“Devaluar la divisa solo ayudará a un país a mejorar su comercio si es el único en hacer esa práctica”

Japón se ha unido a la tendencia mundial hacia el dinero fácil. Y, al hacerlo, el país tiene la esperanza de que aumente la inflación y se devalúe el yen. Una divisa más barata haría que las compañías exportadoras niponas fuesen más competitivas en el mercado mundial y eso es algo que, según explica James Swanson, responsable de Estrategia de Inversión de MFS Investment Management, en un artículo publicado en su blog, Japón necesita desesperadamente. Sin embargo, la dirección que ha tomado el país ha provocado algún que otro arqueamiento de ceja.

El valor de una moneda desempeña un papel importante en la competitividad de un país. Una divisa débil proporciona una ventaja competitiva a una economía pero, manipular de manera deliberada la cotización de una moneda, puede iniciar guerras comerciales. “Los países exportadores han hecho de esta industria un motor clave para el crecimiento donde no había una demanda interna. China ha tratado de frenar la apreciación del yuan en un esfuerzo por mantener su sector exportador relativamente fuerte”, afirma el experto.

En Europa, Swanson recuerda que la debilidad del euro le permitió a Alemania cimentar su negocio en la exportación de maquinaria, camiones y vehículos. “Todos los países quieren cada vez una mayor parte del pastel que suponen la exportación y no todos pueden tenerlo. Aquí es donde nacen las guerras”, señala. ¿Qué sucedería, sin embargo, cuando Japón, la eurozona, Estados Unidos y China devalúen su moneda?, se pregunta el responsable de Inversiones de MFS Investment Management. 

El cambio de divisas es un juego de valor relativo y una guerra por depreciar su valor no sería más que una guerra comercial. “Las guerras comerciales llevan a menudo a otras manipulaciones artificiales del comercio, como la creación de aranceles o barreras de otro tipo. Estas políticas, que siguen a las devaluaciones de la divisa, resultaron ser un desastre en la década de los 30. La práctica unanimidad de los economistas consideran que el aumento del proteccionismo intensificó la Gran Depresión. El comercio mundial se redujo aproximadamente dos tercios entre 1929 y 1934”, señala Swanson.

“Creo que los inversores estarían mucho más contentos con competencias productivas. En otras palabras, la competencia sobre quién puede hacer el coche más eficiente es la mejor manera de ganar cuota de mercado y controlar los precios”. Eso no parece importar a las autoridades del Banco de Japón y otros bancos centrales. “La devaluación de una moneda solo ayudará a un país a mejorar su comercio si es la única economía que hace esa práctica. ¿Deberíamos recomendar a los japoneses consultar sus libros de Historia?”, se pregunta el experto.