Invertir en emergentes: ¿es mejor seguir el modelo clásico orientado a un índice o limitar la volatilidad?

Inversor
Artemuestra, Flickr, Creative Commons

El índice MSCI Emerging Markets terminó 2013 con pérdidas del 2,27%, frente a las ganancias del 27,37% del MSCI World. Este año también se presenta duro para los mercados en desarrollo, con la suma de eventos inesperados en Ucrania y Rusia, Argentina, Turquía y Tailandia, además del conjunto de naciones emergentes -equivalentes al 25% del PIB mundial- que afrontan procesos electorales este año. Alexander Tavernaro, gestor senior de Invesco AM, y Julian Keuerleber, gestor asociado de la firma americana, constatan que “muchos inversores se sienten inquietos” con el cambio del entorno para las bolsas emergentes, pero creen que “esto no resta valor a la posibilidad de que los mercados emergentes se comporten mejor que los países industrializados, pero pagando el precio de una volatilidad más elevada”.

Tavernaro y Keuerleber recuerdan que los mercados en desarrollo han demostrado ser más rentables que los desarrollados en el largo plazo, por lo que los momentos de debilidad generalmente se han convertido en ocasiones para ganar exposición a un precio más barato. En base a esta aseveración, ambos gestores examinan qué acercamiento puede ser más adecuado para invertir en emergentes: el modelo clásico, orientado a un índice –generalmente el MSCI Emerging Markets-, o bien reduciendo la volatilidad.

Las carteras suelen tomar como referencia el índice de la familia MSCI, cuya construcción se basa en la capitalización de las compañías. “Lo sorprendente es que los sectores cíclicos como servicios financieros y tecnología de la información tienen ponderaciones muy elevadas en el MSCI Emerging Markets, mientras que los sectores defensivos, como consumo básico y sobre todo salud, tienden a estar relativamente infra representados”, señalan los expertos. Éstos añaden que “esto es también una razón por la que una cartera orientada a un índice de mercados emergentes puede ser una inversión elevadamente volátil”. Aportan datos que avalan esta teoría: desde 1995 hasta 2013 el MSCI Emerging Markets fue un 50% más volátil que el MSCI World Index. La diferencia entre ambos indicadores sólo en el último lustro es del 30%. “Esto hace que las denominadas estrategias de mínima variación sean dignas de consideración”, señalan los gestores de Invesco.

Desde la gestora estudian como índice alternativo para diseñar estrategias de renta variable emergente el MSCI EM Minimum Volatility, creado en 2009. En vez de basarse únicamente en la capitalización, la construcción del selectivo se centra en la optimización de los retornos, “lo que minimiza el riesgo absoluto esperado”. Así, también se introducen otros criterios como la aportación del valor al riesgo absoluto, lo que da como resultado un índice más defensivo (y, por ende, carteras más defensivas). Al comparar ambos índices emergentes, la volatilidad del más nuevo apenas es inferior al MSCI Emerging Markets en los últimos cinco años, constatan Tavernaro y Keuerleber. Sin embargo, el MSCI EM Minimum Volatility consiguió cerrar 2013 en positivo, con una mínima ganancia del 0,36%. La lección que extraen los expertos es que “una variación mínima en la estrategia tiene por tanto la habilidad de aprovechar el potencial de los mercados emergentes al mismo tiempo que limita la volatilidad”.

Ambos citan como una extensión de este tipo de estrategias de variación mínima las de renta variable de baja volatilidad, que tienen en cuenta tanto las oscilaciones del mercado como las expectativas de retornos. Tavernaro y Keuerleber explican que “la suposición básica es que, a largo plazo, los valores estables y volátiles son similarmente rentables y, por extensión, los valores que son más estables ofrecen retornos ajustados al riesgo más elevados. Sin embargo, la estructura de la cartera no depende de la exposición de los valores en el índice de referencia o sobre el riesgo agregado, sino sobre el riesgo absoluto y las previsiones de retorno”, añaden.

Desde Invesco indican que una estrategia típica de baja volatilidad tiende a limitar al 25% la asignación a cada sector, mientras que la gestión activa por país equivale a un máximo del 5% con un porcentaje de rotación de activos máximo del 10%. El posicionamiento relativo de los sectores también subraya el carácter defensivo de la estrategia a ojos de los gestores. Con todos estos planteamientos en la mano, ambos concluyen que, a diferencia de las estrategias referenciadas a un índice, que buscan una exposición más baja a la volatilidad relativa, en este caso el objetivo es directamente limitar la volatilidad absoluta. 

“Para los inversores que quieren reducir su exposición a riesgos, los conceptos no relacionados con índices como las estrategias de baja volatilidad pueden ser útiles al buscar aprovecharse del potencial de los mercados emergentes al tiempo que se limita la volatilidad”, aseveran los expertos. “Cualquiera que busque una orientación más elevada al índice y que esté dispuesto a tener un sesgo de mayor peso sobre sectores cíclicos podría considerar centrarse en estrategias moderadamente activas que sólo limitan la volatilidad relativa frente al índice, particularmente dado la diferencia de valoración entre las bolsas de países emergentes e industrializados, que no había sido tan amplia en unos diez años”, concluyen los gestores. Conozca la composición del MSCI Emerging Markets.