El anatema de llamarse “Hedge Fund”

Sergio Miguez Director de Inversiones en Hedge Funds - Banco Sabadell Co-Presidente CAIA Iberia Chapter Resulta sorprendente cómo los inversores, a menudo, nos dejamos guiar por los acontecimientos más recientes y aplicamos el “efecto retrovisor” haciendo caso omiso de las propuestas de inversión que pueden ser interesantes en el futuro. Prácticamente no existe una sola inversión que podamos calificar de “alternativa”, que no se halle próxima o inmersa ya en un período de oportunidad casi sin precedentes. En efecto, materias primas, infraestructuras, “private equity”, inversiones en “distressed”, “hedge funds”, o muchos segmentos inmobiliarios se vislumbran como oportunidades. En el caso de los “hedge funds”, hemos pasado de una etapa de “glamour”, a otra de descalificación mayoritaria, y ahora se los etiqueta de piratas y especuladores salvajes. La realidad es que, hace tan sólo un año, la industria de hedge crecía fuertemente y sus gestores tendían, en general, a minusvalorar las peticiones de mayor transparencia por parte de inversores y reguladores.

Envueltos en una especie de “halo” mágico muchos conseguían crear la impresión de exclusividad o difícil acceso a sus fondos, y en realidad casi nadie entendía quiénes eran estos sujetos y cuál era realmente su actividad en los mercados. Algunos de ellos se embarcaron en las estrategias más ilíquidas, más fuertemente apalancadas, o de más difícil seguimiento para el inversor. La avidez por la rentabilidad, casi a cualquier precio, era el reflejo de un clima de “complacencia” generalizado en los mercados, en los que estos gestores eran una pieza más del engranaje global. Otros jugadores más relevantes, como los entonces llamados bancos de inversión, fueron literalmente barridos del mapa. Sin embargo, la depuración en la industria de hedge ya se viene produciendo desde hace varios meses, y según algunos analistas, no se descarta que, a lo largo del presente ejercicio, la cifra de su patrimonio gestionado se reduzca a la mitad (desde un máximo de dos billones de dólares en junio de 2008). Esta situación está provocando un proceso de limpia y consolidación en el que sobrevivirán sólo los grupos gestores más alineados con el interés de sus inversores, y aquellos dotados de las infraestructuras más sólidas.La regulación de los “hedge funds” parece ya un hecho inevitable, y ello a pesar de que, los mayores episodios de riesgo sistémico de 2008 tuvieron su origen precisamente en las industrias más reguladas. Sin embargo, ya antes de que los reguladores a ambos lados del Atlántico se pusiesen manos a la obra, se observa un proceso de adaptación pragmática de la industria a las necesidades de sus inversores, que son hoy de un perfil cada vez más institucional. Algunos ejemplos de este proceso darwínista son la eliminación progresiva de períodos de permanencia obligada (o “lock-ups”) y otras trabas a la salida, la transmisión de información periódica más detallada, o la reducción de potenciales conflictos de interés mediante la valoración de las carteras por administradores independientes, entre otros. El cocktail de la oportunidad “hedge” se sustenta en las patas siguientes:

La convulsión en los mercados, especialmente a raíz de la quiebra de Lehman, ha dejado segmentos enteros pendientes de arbitrar. Como se puede observar en los retornos positivos en lo que llevamos de año, no parece necesario asumir grandes dosis de riesgo o exposición direccional, ni hacer uso de elevados apalancamientos, ni tampoco invertir en activos complejos o estructurados, para conseguir aportar beneficios de diversificación a las carteras, con una correlación baja al mercado. Es decir, hacer lo que es propio de una inversión “alternativa”. Como los que quedan son los “supervivientes” de la quema, muchos ya están incluso incrementando sus plantillas y reforzando sus medios de control. También debe destacarse la menor concurrencia hacia los mismos “trades” por parte de otros jugadores del mercado, como eran las grandes mesas de tesorería. El sesgo de la industria de hedge ha pasado en el tiempo record de un año, desde el, “lo siento, estamos cerrados”, hacia el, “estaremos encantados de tenerle como inversor”. La historia más reciente nos ha enseñado a ser más cautos, y por eso, ahora más que nunca, es recomendable el acceso a través de carteras muy bien diversificadas entre gestores que, a su vez, invierten en activos líquidos. Ya no será necesaria la simulación de escenarios o “stress testing”, ya que, la experiencia más reciente ayudará a poner a cada uno en su sitio. La pregunta clave inicial sería la siguiente: ¿qué trato han dispensado recientemente a sus inversores?;

Estamos convencidos de que sólo mediante la educación a los agentes del sector, reguladores, medios de comunicación, y clientes se podrá extender la comprensión y el conocimiento sobre la inversión alternativa, más allá de cualquier moda pasajera. Las aspiraciones de retorno absoluto, baja correlación y preservación del capital de parte de los supervivientes de más talento siguen, sin duda, vivas tras la última refriega. Ahora nos queda saber ver las oportunidades y, aplicar bien las lecciones del pasado.