O gigantes o artesanos: las únicas alternativas de las gestoras para no morir

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La industria de los fondos vive sus años dorados, aupados por unas bolsas alcistas y el crecimiento de la clase media. El patrimonio invertido en España ha incluso superado los niveles previos a la crisis financiera. ¿Cuánto más puede durar la gallina de los huevos de oro? Hay quienes ya divisan su final. “El negocio de la gestión de activos ha navegado cómodamente en una ola de riqueza, pero es posible que el barco pronto se estrelle contra los arrecifes que se esconden en la superficie”, afirma un reciente informe de la consultora Bain & Company.  

La era del dinero fácil que empezó en 2012, marcado por unos bajos tipos de interés y la recuperación económica, escondía unas tendencias seculares profundas en el comportamiento del consumidor. La población se ha vuelto más consciente del coste de las costas; y esto se extiende a los productos financieros en los que invierte. A su vez, la regulación ha empujado hacia una mayor transparencia y una comercialización más estricta. Esto ha generado una mayor inversión por parte de las gestoras en compliance y con ello mayores costes y su correspondiente ajuste en beneficios.

Las vacas ya han comenzado a adelgazar. Según estimaciones de Bain & Company, pese a que el patrimonio bajo gestión medio por gestora ha crecido un 7% anualizado desde 2012, sus beneficios han caído un 2% anualizado en ese mismo periodo. Y de cara a 2022 calculan que la tendencia irá a peor:

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En un entorno menos acomodaticio, ¿qué opciones tienen las gestoras? Pues o convertirse en artesanos de lo nicho o gigantes de la gestión activa. No habrá hueco para el término medio, para aquellos negocios medianos sin ninguna ventaja competitiva. 

Las que optan por crecer tienen dos vías. Hay ejemplos como BlackRock o Vanguard, quienes han repartido sus costes a lo largo de una base grande y predominantemente de gestión pasiva para lograr una sólida posición de escala. Otras firmas, como Amundi y Fidelity, tienen grandes carteras de gestión activa con una gama diversa de productos. 

La alternativa opuesta es el desarrollo de una oferta altamente diferenciada, que pueda justificar las comisiones premium a lo largo del tiempo. “Recientemente la mayoría del dinero institucional ha fluido hacia gestoras que generan un alpha alto”, comentan desde Bain & Company. Destacan en este segmento firmas como RobecoSAM, Nordea AM o boutiques estadounidenses. 

Otras compañías, notablemente Natixis, han construido un modelo de negocio estratégicamente atractivo que se nutre tanto de escala como de diferenciación. “Su modelo consiste en una cartera de boutiques diferenciadas que comparten una plataforma a clientes central”, explica la consultora.