John McKinley (BlackRock): "Las empresas que gestionan con éxito los factores ESG tendrán mejores resultados financieros a largo plazo"

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Aunque es ahora cuando parece que la inversión ISR está ganando tracción entre el público inversor, son muchas las firmas que llevan años tratando de incorporar estas técnicas a su gama de productos y procesos de inversión. John McKinley, miembro del equipo de Impact Investing de BlackRock, ha visitado España para hablar por primera vez de la estrategia ISR de su firma.

BlackRock fundó en 2014 un equipo de inversiones sostenibles, reconociendo así que la sostenibilidad puede tener impactos financieros reales y cuantificables. La firma puso al frente de este proyecto a Brian Deese, responsable global de Inversión Sostenible en BlackRock, que trabajó como asesor sénior sobre cambio climático y políticas energéticas de Barack Obama. El equipo, que gestiona más de 280.000 millones de dólares en activos, trabaja en estrecho contacto con el resto de departamentos de la firma, dirigiendo la innovación de los productos y los procesos de investigación e integración de los criterios ESG. Esto incluye el desarrollo de nuevas herramientas de análisis que permitan cuantificar elementos ESG con precisión: “Queremos ofrecer a nuestros clientes una imagen clara sobre cómo pueden afectar y mejorar las cuestiones de sostenibilidad al rendimiento a largo plazo en sus carteras”, comenta el experto.

Por este motivo, el equipo lleva trabajando los últimos años en la integración de criterios ESG en Aladdin, la herramienta de gestión de riesgos desarrollada por BlackRock que la firma utiliza a diario para el control de sus respectivas carteras. La integración de estas nuevas métricas permite incorporar en el análisis financiero un punto de vista ESG para determinar asimismo los riesgos extra financieros y calcular la huella de carbono de los fondos que tiene la firma.

Los tres pilares de la inversión ESG en BlackRock

Ahora bien, ¿cómo integra BlackRock el concepto ESG en sus productos de inversión? McKinley explica que la firma ha diseñado un proceso organizado en tres fases. La primera fase consiste en aplicar un filtro de selección excluyente, en el que el inversor puede eliminar determinados sectores o industrias. El segundo paso, denominado Environmental Social Investing, consiste en analizar cómo aquellas compañías que han superado el filtro de exclusión gestionan los riesgos relevantes en materia de ESG en comparación con sus homólogos, y estructurar carteras con esta información, sobreponderando a las empresas ESG de mayor rendimiento.

Aquí intervienen tres procesos clave: Integración ESG (se incorporan aspectos ESG al análisis técnico y tradicional de forma estandarizada, con un enfoque de mitigación del riesgo), ESG Best In Class (construcción de carteras con los valores que hayan obtenido la puntuación ESG más alta) y Optimización ESG, enfocada primordialmente a la gestión pasiva. Lo que hace BlackRock en esta fase consiste en trabajar con grandes proveedores de índices que ya hayan desarrollado indicadores a partir de criterios ESG. “En la parte de gestión activa, con frecuencia utilizamos nuestro propio análisis basados en el desarrollo de metodologías vanguardistas para medir los impactos de la inversión sobre el entorno (impact scoring) con tecnología Big Data, por ejemplo”, aclara McKinley.

El tercer enfoque del proceso abarca el Impact Investing, mediante el que los inversores buscan generar resultados positivos en los ámbitos social y medioambiental al tiempo que logran sus objetivos financieros. El objetivo es determinar el impacto concreto de la inversión y ofrecer transparencia sobre los objetivos de impacto perseguidos (el inversor recibirá un informe sobre el impacto de su cartera para saber si está cumpliendo sus objetivos además del tradicional informe financiero). “El Impact Investing en BlackRock trata de determinar cómo podemos seguir ofreciendo rentabilidad financiera y, además, generar un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente”, explica el experto.

Evolución y tendencias

“La tendencia que estamos observando es que los criterios ESG están pasando de ser una asignación nicho de la cartera a formar parte del proceso de toma de decisiones más generalizado a medida que los criterios ESG continúan expandiéndose en calidad y cobertura. La integración de una filosofía y un análisis de los criterios ESG se está convirtiendo en un requisito básico para tomar decisiones de inversión adecuadas a largo plazo”, prosigue el miembro del equipo de inversiones sostenibles.

Este señala una de las tendencias que está impulsando el interés y la adopción de estrategias de inversión sostenible: “Los millennials heredarán una riqueza de entre 30 a 40 billones de dólares, que recibirán a lo largo de las próximas décadas. Será la mayor transferencia de riqueza de la historia. Los miembros de esta generación tienen el doble de probabilidades de invertir en compañías que demuestren que sus inversiones tienen un impacto positivo sobre la sociedad”.

Sin embargo, el experto admite que “todavía queda camino por recorrer y que muchos inversores están empezando a considerar estos factores de una manera más proactiva”. Por este motivo, en la firma también ejercen labores de formación para guiar a sus clientes a lo largo del proceso de inversión sostenible y determinar qué herramientas les pueden resultar más útiles para cumplir sus objetivos.

Innovación

BlackRock ha desarrollado 22 productos sostenibles desde 2015 que pueden proporcionar una amplia exposición a criterios ESG, por ejemplo, a través de renta variable global o exposiciones más temáticas sobre el cambio climático o sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre otros.

McKinley menciona como ejemplo de estrategia innovadora al BSF Impact World Equity Strategy. "Probablemente todas las empresas respondan afirmativamente ante la pregunta de si conceden importancia al civismo empresarial. Y aunque queremos fomentar una divulgación más frecuente de este tipo de actividades – como ha insistido el propio consejero delegado de la firma, Larry Fink-, no es menos cierto que no pretendemos basarnos únicamente en lo que dicen las empresas”, explica. La estrategia detrás del fondo implementa técnicas de análisis de big data que permite al equipo gestor acceder a múltiples fuentes de datos, (información proveniente de ensayos clínicos, redes sociales, presentación de patentes ecológicas…), “para evaluar qué medidas reales toman las empresas respecto de los objetivos medioambientales o de salud, por ejemplo”.

El equipo gestor también ha descubierto que aquellas empresas que generan más ingresos con menos emisiones de carbono a menudo cuentan con unos fundamentales más sólidos, “ya que son más eficientes desde el punto de vista operativo y presentan mejores prácticas de gestión, lo que genera unos mejores resultados financieros que los de las firmas rezagadas en materia de reducción de emisiones de carbono”.

"Hemos hallado que aquellas empresas que gestionan de forma efectiva los factores ESG que resultan de vital importancia para el desarrollo de sus actividades empresariales tienen más probabilidades de generar valor que las que no lo hacen. Por ello, anticipamos que las empresas que gestionan con éxito los factores ESG tendrán mejores resultados financieros a largo plazo”, indica McKinley. “Buscamos proporcionar a nuestros clientes soluciones de inversión sostenible personalizadas que puedan mejorar su rentabilidad y acelerar la adopción de prácticas comerciales sostenibles a escala mundial", concluye.