Desde Rusia con preocupación: las gestoras dan por hecha la recesión pero descartan un default

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Foto: Mariusz kluzniak, Flickr, Creative Commons

Subidas de tipos hasta el 17% (dos en una sola semana) y ventas de reservas de divisas para paliar la caída libre del rublo y los activos de renta variable (pérdidas del 8% en lo que va de mes) y de renta fija (repunte del 5% en el mismo periodo, hasta superar el 15%). Rusia se defiende como gato panza arriba para evitar que la historia vuelva a repetirse y se produzca un segundo efecto vodka. Sin embargo, su situación se sigue agravando por el retroceso continuo de los precios del petróleo, con un repunte violento de la volatilidad.

Según cálculos de los expertos de Fidelity Worldwide Investment, una caída adicional de los precios del crudo superior al 10% supondría un retroceso del 1,3% del PIB ruso. "El propósito del Banco Central de Rusia (BCR) es ralentizar la depreciación de su divisa más que conseguir una reversión de la tendencia per se. Está muy preocupado por la manera desordenada y disfuncional en la que la divisa ha empezado a cotizar“, añaden los expertos de la firma, que consideran que la subida de tipos debería ser la herramienta principal del banco antes que vender las reservas de divisa, "que demostró ser una estrategia costosa e inefectiva en 2008“. No obstante, indican que en el corto plazo va a seguir siendo el rumbo de los precios del petróleo el mayor condicionante de la cotización del rublo.

Las previsiones de los expertos de Fidelity, sin embargo, son pragmáticas sin caer en lo funesto: "¿Podría el estado ruso ser forzado a declarar un impago de su deuda, como hizo en 1998? En términos generales, parece improbable. Mientras que hay algunos paralelismos preocupantes con lo ocurrido ese año, cuando el precio del petróleo también cayó con fuerza y Rusia también estaba envuelta en un conflicto internacional (la cara campaña de Chechenia), la situación de las cuentas rusas hoy son mucho más sólidas que en 1998“. Basan esta afirmación en el bajo endeudamiento estatal, de tan sólo el 10% del PIB (en 1998 era del 100%), y en la voluntad actual del BCR de dejar que la divisa flote libremente. "Como resultado, a diferencia de en 1998, un rublo a la baja hoy puede actuar como un absorbente de shocks al equilibrar el precio en dólares del petróleo y mantener estable el balance fiscal“, aseveran desde la gestora americana.

Steve Ellis, gestor de renta fija emergente de la firma, también se escuda en el bajo endeudamiento del país para descartar un impago de la deuda soberana, a lo que añade que los vencimientos de deuda previstos para el año que viene suponen "una cantidad relativamente baja“. En cambio, señala que la deuda corporativa conlleva un riesgo superior, al herir los tipos más altos y la divisa más baja la demanda doméstica. En términos generales, el experto espera más volatilidad en los mercados de deuda rusa al combinarse la dislocación vista en las últimas semanas con bajos niveles de liquidez, por lo que infrapondera este activo en cartera. Su otro pronóstico es que el PIB ruso cierre 2014 con crecimiento del 0% y que se desplome un 5% en 2015, "lo que sería problemático para algunos bancos y compañías industriales".

Sobre el impacto de la depreciación del rublo en el sistema financiero se pronunció ayer también Jesus Martínez, responsable de Financial Institutions Ratings en Standard & Poor's Ratings Services y actualmente encargado del análisis de los bancos del norte de Europa. En un desayuno para periodistas organizado por CFA Spain, Martínez declaró que los bancos europeos no sufrirían un impacto acusado, dado que su exposición a Rusia es muy pequeña (salvo alguna filial), pero sí se podría acusar un impacto de calado a través de los mercados de capital, al afectar a los ingresos de la banca de inversión por encarecerse sus costes de financiación. 

En esta misma línea, el equipo de renta fija emergente de Aberdeen considera que los fuertes movimientos del rublo, con una depreciación del 10% en un día y la subida de tipos de emergencia aplicada por la autoridad monetaria, en 650 puntos básicos, hasta el 17% (duplicando el nivel de las tasas en poco más de un año) señalan una fuerte huida del rublo por parte de la economía doméstica, lo que añade presiones adicionales a las necesidades ya existentes por parte de las empresas de desapalancamiento (entre este año y el que viene las empresas han de hacer frente a más de 135.000 millones de dólares de compromisos con el exterior).

"Por parte del banco central no hay intención de hacer uso de las reservas extranjeras para frenar esta situación, sino que está empleando el control de cambio para intentar frenar el movimiento para satisfacer la futura demanda por parte de las empresas. En el punto actual nos parece un error que está llevando a la divisa a una presión excesiva y podría conllevar la imposición de controles de capital para impedir la 'dolarización' de la economía doméstica. Dada la volatilidad tan excesiva de la divisa creemos que la caída de precios de los activos no está fundamentada en fuertes volúmenes de negociación sino que responde más a una situación de pánico ante un mercado ilíquido", aseguran.

El tiempo corre en contra

“Los próximos dos días serán decisivos”, afirma tajantemente Heinz Ruettimann, analista estratégico de Julius Baer. El experto indica que al banco central ruso sólo le quedan dos opciones si el cruce dólar/rublo no se estabiliza: o vuelve a subir considerablemente los tipos de interés, o tendrá que introducir control de capitales. “Los controles de capital son claramente la opción menos favorita, puesto que cualquier flujo de inversiones tendrá que detenerse y el rating ruso con grado de inversión estaría en peligro”, indica.

Ruettimann añade como segundo efecto colateral de los controles de capital la penalización a inversores extranjeros con exposición al país a través de fondos (tanto de renta variable como fija) que inviertan en los mercados locales. “Con los controles de capital, esos fondos ya no podrán liquidar el dinero de los inversores tan fácilmente”, explica. La excepción a esta regla son los valores rusos listados en la bolsa de Londres, que todavía seguirían siendo negociables. “La experiencia egipcia ha mostrado que el dinero de los inversores podría estar bloqueado entre uno a tres meses”, advierte el experto.   

También desde Julius Baer, el analista de materias primas Carsten Menke se fija en los efectos colaterales de la debacle rusa sobre la evolución del oro, que llegó a cotizar por encima de los 1.200 dólares la onza esta semana. “Creemos que las aflicciones rusas en general y el rublo en particular lanzan incertidumbre sobre el mercado del oro. Para protegerse de la inflación, los rusos aparentemente entraron en un frenesí comprador probablemente para incluir la joyería y los lingotes a pesar de que los precios domésticos están en máximos”, explica Menke. Éste añade que, aunque debería suponer un acicate para la demanda del oro, según Bloomberg el BCR también podría poner en venta sus reservas de oro para estabilizar la divisa.

Las materias primas y en general los recursos naturales y el papel de la Federación de Rusia en estos mercados también están en la mente de Elaine Stokes, gestora del equipo de renta fija flexible de Loomis Sayles (gestora afiliada a Natixis Global AM), dentro de la categoría de amenazas geopolíticas: “Estamos muy atentos a la batalla global por los recursos naturales, incluyendo el agua, la energía y los metales, que está empezando a crear extraños compañeros de cama. En algunos casos, parece que los recursos y el poder están terminando en manos de gobiernos menos amistosos debido a alianzas improbables: por ejemplo, China y Rusia o Irán y Rusia; y la compra por China de una isla frente a la costa de Venezuela”. Stokes vaticina que “este fenómeno provocará turbulencias continuas y pospondrá una solución rápida y justa a la cuestión de los recursos globales”, por lo que puede seguir habiendo debacle para rato en la Europa más oriental.