JP Morgan AM: las implicaciones del nuevo orden fiscal

Eventos como la reciente rebaja de la calificación crediticia de Estados Unidos, la resolución del problema del techo de la deuda y los retos fiscales a los que se enfrenta Europa suponen un punto de inflexión para la economía mundial y los mercados, y en definitiva, un nuevo orden fiscal, como señala JP Morgan AM en el informe “A new fiscal order: implication for investors” (Un nuevo orden fiscal: las implicaciones para los inversores). 

 

En última instancia, los eventos de las últimas semanas desembocarán probablemente en una política fiscal más estricta, que podría traer implicaciones en el crecimiento económico para muchos países desarrollados en los próximos años. Pero según la gestora, eso no significa que todos los mercados cíclicos vayan a tener un mal comportamiento, pues los ajustes fiscales pueden ser contrarrestados por un gran número de factores, incluyendo la política monetaria –que supone aún un importante apoyo para el crecimiento- y los apoyos estructurales desde los mercados emergentes.

 

Para JP Morgan AM, este nuevo orden fiscal tendrá implicaciones para los inversores. En primer lugar, los ajustes fiscales garantizan una mentalidad diferente sobre la inversión en los próximos años; en segundo término, los retos en Europa son extraordinarios, dada la falta de herramientas de política monetaria. Pero en este entorno, la gestora ve oportunidades en renta variable con altos dividendos, mercados emergentes y algunas materias primas ligadas al nuevo orden fiscal.

 

La pregunta que trata de resolver el informe es qué repercusiones tendrá este nuevo orden fiscal sobre los mercados. En primer lugar, en renta fija la gestora espera una reducción de las rentabilidades de corto plazo, al menos durante un año, pues los bancos centrales tendrán que mantener una política monetaria expansiva ante las leves perspectivas de crecimiento. Algo que debería mantener a raya también las rentabilidades a largo plazo.

 

Así, este nuevo orden fiscal, reduciendo los ingresos de la renta fija, debería proporcionar apoyo a la renta variable. El promedio del S&P 500 sobre la rentabilidad por dividendo fue del 2% a finales de julio, casi 50 puntos superior al rendimiento de los bonos del Tesoro durante 5 años. Con esta diferencia que parece poco probable que cambie a corto plazo, los inversores podrían estar más dispuestos a buscar fuentes de ingresos a través de las acciones.

 

Otro factor que hace de este nuevo orden fiscal algo diferente del pasado son los mercados emergentes, según el informe, que cuentan con mejores fundamentales y juegan un gran papel en la economía actual, con un consumo estructural del que son ahora más dependientes las compañías del mundo desarrollado. Pero por eso mismo, aquellas firmas que dependan del mismo se verán menos afectadas por los ajustes fiscales en sus países de origen.

 

Con respecto a la renta variable emergente y aunque a lo largo de la historia un fuerte crecimiento en estas economías no ha garantizado subidas de las acciones locales, sus cambios estructurales abren la puerta a oportunidades selectivas, tanto en mercados públicos como privados. Y también en renta fija, con mayores rentabilidades y mejores fundamentales. “Es interesante señalar que este verano y a pesar de las turbulencias en los mercados, los fondos de renta fija continuaron registrando un flujo de entradas constantes. Además, los inversores buscan una diversificación de divisas ante la debilidad del dólar y los emergentes sirven como cobertura.

 

También las materias primas podrían beneficiarse de ese orden fiscal, pues los bancos centrales quieren diversificar sus activos y también los inversores, que buscan inversiones más allá de la renta fija o variable. “En un mundo donde los bancos centrales tienen un sesgo hacia la “impresión de más dinero” y en el que siguen vivos a largo plazo los temores inflacionistas, los metales precisos tienen sentido”, dice el informe. Y todo, sumando las mayores restricciones de oferta en materias primas como petróleo, cobre, oro, platino o paladio. “Incluso si la demanda de los mercados desarrollados cae más de lo esperado, la combinación de la demanda estructural de los mercados emergentes junto con la oferta de suministros limitados debería ayudar a amortiguar la caída de precios”, apostilla.