El interesante caso de estudio de la crisis sufrida el 27 de junio por el mercado de Hong Kong

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Artemuestra, Flickr, Creative Commons

Lo sucedido en el mercado de Hong Kong en junio es un caso de estudio. Lo han analizado en Aberdeen. Un colapso en el mercado de pequeña capitalización en Hong Kong el pasado día 27 dejó a 13 empresas cotizando con un valor un 50% inferior. China Jicheng Holdings, un fabricante de paraguas, y GreaterChina Professional Services, perdieron más del 90% de sus valores bursátiles. Esta caída no es nueva. Fue la última en una serie de crisis del mercado en Hong Kong en los últimos dos años, lo que está forzando a los reguladores a intervenir. Una de las que tuvieron que reaccionar fue la comisión de valores y futuros (SFC).

En su declaración, la comisión indicó que las acciones que habían sufrido grandes caídas en sus precios están concentradas en un segmento del mercado caracterizado por una mínima rotación, poco free float, alta concentración de accionistas, y con relaciones entre distintas empresas y firmas de corretaje. La autoridad considera que estas características pueden ser propicias para una volatilidad extrema y mala conducta en el mercado. Eso sí: la SFC no negó que ya estaba  investigando unas de las empresas implicadas.

En mayo, el inversor activista y anterior director de la bolsa en Hong Kong, David Webb, publicó una lista de 50 empresas a las que calificó como el “red enigma”, lo que consiste en un complejo sistema de participaciones cruzadas que varía entre el 1% y el 50%. Aunque no se sabe exactamente la causa de la caída en el mercado, de la lista de Webb, 40 de las 50 acciones cerraron la sesión del 28 de junio con pérdidas, lo cual contribuye al nuevo mínimo para el joven Growth Enterprise Market (GEM) de Hong Kong.

Participación cruzada es una  práctica de algunas  empresas cotizadas que consiste en comprar acciones en otras empresas cotizadas, usualmente con la intención de crear relaciones de negocios más cercanas. Es especialmente popular en los mercados asiáticos como Japón y Hong Kong. El problema es que pueda resultar en colusión y malos estándares de gobierno corporativo, ya que la intención de voto puede estar influida por intereses comunes más que por el bien general de todos los accionistas. Esto implica que los accionistas minoristas puedan resultar perjudicados y que las decisiones de mejora del modelo de negocio no sean las más acertadas.

Unas de las 50 acciones destacadas en el gráfico del señor Webb fueron burbujas ya conocidas, ya que la SFC había emitido alertas sobre los altos niveles de concentración de accionistas. Además, hay un gran número de empresas con participaciones por debajo del 5%, nivel a partir del cual es obligatorio informar de la participación, que sumados darían un porcentaje  de poder del voto significativo. Bajo la regulación de adquisición del SFC, si un grupo de accionistas actuando en concierto compran más del 30% de los derechos para votar en una empresa, tienen que hacer una oferta general para las otras acciones. Webb destaca que dentro de esta red compleja de participaciones cruzadas es probable que esta situación ya haya ocurrido con varias empresas, y que el SFC debería mirar la situación en más detalle.

Los reguladores empiezan a responder,  el Hong Kong Exchange ha presentado planes para aumentar las normas del GEM, declarando que tiene la intención de subir los requisitos de la declaración. Sin embargo, es probable que lleve tiempo  acabar con esta red, ya que aún no se sabe el alcance de la situación. La inversión en estos mercados, aunque resulta cada vez más fácil, sigue siendo un reto. “Es difícil saber exactamente lo que tienes, y la investigación meticulosa y el análisis riguroso  pueden ser la diferencia entre una buena inversión y encontrarse  atrapado en la red”, subrayan desde Aberdeen.

Este es un mercado regulado de la Bolsa de Hong Kong, donde cotizan empresas que no cumplen con los requisitos de rentabilidad o track record exigidos. El mercado GEM opera bajo la filosofía de “es responsabilidad de los compradores” y “dejemos al mercado que decida”. Sus normas y principios están diseñados para fomentar una cultura de auto cumplimiento por parte de los emisores en el diseño de sus responsabilidades.