Ha llegado el momento de la verdad

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Joel Filipe (Unsplash)

Dadas las favorables perspectivas de crecimiento económico a largo plazo, los inversores esperan sacar algo bueno de cualquier nueva situación de crisis en los mercados emergentes. Y esto lo estamos viendo una vez más. Por primera vez desde el 2002, los mercados emergentes están bajo una gran presión. Hay salidas de capital de los mercados emergentes porque el banco central Americano está gradualmente normalizando su política monetaria, pero también porque los riesgos macroeconómicos en las economías emergentes han aumentado considerablemente. Esto conlleva un debilitamiento de las divisas, que a su vez fuerza a los bancos a subir tipos. Tipos de interés más elevados y un pobre clima de inversión a causa de políticas poco exitosas y el malestar social, aumentan aún más la presión en el pobre nivel de crecimiento.
   
El diferencial de crecimiento entre los mercados emergentes y desarrollados ha caído a un mero 2%. No se veía este diferencial tan bajo desde el 2001. Y mientras la presión en las divisas, los riesgos políticos y el malestar social también crecen a paso firme, una gran mayoría de los inversores parece pensar que las correcciones de los mercados ya han terminado. Los inversores institucionales vuelven a comprar, y varios creadores de mercado han lanzado recomendaciones de compra para los mercados emergentes. Su principal argumento parece basarse en su atractivo precio.

¿Pero qué ocurrirá si continúa el malestar social? ¿Y si la presión en los mercados emergentes persiste? Estas preguntas no son hipotéticas, ya que sólo un tercio del capital que entró en fondos de deuda emergente desde que la Fed comenzó la flexibilización cuantitativa en Noviembre del 2008, ha salido de nuevo. El año pasado, los países con elevado déficit por cuenta corriente fueron los primeros en sufrir la presión. Países como Turquía, India y Sudáfrica eran países que apuntaban a ser las primeras víctimas ya que eran los que necesitaban más ayudas económicas. Gradualmente, la atención se ha expandido a países con altos riesgos institucionales y políticos, economías defectuosas y pobres perspectivas de crecimiento. Brasil, Tailandia y Hungría son buenos ejemplos. Pero hasta ahora la combinación de importantes desequilibrios, políticas económicas que iban a peor y una falta de reformas, han desencadenado en importantes caídas de las divisas y correcciones de mercado.

En una situación de crecimiento a la baja y aumento de tipos, es de esperar que tanto empresas como hogares se enfrenten a importantes problemas. Tras diez años de relevante crecimiento del endeudamiento en los mercados emergentes, la vulnerabilidad a las subidas de tipos es elevada. Para aquellas empresas que se endeudaron en el extranjero, los tipos de cambio a la baja son un problema más. El aumento de bancarrotas incrementará la presión en la banca. En esta decisiva fase de la crisis será importante determinar qué mercados emergentes cuentan con el sector bancario más vulnerable. Un buen indicador de esto es el aumento de la deuda como porcentaje del producto nacional bruto. Los países que deberían estar preocupados son China, Malasia, Tailandia, Turquía y Brasil.