Grecia: los expertos opinan sobre el último acuerdo

Grecia ha sido de nuevo rescatada por la UE. Algunos gestores, como M&G, creen que la decisión no es equilibrada y critican el plan de restructuración que contempla que se condone la mitad de la deuda del país por parte de acreedores privados mientras limita mucho el sufrimiento de las autoridades públicas. En ese sentido, Barclays piensa que es importante subrayar el papel del sistema europeo en el rescate y las implicaciones de cara al futuro, en forma  de una menor disponibilidad de los inversores extranjeros a invertir en deuda de los países periféricos, cuya oferta tendrá que ser absorbida por inversores locales y BCE. Para Banif, la sensación es agridulce pues aunque es un importante paso, esperaban que la quita permitiera una mayor reducción de la deuda y creen que existe un importante riesgo de que los inversores privados no acudan al acuerdo y se haga una quita obligada, mientras Ahorro Corporación indica que, aunque el acuerdo ayuda a la estabilidad financiera, eso no significa que Grecia deje de ser un problema para el euro.

 

Richard Woolnough, gestor del M&G Optimal Income, analiza las implicaciones para los inversores en renta fija griega del llamado acuerdo de la participación del sector privado (PSI, por sus siglas en inglés). Un acuerdo al que han llegado Grecia y las autoridades europeas sobre el lanzamiento de un swap de bonos con el sector privado, que estaría en las fases finales de negociación, y que permitiría al país reducir su ratio de deuda con respecto al PIB hasta el 120,5%, desde el actual 160%. "El PSI asegura que el sector privado sufrirá una pérdida real mientras el público -los bancos centrales europeos nacionales y el BCE- no sufrirán pérdidas", explica. Para el experto, los bancos centrales tienen esta posición privilegiada porque están preparados para proporcionar más financiación a Grecia. "Por supuesto, no está en el interés de los políticos sufrir pérdidas en los bancos centrales como resultado del préstamo a Grecia y por supuesto son los políticos los que establecen el marco legal y regulatorio. Los políticos no sólo pueden cambiar la portería sino también el balón con el que se está jugando", dice el gestor, convencido de que "los políticos y las autoridades están ejercitando su poder".

 

Por ello, para Woolnough el acuerdo causará un "sufrimiento desproporcionado en el sector privado" tanto en términos absolutos como relativos frente al sector público, lo que castiga a los inversores privados griegos frente a "los especuladores que han tomado posiciones cortas" en deuda griega. El problema con el procedimiento PSI es que no recompensa a los agentes económicos de forma proporcionada, dice el experto, que cree que el precedente sentado para el futuro significa que si una crisis pública de deuda ocurre, los inversores privados estarán menos dispuestos a apoyar al gobierno en apuros y los especuladores serán recompensados por sus posiciones cortas. "Ello impactará en la sostenibilidad de las finanzas públicas en el momento en que precisamente se debería buscar generar confianza en su capacidad de cumplir con sus obligaciones", asegura.

 

"Los inversores que están cortos en deuda griega ganarán dinero, el poder legal del estado hará que las autoridades no sufran daños mientras los inversores privados pierden", dice el gestor, analizando las implicaciones para los inversores. "Las langostas serán bien alimentadas, las autoridades al menos no perderán y los inversores privados habrán malgastado su inversión", apostilla.

 

En esta línea, Barclays piensa que es importante subrayar el papel del sistema europeo en el rescate y las implicaciones de cara al futuro. El banco indica que los estatutos del eurogrupo incluyen varias referencias a las posiciones del BCE y los bancos centrales en la deuda griega, que “han sido tenidas con propósitos de política pública”. Así, el eurogrupo toma nota de que los beneficios del BCE serán repartidos entre los bancos centrales nacionales parte de los beneficios que obtenga de su cartera de bonos griegos (55.000 millones de euros, adquiridos a un precio promedio del 75% de su nominal), que posteriormente podrían ser reintegrados a las arcas públicas helenas. Pero Barclays considera que algunas inversiones de bancos centrales nacionales en deuda griega no se han hecho con propósitos públicos, y sin embargo, no participan en el acuerdo de intercambio de bonos que sí afecta al sector privado.

 

Para el banco, ello tendrá impacto en la disposición de los inversores extranjeros a volver a algunos de los mercados periféricos europeos y pasará tiempo antes de que los inversores foráneos lo hagan. Por ahora, Barclays dice que los locales (junto con el BCE y el EFSF) tendrán que están preparados para absorber la nueva oferta y considera que, aunque el acuerdo da algo de alivio a corto plazo, la decisión ya estaba descontada. “Con los aún riesgos de implementación en las próximas semanas, y las elecciones griegas una vez se apruebe el acuerdo, sospechamos que aún no se producirá un mayor rally en el final corto de las curvas española e italiana, o un sustancial aplanamiento de las mismas. Seguimos pensando que habrá aplanamiento a medio plazo en esos países”, apostillan.

 

Para Banif, uno de los riesgos es que la aceptación del canje no sea casi universal (superior al 90% sobre 200.000 millones de euros) por parte del sector privado (tal como espera la troika y el Ejecutivo griego), pues el Gobierno heleno podría activar las Cláusulas de Acción Colectiva (CACs), lo que desembocaría en un posible evento de crédito que tendría consecuencias importantes desde el punto de vista financiero, debido a la activación de CDS. El banco analiza las nuevas condiciones para la concesión de un segundo programa de asistencia a Grecia, que se basan en tres pilares fundamentales. El primero, una mayor supervisión de las cuentas públicas griegas y de la implementación de las reformas alcanzadas por parte de la troika, con el fin de evitar lo ocurrido con el primer programa de rescate, cuando se dejaron de cumplir bastantes acuerdos alcanzados (privatizaciones, etc…). El segundo, es la necesidad de un acuerdo casi universal entre los bonistas privados para acudir al canje de la deuda, uno de los principales factores que permitirían un ratio de deuda sobre PIB más manejable (120%) para la economía griega. Por último, una rebaja retroactiva sobre el interés a pagar por los préstamos bilaterales del primer rescate, lo que contribuiría a aligerar la carga financiera helena.

 

"Aunque se trata de un importante paso hacia delante desde el punto de vista institucional, que aleja de forma casi definitiva un default desordenado griego en el corto plazo (siempre y cuando se alcance un acuerdo respecto al PSI), nos deja una sensación agridulce, puesto que desde el punto de vista griego hubiese sido más interesante un porcentaje de quita más elevado que le permitiese reducir el ratio de deuda sobre PIB de manera más pronunciada (hasta el 100% por lo menos), lo que facilitaría la viabilidad a largo plazo de la economía griega", dicen en la entidad.

 

Otro punto que introduce cierto escepticismo respecto a los acuerdos alcanzados, son las previsiones, a su juicio bastante optimistas, respecto a la evolución de la economía griega. Así, la troika estima una contracción del PIB del 1% para la economía griega en 2013 y crecimientos progresivamente positivos de ahí en adelante, perspectivas que ponemos en tela de juicio dada la escasa capacidad de recuperación demostrada por esta economía. De ahí que exista un importante riesgo de que el nivel de deuda se incremente nuevamente respecto a los objetivos fijados, lo que obligaría a ajustes adicionales. Así, no descartan que Grecia continúe siendo un foco de atención del mercado a lo largo de los próximos meses. "Por tanto, reiteramos que de cara a los próximos meses, y una vez resuelto el problema griego, se nos antoja fundamental que continúen reforzándose los mecanismos de rescate (EFSF y ESM) con el fin de apuntalar la situación institucional y evitar nuevos episodios de riesgo sistémico", explican.

 

Según José María Valle, analista y estratega en Ahorro Corporación, “este acuerdo permitirá la reestructuración de la deuda griega, pondrá las finanzas públicas griegas en una senda más sostenible, y por tanto, contribuirá a salvaguardar la estabilidad financiera de Grecia y de la Eurozona”. No obstante, esto no significa que el país vaya a dejar de ser un problema para el euro. Tan es así que este experto sigue viendo algunos factores de incertidumbre, como el hecho de que el grado de participación del sector privado se sitúe a corto plazo “en cotas deseables”, que Valle establece en torno al 100%. A medio plazo, el riesgo está en que “Grecia sea efectivamente capaz de implementar las medidas de ajuste y las reformas acordadas, de lo que dependerá, en última instancia, el éxito del programa de ayuda”, asegura.