El nuevo paradigma value: la creación de valor

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Cedida por Singular Bank

TRIBUNA de Carlos Val-Carreres, director de Queiles Capital. Comentario patrocinado por Singular Bank.

El mundo afronta una de las mayores amenazas sanitarias de su historia reciente que, sin duda, va a afectar profundamente tanto a la economía global como a todos sus habitantes. Nunca pudimos imaginar que en un período de tiempo tan corto iban a sucederse toda una serie de acontecimientos que, históricamente, han precisado de períodos más largos.

Nos encontramos ante un nuevo cambio de ciclo en un mundo que cada vez progresa más rápido hacia una economía más básica y digital. La inversión en valor no puede ser ajena a esa disrupción, siendo necesaria su evolución hacia una inversión más enfocada en el retorno sobre los activos que en su valor.

La variable fundamental de nuestro estilo de inversión en valor es la generación de valor. Básicamente, se trata de estimar el incremento del valor en libros ajustado por acción de cada compañía más su rentabilidad por dividendo. Este concepto es exactamente el mismo que Warren E. Buffett muestra cada año al inicio de su carta anual a los accionistas para estimar el retorno real (no variación de precio de mercado) de la acción de Berkshire Hathaway. Nosotros lo definimos como el nuevo paradigma value: la creación de valor.

Nuestro método de inversión busca que la principal fuente de potencial a medio plazo sea la creación de valor (no la infravaloración) y, por lo tanto, el principal margen de seguridad. La infravaloración es un concepto que depende del mercado y, como hemos visto estos años, puede acabar con tu paciencia antes de darte la razón. Una compañía que genere valor a tasas del +10% anual y esté cotizando a su precio razonable, debería experimentar un incremento equivalente en su cotización. En caso contrario, su precio estaría infravalorando su valor real. Si esa compañía mantiene su generación de valor durante 10 años y su cotización no sube, la infravaloración no será del 100%, será del 160% por el efecto del interés compuesto. El mercado puede reconocer hoy ese mayor valor o puede tardar meses, pero lo que sí que es cierto es que con generación de valor tu margen de seguridad se incrementa mientras el precio de mercado no suba.

En cambio, supongamos que compramos un barril de petróleo y lo guardamos en nuestra casa los próximos 10 años. El barril ni se va a reproducir ni va a generar valor alguno, por lo que la única fuente de retorno posible será que el precio de mercado haya subido al cabo de los 10 años. Este ejemplo es sencillo, pero nos parece muy ilustrativo para entender la razón por la que llamamos a la creación de valor el nuevo paradigma value.

Nuestro método tiene tres líneas de trabajo muy definidas: generación de ideas, análisis de ideas y gestión de ideas. De hecho, nos consideramos generadores-analistas-gestores de ideas de inversión. La primera parte, la generación de ideas, es la más importante para garantizar rentabilidades extraordinarias a largo plazo. Buscamos compañías que vayan a tener una elevada capacidad de reinvertir independientemente de la evolución del ciclo económico de corto plazo. Para ello, intentamos identificar las tendencias estructurales más relevantes en cada momento. A modo de ejemplo, la digitalización no solo es la tendencia más relevante actualmente, sino que se ha acelerado con la pandemia. Igualmente identificamos tendencias que estructuralmente van a ir a peor y, difícilmente, tendremos compañías con negocios expuestos a ellas. El motivo principal es que nos resulta muy complicado valorar correctamente un negocio que cada vez va a peor.

La convicción en que solo siendo paciente a largo plazo se pueden obtener retornos extraordinarios es más importante que tener ideas extraordinarias. En palabras de Peter Lynch, “solo necesitas unas pocas compañías buenas a lo largo de tu vida. Realmente, ¿cuántas empresas necesitas que multipliquen por 10 su valor para generar retornos extraordinarios? No muchas…”. En nuestra opinión, la respuesta sería buscando empresas con una capacidad de generar valor a largo plazo superior a la media del mercado. Dicho de otra forma, es prácticamente imposible encontrar una compañía que esté hoy un 1.000% infravalorada. El valor no es un concepto estático, se genera en el tiempo y cuando los retornos son elevados se disfruta del maravilloso efecto del interés compuesto.

Por ello, decimos que encontrar buenas ideas es importante, pero aún más identificarlas para mantenerlas a largo plazo. En la mayoría de las ocasiones, es más grave el dinero que se deja de ganar por vender anticipadamente una excelente idea, que la pérdida ocasionada por una compañía mal seleccionada. En nuestro caso, el hecho de que la primera parte de nuestro método (la generación de ideas) esté enfocada en la identificación de tendencias estructurales, nos ha permitido históricamente tener exposición a las principales megatendencias en su fase inicial. Esta anticipación ayuda a encontrar compañías que año tras año incrementan su valor de una forma extraordinaria.

Finalmente, para maximizar el valor de cada tendencia es fundamental analizar cómo en su desarrollo van afectando a todos los sectores de la economía en forma de segundas y terceras derivadas. Nosotros a esa capilaridad de las tendencias la llamamos teoría de las derivadas. Por ejemplo, el comercio electrónico en una primera fase supuso el desarrollo de la venta online, en la segunda el desarrollo de la logística actual y, en una tercera fase, un incremento del consumo de cartón. La mayoría del mercado se centra en invertir en la primera derivada, pero siempre es más fácil encontrar compañías con elevada capacidad de crear valor a precios razonables en la segunda y tercera derivada.  

En definitiva, comprar barato nunca dejará de tener sentido, y por eso nos consideramos inversores en valor, pero siempre que sea en compañías con una elevada creación de valor.