Crisis en Turquía: claves y consecuencias para el inversor

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Michał Dubrawski, Flickr, Creative Commons

Los mercados han despertado del letargo veraniego con una nueva crisis en los mercados emergentes. Esta vez, con el foco detonante en Turquía. La lira turca ya se movía a la baja en 2018, pero su desplome se aceleró con una escalada de la tensión política con Estados Unidos. El diagnóstico: el cóctel de una política fiscal laxa, inflación desbocada, la deuda del sector privado en subida libre y un déficit por cuenta corriente al alza ha terminado por estallar. 

Turquía adolece de una crisis de confianza inversora. Un daño, en opinión de Viktor Szabo, gestor de inversiones senior de Aberdeen Standard Investments, en gran parte autoinflingido. “Turquía ha demostrado una y otra vez que no puede sostener niveles elevados de crecimiento sin emitir más deuda. Dado que los ahorros domésticos son tan bajos, esta deuda está en dólares estadounidenses y tiene el riesgo inherente de divisa que viene con esto”, explica. Con la inflación fuera de control y un banco central reticente a subir tipos de interés al ritmo que piden los mercados, el país se enfrente a una crisis monetaria

El colapso de la lira ha acelerado el temor a una crisis completa de la divisa y la deuda dado el tamaño de las emisiones denominadas en dólares del sector privado”, explica Delphine Arrighi, gestor del fondo Old Mutual Emerging Market Debt Fund. O como lo resume Fabrizio Quirighetti, responsable de inversiones y corresponsable de Multiactivos de SYZ Asset Management, el ciclo de ajuste monetario de la Reserva Federal está creado bajas. “Habrá que vigilar aquellos deudores sobre apalancados (compañías y países) que hayan dependido de la financiación fácil y barata”, sostiene. 

Implicaciones para los demás mercados

Así, el pasado 10 de agosto la divisa turca tocó mínimos frente al dólar americano. El euro también se depreció frente a la moneda estadounidense hasta niveles del pasado verano. La banca europea, y la renta variable del Viejo Continente en general, fue la más tocada. 

¿Justificadamente? Pues en parte sí. Como recuerda Lale Akoner, estratega de mercados del BNY Mellon Investment Management, la exposición dominante a Turquía llega a través de la financiación bancaria en Europa. El peso en las financieras españolas representa un 6% del PIB de España, afirma la experta, del cual la gran mayoría es la participación de BBVA el el segundo mayor banco de Turquía. El riesgo para la banca europea parece que se concentra en unos pocos bancos: BBVA, UniCredit y BNP Paribas. “Entre estos tres un 14% de los préstamos de BBVA estarían expuestos a Turquía”, calcula Akoner. 

Un riesgo, pero no sistémico

La presión vendedora se extendió a las divisas emergentes, primero, y a las demás clases de activos después. No quedó intacto ni el oro, tradicional refugio en momentos de pánico. Mientras los mercados demandan una subida de tipos más agresiva e incluso una petición de ayuda al FMI, el presidente Erdogan ha optado por pedir a los turcos mantener a flote su divisa local y, literalmente, encomendarse a dios. Y como recuerda Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM, afiliada de Natixis IM, “los ruegos a una deidad no inspirarán confianza a las mesas de trading de forex a menos que ese ‘dios’ sea Christine Lagarde”.

Pero tras el viernes negro llega el momento de la reflexión pausada. Los expertos son claros en su consenso. Ni los demás mercados emergentes son Turquía, ni el país representa un riesgo sistémico

Aunque sobrevuelven los fantasmas del tapar tantrum de 2013, de nuevo los alarmistas estarían equivocados. “La proporción de crédito y bonos de emergentes en riesgo excluyendo China es menor que durante la crisis financiera de 2008, según la Reserva Federal.  También hay que tener en cuenta que muchas empresas emisoras en dólares de mercados emergentes son exportadoras, con ingresos predominantemente en moneda extranjera y aunque la subida del dólar aumenta los costes de su deuda, se compensa con el incremento de ingresos del extranjero”, defienden Alain Nsiona Defise y Mary-Thérèse Barton, directores de crédito y de deuda de mercados emergentes en Pictet AM.

La deuda de mercados emergentes en divisa local es el nicho más delicado, “pero a los precios actuales, asumiendo que el inversor no tiene una sobreexposición, sería demasiado tarde vender”, apunta Quirighetti. El experto se mantendría selectivo ya que opina que el riesgo de contagio estará limitado a pocas economías y compañías mal gestionadas. Dicho lo cual recuerda que el reciente episodio es un ejemplo más de que hay que estar preparado para lo peor. “Diversificar con esa deuda de buena calidad que hace un mes tantos amaban odiar o algo de yenes japoneses deberían ayudar a mitigar las pérdidas mientras vuelve un contexto más favorable para los activos de riesgo”.