“El tiempo es el asesino silencioso de una estrategia de arbitraje de fusiones”

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Foto cedida

2018 fue el año perfecto para que los fondos alternativos demostrasen su verdadera capacidad para descorrelacionar frente a los mercados. Hay fondos que lo lograron… y otros que no. En un contexto complicado para casi todas las clases de activos, las estrategias de arbitraje de fusiones (merger arbitraje) supieron brillar. En ese grupo se engloba el Lyxor/Tiedemann Arbitrage Strategy Fund, fondo con sello Funds People por su calificación Blockbuster. El fondo salvó los muebles en 2018 con un retorno del 6,28% en su divisa base (dólar estadounidense) y ha generado una rentabilidad a cinco años del 12,13%. Y no precisamente por centrarse en la cautela. Drew Figdor, gestor del fondo, desgrana la estrategia.

Este fondo de arbitraje de fusiones se centra en eventos a corto plazo, que se vayan a producir entre 0 y 30 días. Porque para Fidgor, “el tiempo es el asesino silencioso de una estrategia de arbitraje de fusiones”. Por ejemplo, pongamos un acuerdo entre dos petroleras a un plazo de 6 meses. En ese tiempo el precio del crudo puede irse de 110 dólares el barril a 50, como yo lo ha demostrado la historia. “Queremos eliminar gran parte del riesgo sistémico del mercado al centrarnos en eventos a corto plazo”, explica.

El equipo no aplica una filosofía buy and hold. De hecho, buscan complejidad en los acuerdos. Activistas, reguladores, opas hostiles… Sus mayores posiciones generan un alpha muy grande. “No buscamos hacer un análisis diversificado de los spreads”, matiza. “Buscamos la complejidad porque el mercado no lo cotiza de manera lineal; es donde tenemos la oportunidad de explotar esas ineficiencias en las valoraciones”. Un acuerdo de fusión o adquisición “amable” hoy en día puede cotizar con un diferencial del 2%; uno complejo puede irse entre el 5 y 20%.

El trabajo de los analistas es una de las grandes bazas de la estrategia y el motor para capturar un mayor alpha con aquellos eventos que el mercado interpreta como más complicados. Hacen visitas a las compañías, reuniones cara a cara con todos los agentes relevantes en la operación. Un buen ejemplo de cómo esto aporta valor se ve en la adquisición de la irlandesa Shire por parte de la japonesa Takeda. La fusión supondría crear uno de las mayores farmacéuticas del mundo, pero hasta el día de antes las acciones cotizaban con un diferencial del 6% con respecto al precio del acuerdo. Y es que un pequeño grupo de accionistas, un 1%, pero que incluía descendientes de los fundadores, se oponían activamente. Los gestores se reunieron con los activistas en persona, lo que les ayudó a ver que realmente no contaban con más apoyos. Al final, casi el 90% de los accionistas votaron a favor. “El mercado a veces se centra tanto en los acuerdos seguros que no se fija en el potencial de subida”, afirma Figdor.

Para Fidgor la seguridad no se lo dan los acuerdos “fáciles” sino generar un alpha grande. “No siempre sabes cuándo vas a dar con el home run, pero aplicar de manera consistente el proceso es lo que nos permite saber que estamos construyendo la mejor cartera ajustada al riesgo”, defiende.

E irónicamente apostar por los acuerdos de fusión y adquisición que el mercado lee como más arriesgados no ha implicado históricamente una mayor volatilidad. De hecho, desde lanzamiento se ha contenido en el 2,91%) y a tres años es del 1,84%. Porque otro de sus fuertes es la gestión del riesgo.

El fondo crea una cobertura con un macro overlay para protegerse de la volatilidad en entornos como el pasado diciembre. Reparten la cartera del fondo por tipo de evento. Por ejemplo, las opas hostiles son más sensibles a los mercados que acuerdos pactados. Luego se sirven de su histórico de correlaciones de los tipos de evento con las caídas superiores al 10% del S&P 500 para construir una estrategia put ladder con el objetivo de recuperar la mitad de la inversión en eventos de corrección grandes.