En la variedad está el gusto o, mejor dicho, el alfa

Federico García Zamora (BNY Mellon IM)
Foto cedida

Durante los últimos años en el equipo que gestiona el BNY Mellon Emerging Markets Local Currency Debt Fund encontrado oportunidades de inversión muy atractivas en renta fija emergente. Un buen ejemplo es Argentina. A partir del cambio de gobierno en diciembre de 2015 Argentina ha regresado con mucha intensidad y regularidad a los mercados voluntarios de deuda emitiendo bonos para salir del default técnico y para financiar el alto nivel de déficit fiscal, ambos heredados de la administración anterior.

El Ministerio de Finanzas ha demostrado gran creatividad emitiendo bonos de muy variadas características: en múltiples monedas de denominación (Pesos, Dólares, o Euros principalmente), con muy variados plazos de vencimiento (desde letras con vencimiento en unos pocos meses hasta un bono de 100 años), con tasa fija, flotante o incluso mixtos (bonos que pagan una tasa fija o flotante dependiendo de ciertas circunstancias), con amortización total al vencimiento o amortizaciones parciales durante la vida del bono, entre otras características. El gobierno nacional no estuvo solo en esta tarea, el banco central, gobiernos provinciales, municipales, y corporaciones locales también se sumaron para engrosar el menú de bonos argentinos disponibles para los inversores.
 
La gran mayoría de estos bonos han sido muy bien recibidos por la comunidad inversora local e internacional. En parte, gracias a un contexto internacional propicio para las inversiones en mercados emergentes debido, fundamentalmente, a tasas de interés globales históricamente bajas (aunque en proceso de alza gradual), a la recuperación del precio de las materias primas, y a la caída del valor del dólar estadounidense frente a otras monedas. Pero adicionalmente la buena recepción fue posible gracias a las notorias mejoras en la economía doméstica a partir de la asunción de Mauricio Macri. Más allá de los grandes desafíos que todavía enfrenta el país, es innegable que Argentina ha dado pasos concretos en dirección a eliminar las restricciones impuestas por el gobierno anterior que conspiraban contra la inversión y consecuentemente el crecimiento económico en el largo plazo.
 
El interés del equipo del BNY Mellon Emerging Markets Local Currency Debt en Argentina ha ido mutando a medida que fueron apareciendo oportunidades. A principios de 2016 los bonos en dólares a tasa fija y en variados plazos de vencimiento emitidos para pagarle a los holdouts se llevaron todos los flashes. Luego, a partir de septiembre 2016 Argentina construyó (en tiempo record) una curva de bonos en pesos a tasa fija emitiendo a 2, 5 y 10 años sucesivamente. Estos bonos pasaron a ser la atracción principal del mercado cuando fueron incorporados por JP Morgan a su familia de índices GBI EM a principios de 2017. A partir de 2017 hubo también creciente interés por bonos en pesos a tasa flotante, algunos función de la tasa de inflación (Índice CER), otros función de la tasa de política monetaria del Banco Central, otros función de la tasa de interés por depósitos a plazo fijo (Índice Badlar).

En los primeros meses de este año, el Ministerio de Finanzas ha sumado también bonos de más corto plazo en pesos sin cupones o con cupones capitalizables en estructuras mixtas que pagan una tasa función de la inflación más un spread, pero con una tasa mínima garantizada. Estos instrumentos tienen un componente de opcionalidad que los hace muy interesantes en el contexto actual de expectativas de inflación bastante más altas que el objetivo de inflación apuntado por el Banco Central.

En síntesis, la gran variedad de bonos y los vaivenes propios de una economía en proceso de normalización han hecho de Argentina campo fértil para encontrar buenas oportunidades de inversión en renta fija emergente en los últimos 2 anos. En la variedad está el alpha.