El producto más seguro del mundo

Al terminar una conferencia para inversores, se me acercó hace unas semanas un señor para darme las gracias por haber dicho en mi presentación que era muy importante que todo el mundo recordara siempre que al final, detrás de los glamurosos productos y de la sofisticada terminología que usamos, lo que hay es dinero de personas. Ahorros, que en la gran mayoría de los casos, les ha costado mucho esfuerzo generar y que por eso era fundamental que pusieran en sus vidas a un buen banquero privado. Uno que les diga la verdad y que, si fuera necesario, pagaran por ello. 

El hombre me decía que si alguien que trabaja para una entidad de la que nunca había oído hablar (Swiss&Global), que vendía fondos con nombres distintos al de su compañía (Julius Baer & GAM) y que no trataba en su día a día con particulares, se había dado cuenta de quien es el propietario del dinero y de lo importante que es decir la verdad, entonces había esperanza para la industria financiera. Yo me sonreí, y antes de poderle dar las gracias y decirle que no exagerara, me preguntó muy educadamente. "¿Si estuviera usted realmente asustado dónde metería su dinero? ¿Compraría oro o francos suizos?" Amagué a tranquilizarle, pero antes de poder decir ni una sola palabra, me volvió a preguntar: "¿Qué hago si los bancos quiebran y no me diga que no pueden quebrar porque tengo familia islandesa"?

Empecé comentándole que tuviera mucho cuidado porque podría perder más de un 10% fácilmente con el franco suizo ya que la intención de todo ciudadano helvético, con su Banco Central a la cabeza, es evitar que se aprecie su moneda y si es posible la devaluarán hasta niveles de 1.35CHF/EUR. También le dije que, si finalmente el mundo no se colapsa, invertir en oro a niveles de 1600/1750$ es una inversión interesante, por la posible descorrelación, pero que implica asumir volatilidades de renta variable.

El señor me paró y me aclaró: "Mire, no me importa perder un 5% o un 10%, lo que me da pánico es perderlo todo y tengo claro que meterlo debajo del colchón no es la solución". “Tengo 60 años. Ya no puedo equivocarme más. ¿Cuál sería su propuesta si tuviera usted que diseñar el producto más seguro del mundo y le ruego que se moje?”

La verdad es que me quedé pensativo. Me pedí una cerveza (para ganar algo de tiempo) y le invite a que nos sentáramos. Si me enfrentara a un escenario donde algunas entidades financieras pudieran quebrar, aunque es realmente improbable, lo primero que hay que hacer sin dudarlo es meter corriendo el dinero en un fondo de inversión. Un fondo es una sociedad jurídicamente independiente, es decir, es de los pocos productos que si quiebran tanto el que lo gestiona como el que se lo vende, su dinero está a salvo de los acreedores. Además es fiscalmente eficiente.

A partir de ahí hay que ver que ponemos dentro el fondo. Claramente como europeo, invertiría los activos del fondo mayoritariamente en los bonos gubernamentales que tuvieran la mayor calidad crediticia posible (que no son muchos y donde el Bund alemán sería la referencia) y  preferentemente buscaría un vehículo con liquidez diaria porque así tendría la libertad de poder mover el dinero dónde y cuándo quisiera.

El señor me miró sonriente y me dijo: “Hasta ahí ya me lo sabía y perdóneme que sea un poco pesado pero me gustaría saber como conseguir algo de rentabilidad con el vehículo más seguro posible. Con bonos alemanes estoy condenado a empobrecerme poco a poco. ¿No es así?” “Así es, tiene usted toda la razón”, le contesté. Técnicamente lo llamamos Financial Repression pero lo puede llamar expropiación gubernamental de su poder adquisitivo. Mire, para lograr rentabilidad en un escenario como el que plantea lo más seguro sería no tocar los bonos a corto plazo de los países más seguros que deberían ser el 100% de la cartera de su fondo. Lo que haría para invertir sería que el fondo firmara acuerdos con alguna de las contrapartidas (bancos, para que usted me entienda) más sólidas del mundo.  Les diría por contrato a cada una de estas entidades financieras que sean ellas las que compren los activos que a mi me gustaran más, que vendieran los que no me gustaran y sean ellas las que se encarguen de la operativa.  Esta manera de invertir, suena a ciencia ficción la primera vez que la escuchas, pero es completamente viable.

Luego, la manera menos volátil de ganar dinero en un escenario como el que comenta, sería con una estrategia de inversión en la que gane el fondo si los activos que compro caen menos que los que vendo. Es un poco raro pero sería "jugar a ver quien es el menos malo".  Si gana el fondo, la contrapartida le paga el dinero al depositario de su fondo, y si pierde, le tocaría vender a su fondo alguno de sus bonos de gobiernos seguros. Para ser todavía más prudente, por si le toca la china y quiebra justo esa entidad “que parecía sólida”, encargada de la compraventa de valores justo cuando iba ganando, lo que es importante es que cada noche se liquidaran las ganancias latentes. Así, si a la mañana siguiente quiebra la contrapartida, el fondo no pierde, porque todo el dinero está en la “hucha” del depositario de su fondo. Incluso se puede llevar al extremo, y liquidar cada vez que gane un +0,5%, aunque sea a mitad del día.

Puestos a diseñar un vehículo sólido, también sería recomendable que no tuviera ningún tipo de beta de mercado en sus estrategias de inversión y que no asuma duración en los bonos “alemanes” que tiene en cartera por si acaso. Pero eso ya son tecnicismos con los que no quiero aburrirle. Lo importante es que usted sepa que si la cosa se pone fea, que objetivamente no creo que llegue a tanto como usted comenta, instrumentos hay para defenderse.

“¿Y eso que usted me cuenta existe? ¿Se puede hacer? ¿Lo hay en CNMV?” Me preguntó totalmente incrédulo el hombre y no me extraña después de la charla que le había soltado del tirón. “Sí claro”, le contesté. Hay dos gestoras que yo conozca que comercializan fondos como estos. Lo consiguen gracias a unos contratos financieros que se llaman Total Return Swaps. Sé que el nombre es horrible, y que llevan implícito la palabra “Swap”, pero no se confunda. Cuando se usan bien, le permiten a uno lograr: que usted tenga su dinero siempre en los activos más seguros del mundo (bonos alemanes), asumir sólo los riesgos que más le gusten, que la operativa de comprar, vender y gestionar los títulos lo haga otro y, por un módico precio, puede tener un producto con liquidez diaria. Además la rentabilidad de este tipo de fondos irá bien o mal en función de lo que decida el gestor del fondo, pero no por lo que acuerden desde Berlín o haga o deje de hacer el Gobierno de España. Ahora que lo pienso, son los fondos más seguros del mundo dadas las circunstancias. Además, si tolera usted volatilidades inferiores al 5%, puede aspirar a lograr rentabilidades que se acerquen a los dos dígitos. Buena mezcla para sus depósitos.

“¿Y me puede decir los nombres de algún producto de esos?” No puedo. Si fuera por mí le daba mi dirección de correo, mi teléfono y hasta mi Twitter si hace falta pero usted al que se lo tiene que preguntar es a su banquero privado. Él va a ser el que mañana estará a su lado por si el mundo cambia y yo no. Yo no puedo venir a contárselo en persona y me meto en un lío si le recomiendo un fondo en concreto.  Por eso el regulador me lo tiene prohibido, pero lo importante es que usted esté tranquilo, porque instrumentos para proteger su dinero, ya sabe, como las meigas.

Moraleja: Las SWAPariencias engañan

 

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Foto: juandao. Flickr Creative Commons