La corrupción en España

Corrupción. El uso de un cargo público para provecho individual o privado suponiendo un alto coste para la sociedad en su conjunto, mientras que los beneficiados son unos pocos. Tema atemporal de rabiosa actualidad que, siendo generosos, nos irrita especialmente ante la situación por la que atraviesa la economía española.

Opiniones, partidismos, presunciones y demagogias aparte, la pregunta que nos asalta es en qué nivel España es un país corrupto.

La organización Transparencia Internacional publica anualmente desde 1995 un índice que mide la percepción de la corrupción (Corruption Perceptions Index).  Dicho índice se calcula agregando la información de encuestas realizadas por distintos organismos independientes encargados de medir los niveles de corrupción en los diferentes países, tanto en el sector público como en el privado. Las encuestas se realizan a expertos y empresarios, sobre sus percepciones tanto nacionales como internacionales. Elaborado el índice, éste valora a los países del  mundo desde 100 para un país percibido como “transparente”, hasta 0 para uno visto como “totalmente corrupto”. Para el año 2012 se han estudiado y clasificado un total de 174 países.

Empecemos con un vistazo global. (datos originales)

Los primeros puestos, con un total de 90 puntos,  son para Nueva Zelanda, Dinamarca y Finlandia, países donde la percepción de corrupción es menor, si bien no nula. Le siguen Suecia (88), Singapur (87), Suiza (86), Australia (85), Noruega (85) y Holanda (84). A la cola de la lista Somalia, Corea del Norte, Afganistán, Sudán y Myanmar, países percibidos como muy corruptos.

Aunque sería muy interesante profundizar en las causas de la corrupción, tema que ha dado y dará lugar a muchos estudios y documentación, y tras ello plantear soluciones a dicho problema,  el análisis que se plantea a continuación es meramente descriptivo.

En esta lista de 174 países, España ocupa el puesto 30 en transparencia con una nota de 65. Un bien alto, podríamos decir. El problema está en que España ha ido perdiendo posiciones desde 2004 cuando ocupaba el puesto 24 con 71 puntos (actual puntuación de Francia). Es decir, desde hace 6 años la percepción es que nuestro país se ha vuelto más corrupto.

Puesto  País Percepción Corrupción (2012)
1 Denmark 90
2 Finland 90
3 Sweden 88
4 Netherlands 84
5 Luxembourg 80
6 Germany 79
7 Belgium 75
8 United Kingdom 74
9 France 71
10 Ireland 69
11 Austria 69
12 Cyprus 66
13 Spain 65
14 Estonia 64
15 Portugal 63
16 Slovenia 61
17 Poland 58
18 Malta 57
19 Hungary 55
20 Lithuania 54
21 Czech Republic 49
22 Latvia 49
23 Slovakia 46
24 Romania 44
25 Italy 42
26 Bulgaria 41
27 Greece 36

 

Frente a nuestros socios de la Europeos, España se percibe como más transparente que Portugal (63), Italia (42) o Grecia (36), quienes quedan en los últimos puestos; pero somos más corruptos que Alemania (79), Francia (71), Irlanda (69) o incluso Chipre (66). Ver gráfico ampliado aquí

Navegando por Internet me he topado con un artículo The Economist en el que compara el índice de percepción de la corrupción con el índice de desarrollo humano de la ONU (agregado de riqueza, salud y educación), concluyendo que existe una correlación positiva entre ambas variables, cuando el índice de corrupción es mayor de 40 puntos. Con índices por debajo de esos niveles (que indicarían grados elevados de corrupción) esta relación no es lineal. En esta muestra, en el club de los corruptos, encontramos –y a nadie nos sorprende- a Grecia (36) e Italia (42), que se encuentran en niveles cercanos países como Brasil (43), China (39), India (36), Argentina (35), México (34) o Rusia (28), en cuanto a percepción de la corrupción.

La corrupción está asociada a una mala administración pública, al enriquecimiento de pequeños y poderosos grupos y a la malversación de recursos estatales que impiden la prestación de servicios públicos esenciales, por lo que lleva asociados claros efectos negativos. Primero, en el ámbito político, ya que produce la pérdida de la confianza y credibilidad de la ciudadanía en nuestros gobernantes y en los procesos democráticos, minando así el respeto por la figura del Estado. Segundo, en el económico, puesto que ahuyenta la inversión nacional y extranjera, mermando el crecimiento económico y la creación de empleo, interfiriendo en el desarrollo y competitividad empresarial… y así un largo etcétera.

Según estos datos, España no se percibe como un país corrupto. ¿Encaja esto con la realidad de nuestra clase política, empresarial y social?