Exotismo a cualquier precio...que pagas tú

Exotismo a cualquier precio,…que pagas tú

Miguel de Juan Fernández- A bordo del ARGOS 4 Abril 2014

(Dedicado a dos nuevos amigos: Gemma y José Antonio)

“Por odio y contrario afán, calumniado torpemente,        fue soldado más valiente     que prudente capitán. Osado y antojadizo,      mató, atropelló cruel,…           mas por Dios que no fue él, fue su tiempo quien lo hizo”

El Capitán Alatriste- Arturo Pérez Reverte

No sé si alguno de vosotros leeríais El Capitán Alatriste y toda la saga con tanta avidez y placer como yo, ya que creo que Pérez Reverte ha conseguido una novela que, salvando distancias por supuesto (y que él me perdone), siempre me recordó a las novelas de aventuras que hoy se consideran clásicos, al estilo de Beau Geste, La Carga de la Brigada Ligera, La Isla del Tesoro o Robinson Crusoe,…en el sentido de que nos hacen soñar y nos llevan a otros mundos y otras épocas. Estos versos – que mi hijo aprendió con unos tres años- reflejan cómo el Capitán Alatriste hacía lo que hacía por vivir en el tiempo que le tocó vivir. Si viviera en nuestra época su comportamiento sería distinto.

Pues, al igual que hice en las cartas del libro El lemming que salió raro, voy a tomar prestados estos versos para, agarrando fuerte el hilo no sea que se me escape, hablaros de cómo la banca privada hace algunas cosas …aprovechando el tiempo en que lo hace. Si el hilo resulta flojo,…¡disfrutad de los versos, vive Dios!, o si no, ¡no quedará sino batirnos!

Vamos a ello. Hace años, cuando aún trabajaba en banca privada se nos planteó un producto como si fuera lo más innovador del mundo y lo más exótico para nuestros clientes, a saber, una inversión privada en una sociedad inmobiliaria con vistas a ir acumulando las plusvalías y alquileres durante unos siete años aproximadamente. El importe a invertir en dicho vehículo, que para mayor exotismo no era en España sino en París, Francia, era de un mínimo de 250.000 euros por inversor. Eran otros tiempos, por supuesto, y aún no había venido la crisis, estábamos en 2006 si no recuerdo mal; había dinero, había inversores, había ganas y sobre todo, había ganas de hacer cosas “distintas”, exóticas, exclusivas,…aunque en esa exclusividad entraran muchos inversores, naturalmente.

Siempre me ha llamado la atención cómo los clientes en muchas ocasiones buscan el envoltorio que diría Oskar Schindler en la película La lista de Schindler, en vez de la chicha. Warren Buffett dice que Wall Street (entended el sector financiero) es el único lugar del mundo en el que la gente que viaja en Rolls Royce le pide consejo sobre su dinero a gente que viaja en metro. Y los clientes muchas veces se fían más de un banquero con gomina y gemelos que de otro sin tales aderezos. (No tengo nada contra la gomina o los gemelos, por supuesto, pero creo que me entendéis).

Y al fiarse, el banquero privado puede ofrecerle aquél producto que en la casa están promocionando,…pero el problema en cada inversión- veíamos en el artículo pasado y comenté también en la última Carta del Argos-, es el precio que pagamos y, en este caso, quien paga es usted, el inversor, el que tiene los 250.000 euros. ¿Cómo convencerle? Pues además del envoltorio, “para usted por ser usted de parte nuestra que somos los mejores”, “usted no merece invertir donde todos, esto es exclusivo para nuestros clientes vip”, y otras por el estilo, hay un momento en que llega la hora de ver el histórico,…¡ésa es la prueba definitiva!

Nadie puede negar que si hubiéramos invertido hace equis años en este producto o en este vehículo, ahora habríamos disfrutado de una rentabilidad anual de tanto por ciento. Eso son datos reales, son históricos,…es el tiempo en que ha pasado lo que ha pasado. Otra cosa será lo que pueda pasar a partir de ahora- que es cuando tú, inversor, inviertes tus 250.000 euros-, …pero eso ya no cuenta para objetivos, eso ya no le interesa a nadie. Salvo a ti.

Aquellos inversores que entraron en este vehículo se encontraron, después, conque los objetivos de rentabilidad que habían esperado no llegaban- los costes sí, porque esta exclusividad no es barata, hay que hacer las presentaciones a color, invitarte a un cafelito, vamos, que barato no es,…y además no te lo ofrece cualquier entidad, ¡que somos nosotros: los mejores! (hay que pagarnos). Y ¿por qué no llegaban los resultados? Porque el mejor momento para ofrecerle a un inversor un producto es aquél en el que el tiempo anterior nos ha permitido mostrarle un histórico inmaculado.

El problema es que es precisamente en ese momento cuando más caro está el producto para comprarse; de hecho, poco después explotó el mercado inmobiliario mundial y las rentas que pensaban obtener e incrementar se quedaron en menos inquilinos y los que quedaban, a precios más bajos y la valoración de burbuja en la que los inversores compraron, se vino abajo a precios de burbuja explotada,…mala cosa para la rentabilidad de la inversión. Y los años en los que pensaban obtener pingües ganancias, se convirtieron en años de sufrimiento con costes que contribuían a mermar aún más su patrimonio.

No lo hizo la banca privada por maldad- eso es obvio- fue su tiempo quien lo hizo. Recordad que el momento en que todo parecía perdido para el Cristianismo fue con Jesús muerto en la Cruz,…y sin embargo, precisamente la consumación de su sacrificio dio paso a la Gloria de la Resurrección. Lo que el “histórico” mostraba hasta ese momento, no permitía averiguar nada del futuro. Ojito por tanto con las inversiones en las modas o en las cosas exclusivas,…para obtener una buena rentabilidad a largo plazo no hay mucha ciencia: comprad un índice de la bolsa mundial, española, europea o americana y dejadlo años y años,…el problema es que no se puede cobrar mucho por decirle a un HNWI: ¡compra acciones y cobra los dividendos!...os mirarán diciendo: ¿ésto es todo? ¿no hay nada más raro?

Un abrazo a todos y hasta el próximo artículo.

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