De la mano de un buen asesor, de ahorrador a inversor inteligente

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Imagen cedida

En lo que a inversiones se refiere, el cliente español es conservador. Somos un país de ahorradores más que de inversores.

El ahorrador es aquella persona que tradicionalmente depositaba su dinero en un banco con el objetivo de obtener una remuneración equivalente a lo que los profesionales llamamos la “tasa libre de riesgo”, mientras que el inversor es aquella persona dispuesta a asumir mayor riesgo, a cambio de una mayor expectativa de rentabilidad.

Desgraciadamente, los últimos tiempos han demostrado que había muchos “activos de riesgo”, que en la calle eran considerados “activos libre de riesgo”, y demasiados ahorradores se han visto en la situación de ser inversores, ya sea por exceso de ambición o por ignorancia.

A través de este artículo, no pretendo criticar a las entidades financieras que han vendido inadecuadamente activos de riesgo a clientes “ahorradores” y, mucho menos, criticar a aquellos clientes “inversores” que pretendían alcanzar una rentabilidad por encima de la tasa libre de riesgo sin asumir el riesgo necesario para poder alcanzarla. Sólo pretendo insistir en que no existe lo que los anglosajones llaman “comida gratis”, refiriéndose a la imposibilidad de obtener rentabilidades sin asumir riesgo.

Si existiera alguna, la tasa libre de riesgo actual está en el 0.5% anual, que es el tipo de referencia del Banco Central Europeo. Toda rentabilidad por encima de eso, lleva algún riesgo implícito. Malas noticias para un país lleno de ahorradores en el que la inflación está controlada pero muy por encima de ese 0.5%.

Con ese panorama, la recomendación a los actuales ahorradores es que se conviertan en inversores. Pero no en un tipo cualquiera de inversores, sino en un tipo de inversores inteligentes que sólo toman los riesgos que pueden asumir y que los toman de una forma consciente. Desafortunadamente, muchos de ellos ya lo eran de forma inconsciente invirtiendo en subordinadas, preferentes, sellos o muchos otros activos que tenían un riesgo que no fue identificado en su día y, lo que propongo, es exactamente lo contrario.

Más importante aún que dar el paso a ser inversores, es la recomendación de hacerlo de la mano de un asesor independiente y cualificado. En este punto, toman gran importancia ambas palabras.

¿Independiente y cualificado?

Independiente es aquel que sea capaz de anteponer los intereses del cliente a los suyos propios o los de su entidad. Eso que suena casi a utopía, es perfectamente posible si el asesor busca una relación de largo plazo con su cliente y entiende, como se hace en cualquier otra industria, que un cliente satisfecho es un cliente para toda la vida. Ese es el único incentivo para el asesor y para que el argumento funcione para el cliente, el vínculo del banquero con la entidad debe ser fuerte y al ser posible, de carácter societario.

Lo de cualificado, es como el valor en la mili: se da por hecho… y menudo error. No quiero decir que en una sucursal bancaria el personal no esté cualificado. Lo está para la concesión de préstamos, hipotecas, venta de depósitos bancarios y muchas otras cosas de nuestras finanzas diarias, pero no son profesionales de la inversión.

Una vez elegido un asesor, ¿qué posibilidades tiene un cliente conservador en el mercado actual?

La buena noticia es que una cartera conservadora no es necesariamente la suma de activos conservadores y estamos en un mercado en el que esto toma especial importancia. La renta variable es un activo de riesgo, pero resultará la pieza más importante a la hora de construir carteras en un contexto en el que la remuneración de los depósitos ha caído fuertemente y en el que la renta fija ha llegado a un punto en el que queda poco que ganar y, sin embargo, las pérdidas pueden ser abultadas si comienzan a subir los tipos de interés. La renta variable puede ser tan adecuada para el cliente conservador como cualquier otro activo si se invierte un porcentaje adecuado de su cartera total.

En cualquier caso, al estar recomendando un activo de riesgo como la renta variable, tengo que insistir en la importancia del asesor, porque ese inversor inteligente debe tomar riesgos medidos y maximizar su esperanza de rentabilidad para un riesgo dado, pero dicho riesgo no debe incrementarse en función de las perspectivas de mercado, sino en función de la situación particular y patrimonial de cada uno de los inversores.