El euro y la reforma laboral

Tal vez no. Tal vez el colapso actual del euro no deviene de bajos diferenciales de tipos de interés, ni de una borrachera de éxito entre socios comunitarios, ni de rumores y prejuicios, ni de sobrereacciones de los mercados, ni de las cuestionadas actuaciones de las agencias de calificación, como Herman Van Rompuy, Presidente de la Unión Europea, y otros dirigentes europeos están manifestando.

Tal vez el colapso actual del euro deriva de algo más profundo. El euro-problema, es un problema “estructural”, palabra mágica y de moda en España. Ni más ni menos que en su cimentación, que, como es bien conocido, es el grupo de elementos que soportan la estructura, ofreciendo estabilidad a lo construido. Como es ya más que evidente, sin una armonización previa en materia laboral y fiscal a nivel europeo (asimismo financiera y bancaria, aspectos lejanos a este artículo), la unificación monetaria en curso solo podía devenir, antes o después, en el galimatías económico existente

La armonización europea en materia de empleo: imperiosa. Que curioso, esta armonización es tan solo alcanzable mediante, la libertad. Libertad tan aclamada en el mundo moderno y democrático. Libertad, lejana al recetario lleno de excesos del Liberalismo, libertad aún más lejana a los vetustos y dogmáticos planteamientos antieconómicos del Sindicalismo y/o Socialismo. Libertad que nace del ser humano, libertad que no es patrimonio de ninguna doctrina económica, libertad necesaria para que el ser humano -capital humano- (y con ello la economía) busque su más óptimo desarrollo y alcance la prosperidad. El secreto de la economía está en el capital humano, en su libre desarrollo y en su libre capacidad de crear, producir e intercambiar. El capital humano libre, es la fuerza motriz del sistema económico mundial.

Pudiera ser que el término capital humano y su libertad pudieran parecer una expresión de naturaleza meramente académica. No es así. Hablar de capital humano es hablar de algo cercano, muy cercano, es hablar de capacidades y habilidades productivas humanas, individuales y/o colectivas. Las capacidades y habilidades humanas, individualmente consideradas, son siempre distintas. No obstante, y como decía Smith, dichas diferencias no son tan notorias como se puede llegar a pensar ya que, por lo general, las diferencias parecen surgir más del “hábito, costumbre y educación” que de la propia naturaleza. Podría decirse que cada persona cuenta con capacidades y habilidades productivas diferentes a los demás, si bien dichas diferencias son lo que las hace mutuamente útiles en un entorno de libertad de creación e intercambio. Así, la diversidad de capital humano enriquece el sistema productivo y económico, y la estandarización disminuye su valor. La excelencia educativa, cultural, universitaria, profesional, promueve la diversidad de capital humano, aumentando la capacidad de creación de riqueza y el progreso social, y viceversa. No existe una estructura productiva nacional optima (modelo productivo). La estructura productiva nacional óptima es aquella en la que se maximice o lleve a la excelencia la cantidad, calidad y diversidad de capital humano existente.

A la vista de lo expuesto ¿cómo debería funcionar el mercado laboral en la eurozona?. El mercado laboral y los salarios deben ser libres. De no ser así los precios finales tampoco lo serán, y la economía y su desarrollo dirigirán su rumbo a la bien conocida gran falacia socialista-marxista. La actual rigidez y abultadas asimetrías entre los distintos sistemas laborales europeos son causa perniciosa de la falta de competitividad relativa entre socios (e internacional). España, para volver a una situación competitiva promedio en el entorno intracomunitario, debería bajar un 8,1% sus costes medios salariales (Grecia un 16,3%, Portugal un 7,9%, o Irlanda un 22,8%) Pero esta libertad laboral, enmarcada en reglas justas y únicas que promuevan la estabilidad y seguridad de las partes, debería alejarse de la trampa de los planteamientos dogmáticos estériles sin validez en el entorno productivo y cultural actual. Dado que todo el sistema económico mundial funciona y se interrelaciona en términos de productividad relativa (es una de las principales fuerzas competitivas), las relaciones laborales deberían estar guiadas a la luz de este vector. Así, todo sistema de retribución, incentivo, y/o promoción (y/o despido), debería estar ligado a la productividad relativa, o bien a la búsqueda de la excelencia productiva y/o profesional. Si la reforma laboral española no está impregnada de las palabras libertad y productividad, grave error.

La armonización fiscal, incuestionable. Como la realidad ha puesto de manifiesto, los Estados no pueden gastar indulgentemente lo que cada uno desee y políticamente les convenga. Gobernar es hacer el bien común con sentido común. Sin duda los políticos buscan el bien común pero, en ocasiones, se echa en falta la segunda parte del axioma. El riesgo del mercado cambiario y de deuda a largo plazo está directamente vinculado a una sencilla ecuación, deuda pública/PIB (en términos relativos). No es el endeudamiento privado el motor del riesgo (aún por alta que sea la tasa sobre PIB). El riesgo (país) nace del endeudamiento público y la evolución de su tasa de crecimiento en el tiempo (velocidad). Riesgo eventualmente mitigable, como es bien conocido, cuando la deuda pública esta mayoritariamente en manos amigas/locales (Japón), supuesto en el cual no esta ningún país del Euro.

Los mercados, si bien circunstancialmente han creído en la aparente unidad de la UE, (el experimento no tenía precedente anterior, en magnitud, en época contemporánea) ya han percibido con nitidez la falta de entramado. Es cuestión de tiempo que la eurozona nuevamente se tense por cualquier motivo, dejando a la luz jirones, quien sabe si irreparables. La propia rigidez de la situación, a ningún sitio para algunos, pudiera ahogar a algún que otro enfermo. Si hubiese existido armonización europea en materia de empleo y fiscal, previa a la monetaria, la situación económica europea sería homogénea y sólida. Pero el euro es una casa que se empezó por el tejado.