Del sol y playa a la gestión de activos

JL
Foto cedida

Una de las pocas cosas positivas de la crisis económica y financiera es poner en valor aspectos como el tamaño, el compromiso o la reputación. Hoy en día, el mundo de la gestión de activos está muy polarizado entre los grandes jugadores y las “boutiques” o, como alguien dijo una vez, entre lo barato y lo picante a la hora de invertir. Y en esta ecuación, lo malo no es ser una gran gestora o una “boutique” sino quedarse atrapado en mitad de ningún sitio que es probablemente donde hay menos futuro.

En España hay buenas gestoras de activos especializadas que no tienen nada que envidiar a otras casas en el resto del mundo. Sin embargo, se puede decir que en España ha predominado la distribución sobre el talento y los márgenes sobre la rentabilidad de los clientes. Si a esto le unimos la predominancia del sector bancario en la distribución de fondos (cerca de un 90%) y la inexistencia de una regulación que fomente la distribución externa, el resultado es el que todos conocemos: no hay ninguna gestora española con cierta distribución internacional. Algo que claramente invita a la reflexión.

En cierta medida, es algo parecido al sector turístico y a la eterna discusión de su transformación del “sol y playa” hacia las nuevas preferencias de los consumidores. Quizás la diferencia más importante es que en España los hoteleros y sus cadenas están entre la élite mundial y su internacionalización ha sido bastante exitosa. Sin embargo, en nuestro caso, carecemos de factores externos positivos como sucede en el turismo que nos aporte alguna ventaja competitiva. Es más, dada la situación de la economía española y el daño que se está haciendo a la marca España por distintas y numerosas razones, vender fondos fuera es casi tan difícil como colocar helados a los esquimales.

¿Qué nos queda por hacer? Quizás un poco de fe en nosotros mismos y hacer lo mismo que el resto de empresas españolas: exportar o, en nuestro caso, distribuir. Hay algunos requisitos básicos que todos conocemos: 1) Track record (3 años o más), 2) Tamaño del fondo (mínimo 50 millones de euros) y 3) Sicav de Luxemburgo. Otros factores críticos son una marca fuerte, una reputación y solvencia elevadas (los inversores se asustan de gestoras muy pequeñas o sin reputación) y un producto diferenciado.

Por último, dos temas importantes que hay que tener en cuenta: 1) Paciencia, pues no es fácil comenzar y el éxito puede llegar mucho más tarde de lo previsto. Éste es un factor que ha sucedido en repetidas ocasiones en “boutiques” europeas, en las que los primeros 1.000 millones han llevado mucho tiempo y pasar a 3.000 ó 5.000 ha sido más sencillo y 2) Suerte, mucha suerte. Dicen que Julio César preguntaba siempre antes de nombrar a los legados de sus legiones si tenían suerte. Y visto lo que sucedió en la batalla de Farsalia era obvio que la tenían.