Hay mucho en juego para Europa

Yves_Longchamps

TRIBUNA de Yves Longchamp, responsable de investigaciones de Ethenea. Comentario patrocinado por Ethenea Independent Investors.

En junio hay mucho en juego para Europa, y no solo en la Eurocopa. Los actores de los mercados de capitales internacionales verán efectivamente si los británicos pasarán a la siguiente fase del juego sobre el futuro de Europa.

Según las últimas encuestas, no parece que el referéndum sobre el brexit del 23 de junio de 2016 vaya a coronarse con el dudoso éxito de que Reino Unido eleve su insularidad geográfica también al ámbito político. No obstante, a los patriarcas de la Unión Europea Jacques Delors y Helmut Kohl les debe haber costado contener las lágrimas. ¿Qué ha sucedido con la idea europea de la solidaridad y la subsidiariedad?

Dentro de la zona euro hay aún más en ebullición. Unos 70 años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, los partidos nacionalistas de derecha viven un renacimiento. Entretanto, los grandes partidos populares (aún) en el gobierno se han convertido en una sombra de lo que eran y ahora luchan con acciones desde la retaguardia. Las supuestas ayudas a Grecia, que ascienden ya a la descomunal cifra de casi 250.000 millones de euros, no están en sirviendo en absoluto para ayudar a los griegos. Según los cálculos optimistas, apenas 10.000 millones han permanecido en Grecia, es decir un 4%. La mayor parte del resto de las denominadas ayudas se transfirieron tras unos segundos contables directamente a las cuentas del BCE y los demás acreedores extranjeros, para aplazar el mayor tiempo posible la inevitable quiebra del país. En economía, a este comportamiento se le denomina dilación de la quiebra. Y en Alemania, el país más influyente de la zona euro, habrá elecciones al parlamento federal en 17 meses. Los partidos gobernantes sufrirían una clara pérdida de votos en favor de Alternativa para Alemania si los responsables admitieran la verdad sobre la incapacidad de pago de Grecia y, por consiguiente, el fracaso de la política de rescate. Un posible recorte de la deuda también despertaría la posible codicia de otros países europeos más grandes. Mejor ni pensar qué ocurriría si países del tamaño de Italia empezaran a discurrir de este modo.

Esta desafortunada situación en el frente político sin duda no alienta la disposición a invertir de los inversores internacionales, más bien lo contrario: se evita en gran medida la renta fija y variable europea, si se puede. Unas fuerzas de carácter más bien especulativo impulsan algún que otro avance en los mercados de renta variable (aún) no manipulados.

Los mercados de renta fija europea ya han caído, tras los diversos programas de compras del BCE, a unos niveles de rendimiento que no ofrecen ninguna relación razonable con los riesgos. Por consiguiente, evitamos en la mayor medida posible invertir en renta fija europea. Los valores europeos también desempeñan un papel bastante secundario en la parte de renta variable de nuestros fondos.

La zona del dólar presenta asimismo cada vez más dificultades. El anuncio de los miembros del FOMC de que prevén subir (pronto) los tipos provoca temblores en el mercado y entre sus inversores. ¿Las subidas de tipos vendrían a compensar una posible demora en la actuación del banco central estadounidense para luchar contra la inflación? En caso afirmativo, esto significa que la Fed se encuentra detrás de la curva y que, por consiguiente, la inflación podría subir más de lo esperado, con las implicaciones negativas correspondientes para las inversiones en el tramo largo de la curva de tipos estadouni­dense. No obstante, en caso de que las alzas de tipos supongan simplemente una vuelta hacia la normalización de la política monetaria, las inversiones en el tramo largo de la curva de tipos reaccionarían de manera positiva, pues significaría que la Fed de EE.UU. tenía la situación bajo control, y las inversiones en los tipos estadounidenses parecerían muy atractivas comparado con otros países.  

En este contexto, las inversiones estratégicas deberían analizarse muy minuciosamente y, en conjunto, no debería utilizarse todo el presupuesto de riesgo. Cualquier dato lleva a una nueva interpretación de la situación y, por ende, también a menudo a una nueva valoración de los precios ajustados a la volatilidad, que en la mayor parte de los casos contribuye, conforme a la ley de Murphy de manera negativa a los resultados finales.