Del Infierno al Purgatorio o una explicación “Dantesca” de lo que estamos viviendo

"There is no greater sorrow than to be mindful of the happy time in misery" Dante Alighieri.

Hace más de un año que los mercados financieros experimentan fuertes convulsiones que han reducido significativamente el patrimonio de los inversores. Ciertamente, vivimos un entorno económico muy complejo y no es fácil tener una perspectiva muy clara sobre lo que puede pasar y cómo podemos beneficiarnos de ello de alguna manera. Por ésta razón, citar a Dante puede ser apropiado dada la analogía que presentan los mercados financieros con el épico poema de la literatura italiana “La Divina Comedia”. Así, el viaje de Dante a través del infierno y del purgatorio para llegar al paraíso, puede ser similar al que debe de hacer todo inversor en las circunstancias actuales. ¿Pero cuáles han sido nuestros pecados para estar dónde estamos? Al igual que el infierno de Dante tenía 9 círculos para someter a castigo a los condenados, 9 son las faltas que debemos expiar antes de pasar al purgatorio:

1. El primero de ellos es sin duda el exceso de confianza en las bondades de la globalización, que sin duda nos llevó a reducir nuestra aversión al riesgo durante los últimos años y nos convirtió en un poco más avariciosos.

2. La abundancia de liquidez en los mercados, gracias a la reducción de la inflación y los bajos tipos de interés, fomentó un mayor apetito por el riesgo y la demanda de activos alternativos como el sector inmobiliario hasta su colapso.

3. Una vez que la burbuja inmobiliaria explotó, las consecuencias sobre los mercados de crédito fueron inevitables. Todo tipo de activos financieros con colateral implosionaron y, dado el elevado apalancamiento y el desarrollo de complejos productos estructurados, todo el sistema financiero estuvo afectado en muy poco tiempo.

4. Los problemas en los mercados de crédito pronto se trasladaron a los mercados de acciones. Primero con fuertes correcciones y después con un fuerte incremento de la volatilidad hasta nuevos máximos históricos. El problema subyacente es la falta de visibilidad sobre el impacto de los problemas de crédito en el sistema financiero y la economía real.

5. Por un tiempo los mercados de materias primas disfrutaron de cierta inmunización, en la medida que la especulación generó un efecto de cobertura sobre el mercado de acciones. Al final, el temor a una contracción fuerte de la demanda supero al miedo de una oferta insuficiente. En éste contexto, el barril de petróleo pasó de 145 dólares en julio hasta los 65 en los últimos días.

6. A principios de septiembre, la situación se fue complicando más y el foco de atención del problema pasó de la liquidez a la solvencia en el sistema financiero. Los primeros intentos para solventar la crisis de confianza no se gestionaron muy bien, al no tratar los problemas de fondo –la falta de capital- y hacerlo de una manera descoordinada por los gobiernos. El pánico apareció al evidenciarse el hecho de tener un sistema financiero del siglo XXI con una estructura de gobierno del siglo XX.

7. En octubre, las perspectivas para la economía mundial se tornaron extremadamente negativas. La cuestión ya no es si la economía va a entrar en recesión o no, sino el hecho de que puede ser la peor desde los años 70. Así, en los próximos meses, la mayoría de los indicadores económicos seguirán dando una lectura muy negativa y ésto puede exacerbar el pesimismo.

8. Finalmente, la bonita historia del “decoupling” no pudo sobrevivir o, al menos, de momento. Aunque los cambios estructurales que estamos observando incrementarán sin duda el papel de los mecados emergentes en el largo plazo, a corto y medio nadie quiere activos con riesgo. Por consiguiente, muchas economías emergentes pueden sufrir crisis cambiarias o financieras ante la escasez de financiación y la fuerte aversión al riesgo.

9. Probablemente, la última fase de éste particular infierno financiero sea la industria de los fondos de cobertura (hedge funds). El fuerte proceso de desapalancamiento, las malos resultados de muchos de éstos productos y el poco apetito por el riesgo pueden provocar salidas importantes de fondos –y quizás alguna quiebra- lo que incrementaría aún más la situación de fragilidad del sistema.

La buena noticia es que según vamos avanzando por el “infierno” estamos más cerca del “purgatorio”, donde debemos redimirnos de nuestros actos ilícitos por algún tiempo. Pero, ¿qué significa esto para la economía mundial?

Según los economistas de JP Morgan hay que hacer frente a 3 "c": contención, colchón y confianza; antes de pensar en un nuevo paraíso para los inversores. Por contención, entendemos un menor estrés en los mercados de financiación. Una disminución significativa en los diferenciales a los que se prestan los bancos y un aumento en la actividad crediticia de empresas y hogares. Asimismo, balances más sólidos en el sector financiero también son un requisito importante. Por colchón, hacemos referencia a una relajación sustancial en las políticas monetarias y fiscales (gasto público o reducciones de impuestos) que apoyen el consumo privado y la inversión. La reciente disminución de la factura energética, especialmente el petróleo, y la de los precios de los alimentos, son también importantes factores. Por último, pero no por ello menos importante, la confianza. Esto vendrá más tarde o más temprano, dependiendo de los efectos de amortiguación a los que hacíamos referencia anteriormente. Es justo señalar que las condiciones que estamos viviendo son extraordinarias y no es de extrañar el estado de exacerbado pesimismo que se ha propagado por todo el mundo.

Ésta situación debería empezar a cambiar en algún momento durante la primera mitad de 2009, una vez que el desaceleración económica haya tocado suelo. Es evidente que tenemos una larga y penosa recuperación por delante y en ésta ocasión es más importante el cómo que el cuándo en lo que a la terminación se refiere. Por desgracia, no hablamos de una crisis “en” el sistema sino de una crisis “de” sistema, que es lo que la hace diferente. No obstante, también es seguro que como Dante veremos al final nuestro punto de luz.