Impago en Venezuela: las gestoras advierten de una reestructuración de la deuda a gran escala

ruurmo
ruurmo, flickr, Creative Commons

El cerco se estrecha en torno a Venezuela. El pasado lunes se celebró una reunión en Caracas con los principales acreedores de la República, con el objetivo de reestructurar la deuda pendiente, pero sin alcanzarse ningún acuerdo. Entre tanto, la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s ha abierto la veda, al calificar la deuda soberana de Venezuela en divisa extranjera como SD o impago selectivo, debido a que el país no abonó los 200 millones del cupón de sus emisiones de deuda con vencimientos a 2019 y 2024. El rating para la deuda en divisa local se mantiene en CCC con perspectiva negativa.

Thuy Van Pham, economista de mercados emergentes de Groupama AM, aporta algunos datos sobre los compromisos financieros pendientes del país. Primero, recuerda que debería haber pagado el pasado 10 de noviembre vencimientos valorados en 81 millones de dólares, más otro pago de 200 millones previsto para el 13 de noviembre. La experta indica que las estimaciones sobre el montante de la amortización oscilan entre 1.500 y 1.700 millones de dólares hasta final de año, y otros 8.000 millones en 2018. El peso de la deuda externa, que cifra en 167.000 millones de dólares, equivale al 70% del PIB venezolano.

La economista explica que, hasta ahora, el país ha sido capaz de reembolsar su deuda externa “gracias a la caída controlada por parte de las autoridades de las importaciones, pero especialmente por las ventas de lingotes de oro”, hasta el punto de que las reservas de oro venezolanas cayeron hasta los 7.500 millones en agosto (ver gráfico)

Captura_de_pantalla_2017-11-15_a_la_s__12

Entre tanto, los mercados han puesto largamente en precio la posibilidad de impago, hasta el punto de que la mayor parte de los bonos están cotizando en el nivel de los 20 puntos. Jean Jacques Durand, gestor de Edmond de Rothschild AM, declara que la deuda venezolana es la mayor convicción que refleja actualmente la cartera de su fondo, el EdR Emerging Markets: “Vemos el potencial de largo plazo como la ecuación de rentabilidad/ riesgo más asimétrica que hemos visto en el mercado desde el impago de Rusia en 1998”. Al haber caído tanto el valor de los bonos, Durand afirma que “el potencial de recuperación en el largo plazo es mucho más elevado incluso después de una reestructuración comprensiva de la deuda y tanto si en el camino hay impago o no”.

Durand cree firmemente que “cualquier régimen que alcance el poder en el país, ya sea el actual o mañana la oposición, o un gobierno de transición, siempre tendrá un fuerte incentivo para adoptar un acercamiento negociado con los acreedores”. El gestor recuerda que Venezuela lleva años pagando puntualmente sus deudas a pesar del deterioro económico, disposición que responde a la necesidad de “evitar ningún riesgo para el negocio petrolero y para los activos externos que posee el país, siendo este tan dependiente de una única fuente de riqueza”.

El gestor concluye que “no podemos excluir un default el día de mañana, porque la liquidez es escasa, pero vemos una capacidad de largo plazo para el pago, dado el stock existente de deuda, y somos muy optimistas con el potencial del país con las políticas adecuadas, dados todos sus recursos”.

Se precipitan los acontecimientos

La gestora de M&G Investments Claudia Calich afirma que el anuncio de los planes de reestructuración “planteó más preguntas que respuestas, al estar los bonos de mayor duración batiendo en rentabilidad a los de menor duración”, así como por el hecho de que sí se abonó el principal del último vencimiento. “Tampoco está claro si buscan reestructurar tanto la deuda soberana como los bonos de PDVSA, o sólo uno de los dos. Debido a sus diferentes estructurales legales, la reestructuración de PDVSA es mucho más compleja que la de la deuda soberana”, añade. El otro punto que suscita dudas a la experta es cómo serán las negociaciones con los bonistas estadounidenses, “dado que el jefe negociador es individuo al que EE.UU. ha impuesto sanciones”.

Calich asevera que “aunque el momento exacto del impago es muy difícil de predecir y las noticias se están produciendo más pronto de lo esperado (no hay datos para evaluar la posición de liquidez de Venezuela), esto ha sido un lento desastre que ya dura varios años, por lo que el anuncio de default no debería producir un contagio hacia otros activos emergentes”. Calich tiene una asignación de alrededor del 1,5% a deuda venezolana de larga duración en el M&G Emerging Markets Bond Fund.

Según Yerlan Syzdykov, responsable adjunto de emergentes en Amundi, “el anuncio de reestructuración cambia el consenso prevalente hacia Venezuela y sus bonos cuasi soberanos”. Se refiere a que el mercado esperaba que “Venezuela diera servicio a la deuda hasta 2018 y después buscase reestructurar sólo la deuda de la República”, pero Nicolás Maduro ha sido ambiguo al plantear la reestructuración de la deuda, apuntando tanto a la deuda soberana como a la cuasi soberana. Syzdykov calcula que sólo entre PDVSA y la eléctrica Elecar acumulan atrasos de 750 millones de dólares en concepto de cupón, sobre una deuda viva de 66.000 millones de dólares. La reunión celebrada en Caracas fue descrita por los acreedores asistentes más como una puesta en escena – con alfombra roja y bolsas de regalos, como recoge Bloomberg- que como un intento serio de negociación. Ante estos últimos acontecimientos, el experto piensa que “la evaluación del mercado sobre la probabilidad de una transición y, por tanto, del futuro de Maduro, serán importantes motores de los precios de los bonos”.

Asimismo, el responsable insiste en que las últimas maniobras pueden ser un intento de la República Bolivariana de Venezuela de “proteger a PDVSA de entrar en una reestructuración”. “Considerando la complejidad de la posición del gobierno, puede que la decisión de reestructurar refleje un deseo de negociar un resultado más favorable, que es improbable, bajo nuestro punto de vista”, sentencia.

¿Qué pasaría si Venezuela impaga?

“Un impago soberano completo de Venezuela podría ser uno de los eventos más complejos de esta naturaleza y requeriría una reestructuración de larga escala”, afirma Syzdykov. Éste cree que “sólo la República sabe el nivel total de deuda”, pero calcula que los inversores estadounidenses controlan alrededor del 70% del stock en divisa fuerte.

La economista de Groupama AM resalta la complicación añadida que supone el hecho de que EE.UU. haya impuesto sanciones a Venezuela, incluyendo la prohibición a cualquier ciudadano o banco estadounidense de comprar bonos nuevos o negociar acuerdos con PDVSA a proposición del gobierno venezolano. Esto supone de forma material que “se impide cualquier acreedor americano participar en una renegociación”.

En el plano económico, la experta anticipa que “un impago agravará aún más la situación, que ya está extremadamente degradada”. Recuerda que el PIB se contrajo en 2016 por tercer año consecutivo (-16.5%), y que el país sufre de hiperinflación: “La inflación anual se estima de media en un 254% en 2016 y podría llegar al 653% en 2017 (ver gráfico). El resultado de la crisis es, por lo tanto, incierto”, sentencia.

Captura_de_pantalla_2017-11-15_a_la_s__12