El pavo de Taleb y la búsqueda de lo improbable

Nassim Taleb es un inversor heterodoxo. Su tesis es que hay que vender los eventos probables y comprar los improbables, porque las personas sobrevaloramos lo probable y subestimamos lo improbable. Sus opiniones alcanzaron fama y fortuna con la crisis del 2008, porque entonces tuvieron lugar eventos muy improbables cuyo rendimiento fue muy alto. Taleb es además un divulgador de cierto éxito, con varios libros, dos de los cuales Fooled by Randomness (2005) y, sobre todo The Black Swan (2007) le han proporcionado distinción y reconocimiento.

Las analogías zoológicas de Taleb han aumentado este año con su nuevo libro Antifragility (2013) en el que aparece la historia del pavo. Si basamos nuestras expectativas de futuro en la extrapolación de los datos del pasado, correremos la misma suerte que el pavo del día de Acción de Gracias. Si eres el pavo, los datos te indican que cada día el criador te da de comer y te procura hacer la vida agradable para que engordes. Pero la extrapolación a varios años de esas condiciones se revela errónea el día del sacrificio, que primero produce en el pavo asombro e incomprensión (¿no es ésta la misma mano que hasta ayer me alimentaba?) y acto seguido le aplica un desmontaje biológico irreversible (que es el lenguaje de los consultores para decir que hemos matado el pavo).

La industria de las telecomunicaciones tiene hoy mucho que ver con el pavo de Taleb. Si extrapolamos los productos estrella, los servicios dominantes, las empresas de éxito y las estrategias ganadoras es más probable que improbable que nos equivoquemos, porque los datos del pasado que nos sirven para extrapolar el futuro proceden de un mundo que ya no existe y los datos del nuevo se están formando y “aún es pronto para formarse una opinión”. Para los “fragilistas” como llama Taleb a los extrapoladores, el mundo es comprensible, mensurable, predecible.

Como al pavo lo engordan todos los días no puede concebir que un día lo puedan sacrificar. Confunden la ausencia de prueba con la prueba de ausencia. Las empresas que anticipan su futuro computando el presente no se dan cuenta que la imagen que ven de su futuro es, como la del pavo, la suya propia reflejada en la hoja del cuchillo del carnicero.

¿Quién es nuestro carnicero? ¿Por dónde podemos salirnos del corral para evitar el día de Acción de Gracias?. Lo que sabemos es que nuestro futuro no está escrito, ni podemos esperar que nuestros expertos actuales nos lo anticipen. Quizá si entendemos quién nos engorda hoy tan apaciblemente podamos evitar a tiempo el acero proverbial.

Puede leer este post directamente en el blog de Santiago Fernández Valbuena en este link.