Crisis portuguesa: hablan las gestoras internacionales

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Sébastien Bertrand, Flickr, Creative Commons

El plan de austeridad pactado entre Portugal y la Troika en 2011 ha dado buenos resultados y el país ha logrado reducir su déficit presupuestario del 8% del PIB a menos del 4%. Sin embargo, la debilidad de las últimas cifras publicadas han puesto en riesgo el acuerdo con la Troika, por lo que la Comisión Europea le ha dado más tiempo a Portugal para recortar su déficit. Es evidente que la mayor parte del ajuste ha venido por el aumento de los ingresos en lugar de por recortes del gasto. Si las expectativas de crecimiento se desvanecen, los responsables políticos no tendrán más remedio que centrarse en el gasto, poniendo al Gobierno en una posición políticamente difícil.

Según Andrew Cormack, gestor de fondos de Western Asset, la gestora especializada en renta fija de Legg Mason Global AM, “éste es el primer gobierno periférico de coalición que está en peligro por la fatiga provocada por la austeridad y es muy poco probable que vaya a ser el último”. Portugal sigue en recesión, el desempleo continúa aumentando (en la actualidad alcanza el 17,7%) y la popularidad del actual Gobierno de coalición ha caído en picado. “Nuestra opinión es que este reciente aumento en la volatilidad es más que otro síntoma de la crisis actual: la fatiga que está provocando la austeridad en la periferia está dando lugar a niveles crecientes de descontento social”.

En el caso luso, el experto considera que las recientes renuncias de políticos clave del Ejecutivo aumenta la probabilidad de que se celebren elecciones anticipadas este año. Todo ello, sumado, podría dar lugar a una mayor volatilidad en el mercado. “Esperamos que la volatilidad continúe hasta que tengamos más claridad sobre la postura del actual gobierno de coalición. Pensamos que los actuales diferenciales no compensan a los inversores por los riesgos potenciales de una renegociación del actual acuerdo de rescate que podría incluir la participación del sector privado (PSI) como fue el caso de Grecia”, asegura el gestor de Western Asset.

En una línea muy similar se pronuncia Mónica Defend, directora de Asignación Global de Activos de Pioneer Investments, quien considera que estos acontecimientos ponen de relieve el malestar que vive el país por el programa de austeridad fiscal. “Si bien las consecuencias políticas son inciertas (la convocatoria de elecciones anticipadas es lo más probable o también algún tipo de acuerdo para continuar con el gobierno), el impacto que esta crisis provocará en el mercado va a ser más importante para Portugal que para otros países. La Troika debe seguir adelante ya que no existen necesidades de liquidez inminentes y el Tesoro dispone del efectivo suficiente para afrontar los vencimientos de septiembre”, asegura la experta.

¿Por qué pervive la crisis de deuda europea?

Según Willem Verhagen, economista senior de ING Investment Management, la razón fundamental por la que a estas alturas Europa sigue involucrada en este lío es porque, desde el principio, los políticos no han sido capaces de reconocer que se trata de un problema común y de que todas las partes implicadas comparten la responsabilidad de haberlo generado y, por tanto, de solucionarlo. “Aumentar el crédito y déficits por cuenta corriente de los periféricos no habría sido posible sin el correspondiente aumento del crédito y superávit por cuenta corriente de los países centrales”, señala en un artículo.

Para Verhagen, está claro que un único enfoque hacia el ajuste fiscal y la aplicación simultánea de las reformas estructurales tiene un elevado coste económico y social, que en algún momento puede llegar a ser demasiado grande para que un país pueda soportarlo. “Hubiera sido mejor que la Troika hubiera recortado el grado de ajuste fiscal a los países periféricos en reconocimiento a que esto es muy autodestructivo, más aún, en un entorno donde el sector privado se está desapalancando, la oferta de crédito es muy estrecha y las exportaciones se ven obstaculizadas por el lento crecimiento de los países desarrollados y problemas de competitividad. De haberlo hecho, las reformas estructurales que son muy necesarias, hubieran sido mejor acogidas socialmente”.