Inversión responsable, cerrando la brecha

Kamil Molendys, Unsplash

La Inversión Socialmente Responsable es una de las patas de la industria de la inversión que más ha crecido en los últimos años. Según Eurosif, el volumen de activos gestionados en el mundo a cierre de 2007 era de cinco mil billones de euros (trillones en numeración anglosajona). Europa, que venía estando ligeramente rezagada en el mundo de la ISR en anteriores ediciones del estudio, asume hoy el liderazgo de este segmento de la industria aglutinando un 53% de la cuota de mercado mundial.

La Inversión Socialmente Responsable consiste en la incorporación de criterios de responsabilidad social en las políticas de inversión, o dicho de otro modo, se trata de la aplicación de filtros éticos, sociales y ambientales en el diseño y selección de carteras.

Estos filtros pueden servir para dos funciones principalmente. Por una parte, para la incorporación de los valores de los inversores en la gestión de sus activos. De esta manera, aquellos perfiles de inversor sensibles a aspectos éticos, los derechos humanos o el cambio climático por ejemplo, encuentran alternativas de inversión que se ajustan a sus principios, a la vez que evitan sectores y compañías que considerarían reprobables.

Por otra parte, este tipo de políticas incorpora una medición de riesgos generalmente no modelizados por el análisis financiero tradicional. Por ejemplo, cuál es el impacto de una huelga de celo en el valor actual neto de una aerolínea, cómo afecta el incremento en número e intensidad de huracanes en la infraestructura hotelera y petrolífera del Caribe y del Golfo de Méjico, o si perjudican o benefician las restricciones de emisiones de C02 a una empresa automovilística en función de su oferta de automóviles. Estos son sólo algunos de los ejemplos que podemos observar en la práctica de la ISR.

Desde el punto de vista de la gestión de carteras, existen tres formas básicas de incorporación de políticas ISR. La primera y más sencilla es la discriminación negativa. Esto consiste en excluir sectores de actividad como la defensa y armamento, tabaco o pornografía del universo de inversión. Una segunda estrategia de mayor valor añadido es la discriminación positiva. Dentro de ésta existen, a su vez, dos fórmulas principales: la selección Best in Class, que escoge a las mejores compañías para invertir en función de los parámetros de ISR; la inversión temática, que trata de explotar oportunidades de inversión vinculadas al ámbito de la responsabilidad social corporativa y el desarrollo sostenible - y que dicho sea de paso, aglutina algunos temas de inversión candentes y que a pesar de la corrección de los mercados siguen ofreciendo gran potencial, como las energías renovables, agua, cambio climático o microcréditos; y finalmente, una tercera fórmula apenas vista en España es el enfoque en la influencia a través de los derechos políticos de las acciones o el lobby. De esta manera, los gestores de activos establecen objetivos a medio y largo plazo a la dirección de las compañías en materia de gobierno corporativo, aspectos sociales y ambientales entre otros.

En nuestro contexto local, sin embargo, debemos destacar que España se encuentra a la cola de Europa en este tipo de inversiones. En el mercado retail, los fondos ISR gestionados en España apenas alcanzan el 0,5% del volumen total. En el mercado institucional, que en el resto de Europa aglutina un 94% de la inversión en ISR, tan sólo representa un 53% del volumen total de activos en España. Es más, según Eurosif la industria de la ISR en España ha crecido muy por debajo de la media europea. Así, en los dos últimos años, la ISR ha crecido en nuestro país un mero 11% en tasas anuales frente a un 42% en el resto de Europa.

Esta brecha, sin embargo, se podría cerrar en los próximos tres a cinco años. Entre los catalizadores de este tipo de inversión en el plano institucional están los planes de pensiones de empleo. Compañías (asset owners) y sindicatos presionarán a la industria para que se incorporen de manera creciente estos criterios en las carteras de los planes de pensiones de sus empleados y representados. Por otra parte, un efecto mimético llevará a las gestoras a incorporar tendencias seculares que se desarrollan en el ámbito de la gestión global de activos, entre las que la ISR juega un papel importante. Un tercer elemento es el papel del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, cuyo proyecto de ley regulador está pendiente de tramitación parlamentaria. Pese a que la coyuntura hace difícil incorporar este tema en las prioridades de la agenda política, no debemos perder de vista que el proyecto de ley prevé la externalización de la gestión de el 10% de su cartera para la inversión en renta variable debiendo aplicar criterios de ISR en su gestión. Por último, la crisis actual no va a hacer sino reforzar la importancia de la monitorización de riesgos, especialmente aquellos no contemplados por el análisis tradicional. El spread YTD de los fondos ISR versus fondos tradicionales en la categoría de renta variable global grande blend de Morningstar se situaba a mediados de diciembre en 218 puntos básicos en positivo. Un análisis a mayor plazo nos sugiere que la ISR no altera al binomio rentabilidad riesgo. Todo esto hace pensar que la ISR vendrá para quedarse.