Greta Garbo quiso zapatos para andar

Sabía que, más pronto que tarde, les escribiría algo sobre Greta Garbo, una mujer de la que me gusta todo. Cuántas veces he visto algunas de sus películas, no lo sé… pero descubrir un solo gesto pasado por alto en uno de sus films es como hallar un tesoro.

El pretexto me lo ha dado el Museo Salvatore Ferragamo, en Florencia, que dedica una exposición a una de sus clientas más célebres, Greta Garbo, y que ha sido prorrogada, debido a su éxito, hasta el 18 de octubre.

Cuenta la leyenda que la Garbo entró en la zapatería florentina y, dirigiéndose al Maestro, le dijo algo así como “quiero zapatos para andar”. A lo que el zapatero creó, inspirado en ella, unos sencillos, cómodos y elegantes zapatos. La exposición se centra en el estilo sencillo, sobrio, casi masculino pero elegante e intemporal de Garbo y muestra fotografías, vestidos de sus películas más emblemáticas, piezas escogidas de su fondo de armario y, claro, sus zapatos de Ferragamo.

Tanto Greta Garbo como Salvatore Ferragamo buscaron y hallaron el éxito desde unos inicios humildes. Ambos, fuera de sus países, fueron la encarnación del american dream triunfando en Hollywood. Tras la gloria, el florentino regresaría a Italia en 1927, aunque permanecería de por vida ligado a Hollywood calzando a las más glamurosas estrellas y mujeres de la época. En el museo florentino hay expuestas centenares de hormas de zapatos con los nombres de Marilyn Monroe, Marlene Dietrich o Audrey Hepburn.

 

La sueca de nacimiento, sin embargo, permaneció en EEUU, pero alejada del brillo de Hollywood. “Quiero estar sola” o “déjenme en paz” fueron su divisa. Retirada de las pantallas en la cima de su estrellato, a los 36 años, se mudó a un maravilloso apartamento en Manhattan con vistas al Hudson que atesoró con obras de arte. Pinturas de Renoir, Bonnard, Kees van Dongen y Alexej von Jawlensky, mobiliario francés del siglo XVIII… decoraban un magnífico apartamento que fue su santuario de paz, pero a cuya puerta vivieron paparazzis día y noche, año tras año, buscando captar una imagen de la Divina. Ella se dedicó a pasear, a andar, sola o con escogida compañía. Desde luego New York es una ciudad que invita a ello, y con unos cómodos y bonitos zapatos de Salvatore Ferragamo, mejor.

Su hogar tan sólo sería fotografiado tras su fallecimiento, a los 84 años, cuando su sobrina y única heredera vendió, en Sotheby´s, parte de su magnífica colección. Sólo así se “invadió” la intimidad de una sencilla pero fascinante mujer, que nunca concedió ninguna entrevista. Y sin embargo, esto no hizo más que aumentar su magnetismo.

Apartamento de G.G. en N.Y. 1990.

En suma, señoras y señores del mundo de la inversión, hoy nada de subastas millonarias… me permito recomendarles un riesgo cero, altísima rentabilidad. Una pequeña joya del séptimo arte: vayan a buscar una película de la Garbo. Una de mis preferidas –quizás porque la volví a ver hace pocos días- es Ninotchka, y disfruten de una de las comedias más deliciosas de la historia del cine. (Dejo constancia aquí de que mi vecino de blog, Macro Man, insiste en catalogar el film de comedia política. Sin acuerdo, seguimos discutiéndolo…)

También es siempre una inversión una escapada a Florencia, donde pueden disfrutar de la exposición y del interesante museo Ferragamo. O, por qué no, invertir en un buen par de zapatos. Para conmemorar el maridaje Ferragamo-Garbo, la marca de lujo italiana anunció el lanzamiento de cuatro réplicas de los diseños creados por el maestro de las estrellas para la estrella que más brilló.

Zapato de Ferragamo, inspirado en Garbo, que será reeditado este año.

P.D. Les dejo un breve pero interesante video realizado con motivo del 20º aniversario de su fallecimiento. Hasta pronto.