¿Debemos preocuparnos por el escándalo LIBOR?

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Cedida por CFA

 

Ha sido un largo verano de altas temperaturas para la industria de los servicios financieros pero desafortunadamente el calor no viene del desempeño por los mercados sino por del desfile de noticias relacionadas con escándalos. La más reciente falta profesional viene por cortesía de la industria bancaria global, que aparentemente ha manipulado completamente una medida económica principal llamada LIBOR –la tasa de interés interbancaria del mercado de Londres–, que es la tasa que determina lo que se paga en todo tipo de obligaciones, desde préstamos para la vivienda hasta una amplia gama de ofertas de crédito al consumo. Basta con decir que es una extraordinaria violación de la confianza al público.

Los efectos del último escándalo LIBOR son deplorables debido a que la tasa LIBOR sustenta la fijación de precios de un sin número de instrumentos financieros, contratos, y de productos, y por consiguiente afecta a una amplia gama de inversores desde los más sofisticados hasta al común consumidor. El hecho de que esta tasa de interés haya sido manipulada perjudica la confianza del público tanto como lo hizo cualquiera de los acontecimientos que la precedieron en la crisis financiera. Por lo tanto, no es de extrañar que los políticos hayan pedido una investigación, mientras que los consumidores quieren ver rodar cabezas. Esto fue evidente cuando el presidente y CEO de Barclays renunciaron a sus cargos.

Dos preguntas razonables a plantear son: 1) ¿Se debe, y con qué eficacia, castigar a los autores?  2) ¿Podemos evitar que esto vuelva a suceder?  Desafortunadamente, la regulación mundial en general y el marco regulatorio del Reino Unido en particular tienen brechas en ambos frentes.

En primer lugar, la fijación de la tasa LIBOR se supervisa por la Asociación de Banqueros Británicos, el organismo de comercio, y como tal no está sujeta a la supervisión de la Autoridad de Servicios Financieros. Esto hace que sea difícil para cualquier regulador el castigar la negligencia de los distintos bancos que contribuyen más allá de darles pequeñas multas reglamentarias. La dificultad del tema es el hecho de que las regulaciones de abuso de mercado en Europa sólo abarcan a los instrumentos financieros que cotizan en los centros de operación regulados. El hecho de que la tasa LIBOR no es en sí un instrumento de operaciones financieras –sino más bien un promedio de tasas de préstamos estimados– dificulta clasificar legalmente (si no moralmente) el incidente como abuso de mercado. En esencia, es una isla desierta de regulación.

Si suena como que los bancos van a escapar de lo peor para siempre puede haber una luz tenue. El comisario de Competencia de la Unión Europea anunció hace unos meses que la Comisión también está investigando los bancos involucrados dado que podrían haber violado las normas antimonopolio que prohíben los carteles y las prácticas comerciales restrictivas. Tales asuntos antimonopolio pueden dar lugar a fuertes multas de hasta el 10% de la facturación. Además, las autoridades de los Estados Unidos, armadas con poderes de ejecución más fuertes que sus contrapartes del Reino Unido (evidenciado por la recuperación de 231,5 millones de libras de la multa total de 291 millones pagada por Barclays), podrían tomar medidas más contundentes contra las personas implicadas.

En una visión más amplia, está bastante claro que con las regulaciones más estrictas que ya se están canalizando, los bancos tendrán que hacer cambios significativos. El escándalo de la tasa LIBOR refuerza la idea de que el sector bancario se ha vuelto demasiado complejo para regular de manera efectiva, lo que suma peso a las voces que piden cambios estructurales en la forma en que los bancos se administran. Por ejemplo, CFA Institute ha hecho la sugerencia de que las actividades comerciales de las entidades financieras que también llevan depósitos asegurados en sus balances deben ser limitadas a una filial del holding del banco que sea de capital independiente y un agente no bancario.

Para finalizar, hay que recordar que ninguna cantidad de regulación puede realmente eliminar el tipo de violaciones éticas expuestas en el escándalo de la tasa LIBOR. Ultimadamente, el comportamiento ético se deriva de cada persona. A finales de 2010, Financial Times publicó una carta abierta titulada "Los Líderes Financieros Prometen Excelencia e Integridad”, firmada por 16 ejecutivos de bancos y como líder signatario, nada más y nada menos que Marcus Agius, presidente de Barclays. La línea de cierre fue "Como líderes de las instituciones financieras reconocemos y aceptamos esta responsabilidad personal (...), por lo tanto, nos comprometemos a hacer todo lo posible para fomentar y estimular esta cultura, dentro de nuestras propias instituciones, y más ampliamente en el sector financiero en el Reino Unido y en otros lugares”. 

Una semana más tarde, otro artículo en Financial Times se publicó bajo el titular: "Los bancos serán juzgados por acciones, no palabras". Dos años más tarde, hay numerosas pruebas de que aún queda mucho trabajo por hacer, no exclusivo de la banca, sino de los servicios financieros en general. ¡Acciones, en definitiva!

*CFA Institute es una asociación global sin fines de lucro de profesionales de inversiones que administra el currículo para la acreditación de analistas financieros Chartered Financial Analyst.