toda crisis financiera está por lo general asociada: bien a la explosión de una burbuja financiera (acumulación ilusorio e irracional de valor monetario en un activo/mercado en términos relativos), o bien en el afloramiento brusco de algún grave desequilibrio financiero o monetario. Por lo expuesto, la causa formal de las crisis financieras es, por lo general, variable. No así, la causa eficiente.La causa eficiente de las crisis financieras es en realidad “el dinámico proceso de falta de credibilidad de los distintos actores del mercado”, bien reaccionando sobre el valor monetario alcanzado por los activos en el tiempo, bien reaccionando ante el desconcierto producido por el conocimiento de algún grave desequilibrio financiero o monetario potencial o real. En el caso de las burbujas financieras, tal cual es el caso actual, (cuyo origen más primario puede estar en ocasiones en complejas razones monetarias, jurídicas, fiscales o estructurales), el dinámico proceso de falta de credibilidad viene finalmente revestido e impulsado por la inexistencia a la fecha de alguna referencia objetiva y explícitamente compartida que relacione de manera universal, racional y veraz el valor monetario acumulado por los activos en el tiempo con el propio desarrollo económico alcanzado por la sociedad. Dicha relación, que frenaría en seco todo proceso de falta de credibilidad, podría denominarse “valor de equilibrio económico”. La historia de la economía muestra cómo, una y otra vez, después de largos períodos de intensa acumulación de valor monetario en los activos (cualesquiera que sean), el mercado titubea sobre la veracidad de los valores monetarios asignados. Al final, esta inquietud sobre el valor termina convergiendo aleatoriamente en el tiempo con alguna causa real y formal -hoy subprime y crisis de crédito- iniciándose así un proceso de destrucción de valor monetario que avanza imparable al estar espoleado por el irracional sentimiento de pánico. La caída del valor de unos activos/mercados fuerza a otros a ajustarse en términos de valor relativo. A mayor grado de globalización los efectos trascienden en mayor medida del ámbito local al mundial, afectando a la baja al conjunto de activos del sistema. Es interesante señalar que esta actuación de ajuste relativo a la baja del valor de los activos no es para nada de naturaleza aleatoria. La economía mundial es un soberbio sistema holístico. La economía es un único sistema de precios, racional y armónico. Los precios (libres) se ajustan y relacionan a corto plazo a impulsos del devenir de la ley de los mercados (oferta y demanda), si bien a medio y largo plazo se ajustan y relacionan en términos de valor relativo, dándose un verdadero equilibrio entre ellos en términos de valor. Por otro lado, es asimismo interesante comentar que los actores del mercado no solo ajustan a la baja el valor relativo de los activos, sino que priorizan sus acciones, castigando de forma más rápida y severa aquellos activos/mercados que a juicio de los mismos presentan más inquietantes sobrevaloraciones relativas. A través de este presunto y sencillo corolario es posible dar una explicación racional al porqué del distinto impacto de la crisis subprime en distintos países del mundo. Así el dramático impacto de la crisis actual en Islandia tiene su origen en la sobrevaloración excesiva de la corona frente al euro sostenido de manera ilusoria durante casi una década (aproximadamente la sobrevaloración de la corona sueca frente al euro a mediados del 2007 ascendía a un 24%). España, Reino Unido, sobrevaloración excesiva del sector inmobiliario; Estonia, Lituania y Letonia, falta de credibilidad sobre la capacidad de pago…. Contrariando a infinidad de economistas, me atrevería a afirmar que en las crisis financieras no hay ciclicidad de ningún tipo, sino un impuntual y desordenado proceso de desconfianza que trasmite su pesar al resto de la economía. Las crisis financieras no son más que gripes auto generadas periódicamente por el propio sistema financiero, amparadas en el imperfecto conocimiento existente sobre el funcionamiento holístico de la economía y la economía mundial. Volviendo al año 2010, es de destacar que tras la crisis subprime, a la economía mundial le han salido muchos retos. Algunos vienen de lejos. Así tenemos por ejemplo, el sector inmobiliario de China, el endeudamiento público de Japón, la probabilidad de impago de deuda soberana de múltiples países, el vencimiento en 2010 del 30%-35% de la deuda total emitida por EEUU, la cuestionable eficacia de las anunciadas medidas de salida a la expansión monetaria, el posible mayor déficit fiscal y endeudamiento estadounidense, la desestabilización social y política que puede acompañar al creciente desempleo actual, la creciente fragilidad de la Unión Monetaria Europea en donde las asimetrías avanzan y tal vez sea imposible la política monetaria común, el siempre inquietante mercado de derivados, el sector inmobiliario de EEUU que tal vez no haya dicho a la fecha su última palabra (commercial real state), la delicada situación geopolítica mundial (Irak, Afganistán, Pakistán, Irán, Yemen), y la inflación que parece ya no tardará en acudir a la magnífica fiesta monetaria. De todos los retos actuales el más interesante es el “dólar”. El dólar enfrenta un complejo peregrinar. ¿Llegará a colapsar el dólar como moneda de referencia? A la vista de explicado y de no triviales retos descritos, el sentido común sugiere que tal vez alguno, parte, o todos los desajustes financieros descritos pudieran llegar a pincharse en próximos meses y/o años. Así, la probabilidad de asistir a una larga crisis de naturaleza escalonada es, sin duda, cada vez más y más seria. Queda la esperanza de saber que de llegarse otra vez al 666 de S&P 500, tal vez habrá ronda gratis de mano invisible para todos.