Fondos y Psicología del Inversor

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Los fondos de inversión siguen siendo el vehículo idóneo para la inversión a medio y largo plazo de cualquier persona física. La diversificación que ofrecen y su fantástica fiscalidad les diferencian del resto de productos de inversión. A través de los fondos de inversión cualquier inversor, por pequeño que sea, puede diferir tanto tiempo cuanto quiera su tributación. Basta con realizar traspasos entre fondos a lo largo del tiempo. Pese a ello, las cifras de evolución del patrimonio y de suscripciones y reembolsos parecen cuestionar la ventaja de los fondos.

Las causas de la caída del patrimonio de los fondos de inversión son diversas. Por un lado, el mal comportamiento de todos los mercados durante los últimos quince meses, incluyendo los de renta fija, ha mermado el patrimonio de los fondos por el efecto valoración. En segundo lugar, las propias entidades financieras, en un entorno de dificultades de financiación, han optado por orientar su acción comercial al traspaso de patrimonio en fondos de inversión a depósitos. Prefieren recomendar a sus clientes productos que se reflejen en su balance, frente a los fondos de inversión que son productos de fuera de balance. En tercer lugar, existe un efecto psicológico.

Una de las características de los fondos de inversión es su liquidez diaria (salvo excepciones) y como consecuencia la publicación de su valor liquidativo diario. En un entorno de fuertes caídas en el valor liquidativo de los fondos, muchos inversores sólo se fijan en el importe que queda de su inversión. No analizan ni el motivo de la caída ni la composición del fondo. Así, frente a un fondo de inversión en renta variable que esté compuesto principalmente por grandes valores conocidos por el inversor, y una cartera directa compuesta por los mismos valores, es frecuente comprobar como el inversor acepta mucho mejor las pérdidas de la cartera frente a las pérdidas del fondo. En el caso de la cartera directa, el inversor ve directamente en su cuenta los valores que posee. Si son valores sólidos y conocidos por él, su preocupación se reduce. Por el contrario, en el caso de los fondos de inversión, aunque los valores que componen su cartera sean esencialmente los mismos, el inversor se siente menos seguro. Lo único que percibe es el menor valor de su inversión. Para él no es lo mismo haber perdido un 25% en el fondo de bolsa XXX que en una cartera compuesta por Telefónica, Santander, Repsol y Mapfre.

Lo mismo ocurre con los fondos de renta fija. Para un cliente conservador es fácil adquirir un bono a 2 ó 3 años con un determinado cupón y entender que si lo desea vender antes del vencimiento el valor del bono puede oscilar. Periódicamente puede observar la el abono del cupón correspondiente en su cuenta. Sin embargo, pocos clientes conservadores admiten pérdidas temporal en fondos de renta fija.

El factor psicológico comentado no está basado en ningún estudio académico, sino en el trato constante con un elevado número de clientes. La principal conclusión que se puede extraer es que pese a las bondades teóricas y contrastables de los fondos de inversión, no todos los inversores están preparados para sufrir la volatilidad de los valores liquidativos, aunque sí soportarían las oscilaciones de una cartera directa con los mismos componentes.

En tiempos tan convulsos como los actuales, cualquier asesor comercial, además de un amplia bagaje técnico, ha de contar con ciertos conocimientos prácticos de psicología del inversor.