Eternamente retro

No sé si estoy de acuerdo con aquello de “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”, pero subrayo que “buscar en el baúl de los recuerdos” es un ejercicio que entretiene y, sobre todo, está de moda. Y precisamente la moda, es una de las responsables de que esta vuelta al ayer, lejos de parecernos un viaje a ninguna parte, sea un periplo necesario para ir a la última.

En esta línea del ayer imperecedero, es posible que fórmulas tan trilladas como la de “renovarse o morir” puedan verse desplazadas por otras que perfectamente podrían rezar “resucitar o morir”, “recuperar para vivir” o similares.

A los diseñadores más punteros, el fenómeno vintage les ha convertido en auténticos rastreadores de tesoros. Y no parecen incomodarles las telas de araña que suelen aparecer al subir a ciertos desvanes y abrir arcas de otras épocas.

Broches, pendientes XXL, tocados, estolas y brocados han inundado los showrooms más vanguardistas y los armarios más it.

Pero hablar del pasado es inabarcable. El pasado sin más es mucho tiempo ¿Cuál es la última parada de moda? ¿Son todos los capítulos pretéritos dignos de nuestras pasarelas? ¿Dónde está línea que separa lo retro de lo demodé?

El mensaje que nos lanzan los expertos para el otoño/invierno 2010-2011 no puede ser más libre ni diverso. Tenemos vía libre para acudir al período con el que más nos identifiquemos siempre que, éso sí, lo hagamos con fe y sentido común a partes iguales.

Las Lolitas de la América de los 40, onduladas, sugerentes y coloridas todas ellas, vuelven a estar en boga y caminan erguidas dejando atrás a los desmayados y macilentos modelos de nuestros tiempos. Toreras, faldas de tiro alto, volantes, prints de frutas y gafas con forma de mariposa, han invadido los talleres de la temporada. A este encanto preadolescente han sucumbido Miu Miu, Marc Jacobs y Alexander Wang, entre otros.

Dries van Noten, nieto del excéntrico sastre de Amberes que tuvo la singular idea de dar la vuelta a sus trajes raídos y venderlos del revés, se decanta por los años 50 y prefiere las siluetas lady de inmortales flores y las míticas faldas lápiz que ensalzan a la mujer curvilínea.

Los 60 también piden paso. Y lo hacen de la mano de la estética estudiantil. Pichis, cuadros, tablas y calcetines por debajo de la rodilla nos pueden ayudar con esta vuelta al cole. Y si no somos capaces de vestirnos solos, podemos acudir a más de un maestro. Ya se han pronunciado a favor del look de las aulas Paul & Joe y DKNY.

Otros opinan que la década prodigiosa es la realmente apta para el asfalto y recuperan los amplios jerseys de ochos y las chaquetas abullonadas. Los pantalones de pata de elefante, símbolo de rebeldía setentera, se crecen también frente a la languidez andrógina de los pitillos.

Siguiendo esta línea, los sombreros se convierten en los compañeros de viaje indispensables para este invierno. Además del borsalino, estamos invitados a hacer uso de las alas anchas setenteras.

Los tejidos tampoco escapan a esta ley del fashionretorno y el tweet se lleva hasta para forrar diademas. Denim, ropa interior, fragancias y las ondas del pelo de las actrices clásicas nos recuerdan que el socorrido ejercicio de “reinventar los clásicos” no parece tener fecha de caducidad y todos somos eternamente retro.

 

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