El modelo de distribución limita la competencia en el mercado español de fondos

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El pelos briseño, Flickr Creative Commons

La industria de fondos española se caracteriza por la presencia de un número elevado de gestoras que ofrecen un gran número de fondos de inversión. Pero la competencia en la industria podría ser más limitada de lo que a priori cabría esperar de esta oferta y de la lucha entre las entidades por captar clientes.

“Ésta es una industria donde existe una gran concentración, similar a la de otros países europeos”, concluye un documento de trabajo publicado por la CNMV, bajo el título "Competencia y estructura de la industria de fondos de inversión en España: El papel de las entidades de crédito", de María Isabel Cambón y Ramiro Losada. Como muestra, las cuatro principales gestoras del país disfrutaron de una cuota de mercado que osciló entre el 36,2% en 1995 y el 49,2% en 2010.

Las razones se pueden resumir en dos. El modelo de distribución de fondos en España, centrado en las entidades de crédito, es el primer responsable, en la medida en que existe una fuerte vinculación entre los grandes grupos financieros y sus inversores minoristas, que sólo trabajan con una entidad. En segundo término, la variedad de fondos de las firmas que aglutinan una mayor cuota de mercado.

Aunque resulte paradójico, la presencia de una gran variedad de fondos es una variable que podría estar limitando las condiciones de competencia en la industria. Según sus autores, en las industrias que tienen esta característica, como, por ejemplo la venta al por menor en supermercados, “la variedad es una variable estratégica que utilizan para suavizar la competencia”. Este comportamiento también es típico de la industria financiera, donde generalmente el consumidor prefiere concentrar todas sus operaciones en una única entidad, pues la búsqueda de productos en varias les resulta muy costosa. Así, “las gestoras pueden diferenciar su oferta con respecto a sus competidores y aumentar su cuota de mercado en términos relativos mediante el incremento de la variedad en sus fondos”.

Además, la intensidad de estos efectos es superior en el caso del mercado de fondos destinados a inversores particulares, en comparación con los mayoristas. En el mercado minorista, a igualdad de oferta de fondos, las gestoras que pertenecen a entidades de crédito disfrutan de una cuota de mercado superior y la demanda de sus productos no parece verse afectada negativamente por un incremento en las comisiones que cargan. Todo ello pondría de manifiesto una fuerte vinculación entre las entidades de crédito y sus inversores minoristas, según el texto, lo que justificaría el pago de mayores comisiones y el efecto minimizado de la competencia.

Efecto mayorista

La relación entre el aumento de la variedad de fondos y la obtención de mayores cuotas de mercado se da en España entre inversores tanto mayoristas como minoristas, si bien es más potente en el último caso. Y mucho más fuerte que en Estados Unidos. Este contraste reflejaría de nuevo las diferencias en el modelo de distribución de productos financieros entre ambas economías que, en el caso español, se caracterizaría por "la fuerte vinculación de los clientes con su entidad de banca universal”. Por lo tanto, concluyen que el modelo de distribución podría ser la causa de que en el mercado español exista un mayor grado de concentración.

Y es que, si en EEUU los fondos se comercializan mediante brokers independientes o directamente a través de la propia gestora, en España, donde el grado de bancarización es notablemente más elevado, la distribución de fondos de inversión se realiza principalmente a través de las oficinas de las entidades de crédito.

Medidas de actuación

Como resultado de esta concentración y menor competencia, los costes que afrontan los inversores también son mayores. Por eso, los autores del trabajo creen conveniente “impulsar medidas que ayuden a reducir los costes que afrontan los inversores, particularmente los minoristas, al invertir en productos financieros que no les son provistos por sus entidades financieras habituales”.

¿Cómo? Mediante la creación de herramientas de carácter público e independiente que ayuden a comparar fondos. “El fomento de la educación financiera de los inversores para que la comparación sea más eficiente también puede jugar un papel relevante”, añaden.