Dividendos, flujos y sesgo emergente: claves de la estrategia de EDRAM en bolsa europea

Kamil Molendys, Unsplash

En un entorno como el actual, dominado por la aversión al riesgo y las incertidumbres en torno a la resolución de la crisis de deuda soberana europea, invertir en renta variable europea supone afrontar más retos que nunca. Pero las gestoras se adaptan a un difícil entorno de mercado para aportar valor al inversor. En este sentido, el responsable adjunto de renta variable europea de Edmond de Rothschild Asset Management, Philippe Lecoq, explica que su estrategia consiste, en un entorno macroeconómico marcado por la escasa visibilidad ante los factores políticos y regulatorios, en poner atención a la visibilidad de los negocios empresariales y apostar por compañías capaces de crecer incluso en un escenario de menor crecimiento. Compañías que generen fuertes flujos de caja y que puedan financiarse sin depender de unos bancos -“cada vez más pequeños, menos rentables y menos ricos”- inmersos en un proceso de desapalancamiento, y pendientes de recapitalización y consolidación. En definitiva, firmas que puedan autofinanciarse y poco dependientes del ciclo de mercado.

 

En este sentido, se enmarca por ejemplo la estrategia de compañías con altos dividendos que aplica en el fondo EDR Europe Value & Yield, aprovechando las atractivas rentas que ofrecen algunas firmas, por encima del cupón de ciertos bonos, y siempre que sean capaces de mantenerlos en etapas de menor crecimiento o recesión. “Los dividendos son menos volátiles que el capex y en el futuro serán un mayor contribuidor a las rentabilidades bursátiles en un entorno de menores retornos en este activo”, afirma Lecoq.

 

Otra forma de lograr esa independencia del escenario macroeconómico es la exposición de los negocios al universo emergente, algo que aprovechan con el fondo EDR Selective Europe, donde el gestor opta por compañías que están en una situación de oligopolio y apenas afrontan competencia de jugadores locales, como las marcas de lujo, el equipamiento de aviones, algunas marcas de bebidas o firmas de infraestructuras con una gran cuota de mercado en el mundo emergente y sin competencia, lo que les otorga poder para establecer los precios.

 

“La selección de valores es una buena solución porque permite combinar lo mejor de ambos mundos: el crecimiento de los emergentes y la gobernabilidad de las empresas europeas, por encima de la media”, explica Lecoq. Con respecto a la capacidad de los gestores activos para batir a los pasivos, los que más flujos captan en la actualidad en este mercado, apuesta por la transparencia y la liquidez.

 

En cuanto al universo de inversión de sus fondos, es paneuropeo, algo positivo porque le permite tener una exposición muy reducida a la Europa periférica (descarta Grecia y Portugal y tiene algunas posiciones en valores españoles como Repsol e italianos como Enel –“sectores, como las utilities, regulados y con mayor visibilidad”) y una importante participación en los mercados de países más saneados como Suiza y Suecia (aunque en este último se han reducido posiciones últimamente ante su carestía y la fortaleza de su divisa). Dentro de la zona euro destaca el peso en sus fondos de compañías de Alemania o Francia y fuera de la región, de Reino Unido, que llega a pesar el 40% en el fondo EDR Europe Synergy. “Es un mercado interesante por las oportunidades que generan situaciones especiales como procesos de fusiones y adquisiciones, lo que ayuda a obtener retornos descorrelacionados y que han mostrado resistencia en verano”, afirma el gestor.

 

Paciencia para el inversor en bolsa

Para Lecoq, la renta variable es atractiva a precios actuales pero con un largo horizonte de inversión (de entre 5 y 10 años), pues a corto plazo “no es sostenible una tendencia alcista hasta que no finalicen los problemas”. Para el experto, este entorno podría sin embargo suponer una oportunidad, a través de la regulación, de “eliminar del mercado a inversores muy cortoplacistas que disparan la volatilidad” y son la razón de que muchos no quieran entrar en renta variable. “Sería la mitad de la solución del problema”, afirma.

 

Una volatilidad que vienen mostrando debido al escenario macroeconómico, marcado por el proceso de desapalancamietno de bancos y gobiernos que, en forma de una menor actividad de créditos y financiación en el primer caso, y menos gasto público y más impuestos en el segundo, afectan a los recursos de inversión de las empresas. Y un desapalancamiento que trae consecuencias negativas pero que el gestor ve inexorable: “no hay otra solución”, dice. Por este motivo y por la mayor regulación en sus carteras apenas invierte en el sector financiero y en los bancos, “incapaces de crear valor para el accionista”.

 

Par Lecoq, la situación difiere de la de 2008 pero en un sentido negativo, pues las autoridades monetarias tienen menos flexibilidad para resolver los problemas a través de políticas de bajadas de tipos o relajación cuantitativa –que rechaza se produzca en Europa, augurando mayor austeridad- y los gobiernos también están centrados en reducir el déficit de sus presupuestos. “El BCE no puede resolver los problemas”, afirma. Con respecto a Grecia, apuesta por una suspensión de pagos ordenada para evitar el contagio y la recapitalización de los bancos de cara el futuro para restaurar la confianza, negando la posibilidad de un colapso del euro.