Elegir un vehículo de inversión

Elegir un vehículo de inversión

Miguel de Juan Fernández- A bordo del ARGOS 18 Octubre 2013

En un artículo anterior comentábamos que invertíamos para tener más dinero, en poder adquisitivo, en un futuro. Hoy quisiera comentaros algo al respecto del vehículo de inversión que utilizaríamos para alcanzar dicho objetivo.

Lo cierto es que- como todos sabéis- hay multitud de caminos que nos permitirían alcanzar dicho objetivo, cada uno con sus diferentes peculiaridades, requisitos o inconvenientes que hemos de conocer antes de dar nuestra confianza e invertir en él. Desde los requisitos mínimos de inversión, a la fiscalidad, a la liquidez que otorga al inversor o a la flexibilidad a la hora de en qué tipo de activos puede o no invertir, entre otros que se me ocurren.

Sin embargo, y dado que estamos en una publicación especializada en los fondos de inversión, el error que muchos inversores cometen – y en gran medida se “fomenta” por parte de las entidades asesoras- es invertir en el fondo que mayor rentabilidad está obteniendo en el reciente corto plazo. Al igual que muchos inversores buscan el “momento” de entrar en bolsa, de comprar una acción o un índice, también están buscando el “momento” de invertir en un determinado fondo de inversión y, no tan casualmente el “momento” viene determinado por la rentabilidad que dicho fondo ha generado en el pasado más reciente….que no suele ser muy largo.

Básicamente este comportamiento, esta búsqueda de “lo que está de moda” – sea un fondo de emergentes, biotecnológico, o de cualquier otro nuevo tema que desde el sector financiero nos vendan como lo más guay- suele terminar derivando en que el grueso principal de los inversores terminan entrando en esos vehículos cuando les queda poco jugo que ganar;…lo peor no es eso, es que –como comenta John Bogle, fundador de los fondos indexados Vanguard y uno de los inversores más respetados- además es en esos “peores” momentos cuanto más dinero invierten y, por ello, la pérdida subsiguiente es aún más sangrante si cabe.

Siempre me ha resultado “complicado” elegir entre diferentes fondos de inversión para recomendárselos a mis, entonces, clientes. Por una sencilla razón que ahora vivo en primera persona: la información que ofrecen los comparadores o calificadores de fondos no es suficiente para realmente conocer dónde estamos poniendo nuestro dinero o, mejor dicho, para saber qué es lo que va a hacer con nuestro dinero la persona o el equipo al que le confiamos dicho dinero. No me entendáis mal, toda esa información es relevante y aporta una serie de datos que pueden ser muy interesantes de conocer, en concreto para ver si nos estamos moviendo en los parámetros que consideramos importantes en la gestión de nuestro patrimonio.

Por ejemplo, conocer el ratio de rotación de la cartera puede ser muy importante para ver si el gestor está trabajando para el bróker o si realmente lo está haciendo lo suficientemente bien como para que, incluso con una rotación muy elevada, perjudique la rentabilidad de los partícipes que son, al fin y al cabo, los dueños del fondo. Gracias a ese dato quizás descubramos que nuestro gestor que nos ha vendido que es un inversor de largo plazo y que confía en empresas de crecimiento, opera tan febrilmente que no estará invertido en esas empresas cuando realmente ofrezcan los frutos de ese crecimiento. Por ejemplo.

Personalmente siempre me ha parecido más importante conocer al gestor y su estilo o concepto de inversión – y verificar que se mantiene en él- más que los datos estadísticos o la rentabilidad del último trimestre o de los últimos doce meses. Al final, para bien o para mal, es “ese” gestor quien tiene la responsabilidad fiduciaria de cuidar nuestro patrimonio y de intentar que crezca. En realidad y salvo los fondos indexados- que ofrecen la posibilidad a cualquier inversor de no partir de cero en el mundo inversor sino que le permiten acceder casi a la rentabilidad que genera el mercado- pienso que todos los demás fondos deberían ser fondos de autor.

El problema, en muchas ocasiones, es que hay demasiados intereses que intentan aprovechar la confianza que los inversores han depositado y se muestran más preocupados de sus propios intereses que de los de los auténticos dueños del patrimonio del fondo, los inversores. Este conflicto de interés (que en algunas ocasiones resulta desagradablemente poco ético) es más importante que el mero hecho de si el fondo ha conseguido ser el más rentable del último trimestre.

Como dice Buffett: “Si no sabes de joyas, conoce al joyero”, bueno no todos somos Tiffany´s pero conocer al joyero nos evitará problemas añadidos.

Un abrazo a todos y hasta el próximo artículo.