Implicaciones para el inversor de la reunión entre EE.UU. y China en el G-20

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Osaka se prepara para recibir a los principales líderes políticos. Pero el verdadero foco de esta reunión del G-20 está en el encuentro entre Estados Unidos y China del sábado. La guerra comercial ahora pende de Xi Jinping y Donald Trump, y las gestoras internacionales preparan sus cábalas ante los posibles escenarios. ¿A qué debe estar atento el inversor? Los expertos desgranan las claves. 

En esencia, las gestoras aspiran a la vuelta al diálogo. Que se vuelvan a sentar juntos Xi y Trump. “El escenario más probable es que ambas partes se replieguen desde los extremos en los que se encuentran, que continúen negociando y retrasen la puesta en marcha de nuevos aranceles adicionales”, afirma Tony Peng, gestor de multi-activos para Asia Pacífico de Aberdeen Standard Investments.

Algunas gestoras se muestran moderadamente optimistas. Al fin y al cabo China y los funcionarios de comercio de EE.UU. ya están manteniendo conversaciones antes de la reunión Trump-Xi, según asegura Hervé Chatot, gestor de multiactivos de La Française AM. “Ambos países quieren un acuerdo y Donald Trump no quiere debilitar la economía estadounidense antes de las elecciones de 2020”, defiende. Stefan Kreuzkamp, director de inversiones de DWS, pide ir con las expectativas rebajadas. “No esperamos que ambos se abracen y entierren el conflicto para siempre. Pero la reunión debería dar algo de alivio”, afirma.

Frank Häusler, estratega jefe de Vontobel AM, coincide. Ve como escenario más probable que Trump y Xi reanuden las negociaciones. “Potencialmente, podrían congelar el status quo entre EE.UU. y China sobre los aranceles actuales durante un período limitado de tiempo”, vaticina. Sin embargo, recuerda que las tarifas de los automóviles estarían exentas de esto, ya que son de naturaleza global y están mucho más dirigidas a la Unión Europea y Japón. Un acontecimiento fuera de este escenario principal, positivo o negativo, tendría un efecto en los mercados.

El problema para el inversor es que, según Chatot, el resultado más probable, el de un alto el fuego, está bastante descontado por el mercado. En la misma línea opina Esty Dwek, responsable de estrategia de mercado en Dynamic Solutions (Natixis IM). No ve mucho potencial de subida mientras que sí lo hay de caídas si las negociaciones se rompen y la disputa escala en agresividad.

¿Y si sale mal?

El problema es que hay una alta probabilidad de que China y Estados Unidos se vuelvan a levantar de la mesa sin llegar a una resolución. Ya pasó en la reunión de hace unas semanas. Como recuerda Chatot, las conversaciones comerciales se interrumpieron en mayo cuando la Administración de Trump aumentó los aranceles del 10% al 25% sobre las importaciones chinas por valor de unos 200.000 millones de dólares y China tomara represalias con aranceles más altos. De hecho, Peng ve como el segundo desenlace más probable que ambos no cumplan con el plazo del 1 de julio, las negociaciones se rompen y se implementa el siguiente tramo de aranceles.

Ahora mismo la reunión podría acabar en dos extremos. O un apretón de manos y un compromiso para seguir negociando que calme la situación durante seis meses, pero también podría fracasar y dar pie a que EE.UU. dictara aranceles sobre los restantes 300.000 millones de dólares de productos chinos, o bien una fecha tope para que esto ocurra. “El factor humano en las personalidades de Xi y Trump probablemente sea decisivo”, apunta Jeremy Ocansey, analista de Fidelity International.

Los expertos vienen alertando desde hace tiempo que no es un conflicto con fácil resolución. Y es que esto es mucho más que una batalla comercial. China y Estados Unidos se juegan la hegemonía tecnológica. “De las 20 tecnológicas más importantes del mundo, 11 son estadounidenses y nueve de China. Esta carrera por el dominio tecnológico perdurará”, insiste Kreuzkamp. Neil Dwane, estratega global de Allianz Global Investors, habla de una guerra fría en la tecnología. Podríamos llegar a ver dos ecosistemas rivales. Esto podría tener un potencial positivo para algunos sectores, como la defensa o la ciberseguridad, pero habrá mayor disrupción en muchas de las cadenas de suministros de las grandes tecnológicas y compañías de consumo.

Como preparar las carteras

Dwane es de los más pesimistas. Si no se llega a un acuerdo comercial vaticina un impacto significativo en la economía global en 2020. El experto ve dolor para el consumidor estadounidense, tensiones en la financiación en dólar americano, presión para elegir un bando, una campaña por parte de China para no comprar productos americanos, repatriación de compañías chinas, menos compradores de Tesoro americano.

“Este escenario sería muy arriesgado para los mercados e implicaría un período más prolongado de incertidumbre”, analiza Chatot. “Todos los activos de riesgo caerían bruscamente y los activos refugio se recuperarían con fuerza (principalmente los bonos del Tesoro americano y el oro), ya que los mercados se verían afectados por una guerra comercial y una recesión mundial en los próximos meses”.

Más oportunista se muestra Naomi Waistell, gestora de Newton, parte de BNY Mellon Investment Management. Defiende que cualquier corrección en China puede ofrecer puntos de entrada muy atractivos en valores concretos. "Aunque el gigante asiático no es inmune a las consecuencias de un cambio en el régimen comercial, está bien posicionado para adaptarse a una situación de este tipo gracias a su vasto mercado interno: el gasto en consumo chino ya supera el consumo estadounidense, de ahí su importancia para las empresas exportadoras de Estados Unidos", explica.

Ocansey es más razonable con las posibles consecuencias. Al final, el comercio supone tan solo un pequeño porcentaje del producto interior bruto de EE.UU. Además, cualquier efecto sobre la economía china probablemente se compense con nuevos estímulos, lo que podría mitigar las consecuencias para el crecimiento mundial, ve el experto.

Dicho esto, Claudia Calich, gestora del M&G (Lux) Emerging Markets Bond, mantiene un posicionamiento defensivo. Aunque matiza que el mercado ya está descontando bastantes malas noticias. “Redujimos el riesgo de algunas de nuestras posiciones en deuda corporativa china hace unos meses, dado que los diferenciales se han estrechado hasta situarse en niveles que ya no consideramos interesantes, y hemos reinvertido los beneficios en otras clases de activos emergentes, incluidos aquellos de Europa oriental y del África subsahariana”, cuenta.