Diez años del estallido de la crisis subprime: ¿en qué punto están ahora los mercados?

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El cierre de tres fondos de inversión en ABS de BNP Paribas AM el 10 de agosto de 2007 supuso el pistoletazo de salida de la crisis de las hipotecas sub-prime, que tan sólo un año más tarde alcanzó calado mundial con la caída de Lehman Brothers, dando lugar a la Gran Crisis Financiera. De acuerdo con datos de Thomson Reuters Lipper, durante 2007 se cerraron sólo 146 fondos en EE.UU.; el pico máximo se produjo en 2009, con 695 cierres. El acumulado de la última década refleja el cierre de 4.791 vehículos de inversión en el país (ver gráfico).

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El mundo de 2017 ha cambiado de muchas maneras con respecto al de 2007. Amén de la avalancha de nueva regulación, que sigue abatiéndose sobre el sector financiero, los inversores han asistido al que probablemente sea el mayor experimento monetario de todos los tiempos, con la introducción de estímulos cuantitativos y tipos negativos sin precedentes por parte de los grandes bancos centrales del mundo desarrollado. Dada la ausencia de precedentes, ahora la gran incógnita es cómo lograrán estos bancos, liderados por la Reserva Federal de EE.UU., reconducir sus políticas hacia la senda de la normalización monetaria.

Ha sido una década marcada por una recuperación tan lenta como débil, en la que la inflación ha sido la gran ausente hasta hace prácticamente un año. También ha sido una década en la que numerosos países se han visto obligados a ejecutar dolorosas reformas estructurales – algunas todavía pendientes de su implementación- y a afrontar grandes desafíos como el envejecimiento de la población o la digitalización de la economía. La gran paradoja que ha planteado el periodo 2007-2017 ha sido la lenta transmisión de los estímulos a la economía real, frente al espectacular mercado alcista visto en acciones y bonos. Hoy, los precios de una amplia variedad de clases de activos sólo lanzan una pregunta que parafrasea aquel famoso álbum que lanzó Supertramp en 1975: “¿Crisis? ¿Qué crisis?”

Aquellos que quieran revivir la avalancha de sucesos de aquellos días pueden hacerlo a través de la cuenta de Twitter @TBTLife, que ha empezado a tuitear en tiempo real simulado todos los estadios de la crisis financiera.

Un ciclo alcista con escasos precedentes

La renta variable estadounidense se ha convertido en el máximo exponente de esta recuperación, al experimentar el que ya es el segundo ciclo alcista de mayor duración en el país desde la II Guerra Mundial. Precisamente el 10 de agosto el S&P 500 perdía un 1,45%, algo que no sucedía desde el pasado mes de mayo. Tanto este indicador como el Dow Jones y el Nasdaq han alcanzado máximos de todos los tiempos en lo que va de año. “Gracias al colapso de los tipos de interés en los últimos diez años, sin embargo, no han sido sólo las acciones las que han hecho a los inversores sentirse orgullosos”, constata Tom Stevenson, de Fidelity Personal Investing. El experto constata que la rentabilidad de los bonos ha seguido un camino cuesta abajo a lo largo de la década, de manera que “la crisis financiera fue la guinda del pastel para un mercado alcista de la renta fija que ha sido constante desde principios de la década de 1980”.

FidelityEl representante de Fidelity International aporta una tabla en la que se puede ver la evolución por rentabilidad de quince clases de activos acumulada entre 2007 y lo que va de 2017. Los dos claros ganadores han sido la deuda high yield y la deuda emergente, pero quizá lo más significativo es que, en este tiempo, sólo hayan perdido dinero los inversores en materias primas, la única clase con rendimientos negativos a diez años.

La conclusión de Stevenson sobre esta última década es “lo excelente que ha sido este periodo para tener una cartera equilibrada entre acciones y bonos”. “No sólo han disfrutado los inversores de los beneficios de la diversificación; los han tenido sin los riesgos a la baja de una de las dos de las principales clases de activos”. 

Este otro gráfico adjunto, proporcionado por J.P.Morgan AM en el marco de su programa Market Insights, corrobora lo expuesto por Stevenson: unos activos pueden comportarse bien un año y sin embargo ser los que registren peores rendimientos al año siguiente; la gran lección del periodo 2007 – 2017 ha sido la necesidad de buscar una correcta diversificación de activos en cartera.

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No obstante, el comportamiento de las clases de activos da pie a múltiples observaciones adicionales. Por ejemplo, Stevenson constata sobre estos años que “es extremadamente raro que caigan todas las clases de activo a la vez, incluso en las peores crisis. Este es el mayor aliciente para la diversificación que conozco”, afirma el experto de Fidelity.

Éste considera que la afirmación también es válida por sectores, dado que los últimos diez años han mostrado una amplia dispersión de rentabilidad entre los sectores favoritos de los inversores (como la tecnología) y los menos queridos (principalmente los financieros). Ha sido una década en que se ha vuelto extremadamente familiar para los inversores el término “bond proxy”, para definir a aquellas acciones tan defensivas que muestran un comportamiento similar al de un bono, de sectores como el consumo básico, el farmacéutico, las telecomunicaciones o los servicios públicos.

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¿Cómo será el futuro?

Para Stevenson, “ahora el desafío es decidir hacia dónde se dirigirán los mercados en los próximos diez años”. El experto destaca la fortaleza de la última temporada de resultados en EE.UU. (con una subida de los beneficios del 10%), que en su opinión “justifica en cierto modo los nuevos máximos del mercado”, aunque, aun así, “ahora el mercado alcista cada vez se está volviendo más obsoleto”. Stevenson muestra una especial preocupación por la sostenibilidad de unos márgenes de beneficio ya elevados, “especialmente si los bancos centrales empiezan a retirar los estímulos monetarios que han apuntalado a los mercados en los últimos diez años”.